Tenía muchas ganas de hablar aquí sobre este tema, porque desde que nació Alma me han dado todo tipo de opiniones y consejos que nunca pedí sobre los peligros que podría correr mi hija al lado de una perra (de raza ‘peligrosa’ para más INRI)
Nuestra historia
Lola llegó a casa con apenas dos meses. Le faltaba un trozo de orejita y tenía varios rasguños que le habían hecho su madre y sus hermanos. Después de bastante tiempo intentado ser papás, me quedé embarazada justo cuando ella llegó, así que me acompañó durante todo el embarazo. Veía cómo crecía mi tripa y se quedaba dormida encima de ella, aguantando sus pataditas sin rechistar.
Nos habíamos informado mucho sobre cómo actuar cuando llegara el bebé, sobre todo durante los primeros días. Pero la verdad es que nos lo pusieron tan fácil que todo ha ido rodado en este tiempo.
Al principio era Lolita quien no se separaba del moisés o de donde estuviera nuestra pequeña y ahora es Alma quien la busca para jugar. No hay día que no me las encuentre tumbadas en algún rincón haciéndose arrumacos y, claro, me río de todos los consejos fatalistas que nos dieron y nos siguen dando. Una de las primeras cosas que hace Alma cuando se despierta por las mañanas es buscar el collar de su ‘Lala’ porque sabe que tiene que salir. Cuando ve que no tiene comida o agua me riñe para que le ponga y lo mismo cuando salimos de casa sin ella. Le encanta verla comer o beber, la imita todo el tiempo, y se mea de risa cuando salta corriendo como una loca jugando.
Reconozco que en su día yo también tuve algún temor con el hecho de meter en casa un perro de los llamados peligrosos, pero puedo decir que tanto mi marido como yo hemos tenido perros antes y ninguno TAN cariñoso y protector como nuestra Loli.
Los beneficios del vínculo entre niños y mascotas
Hay numerosos estudios que demuestran que tener un perro alarga la vida e incluso reduce el estrés o la depresión. Pero es que en el caso de los niños este vínculo es aún más importante, ya que representa el mejor de los estímulos para nuestros pequeños, fomenta su responsabilidad y el respeto a los demás, les da seguridad y otras herramientas fundamentales a nivel emocional.
Las personas que han tenido mascotas en su infancia tienen menos dificultades para relacionarse con otras personas de manera positiva, les hace estar más alegres (Alma sonríe todo el tiempo cuando tiene a Lolita cerca) y aprenden muchas cosas de manera natural y con una dosis extra de motivación.
Tanto su padre como yo estamos seguros de que Alma ve a Lolita como su compañera preferida después de nosotros y de los abuelos. Le despierta siempre mucha ternura y, con paciencia y explicándole lo que está bien y mal, hemos conseguido que cambie los tirones de orejas y de rabo por caricias, besos o juegos de pelota.
Y una de las cosas más increíbles que he leído en internet es que el 50% de los niños asocia al perro o gato con un “compañero de actividades y juegos” y que ocho de cada diez niños de entre 9 y 12 años prefieren jugar con su mascota antes que con videojuegos. Sólo por este dato ya merecería la pena fomentar este vínculo, ¿no creéis?
Viajar con perros
Seguro que a muchos os gustaría poder hacerles ese ‘regalo de vida’ a vuestros peques, pero no podéis por problemas de espacio o falta de tiempo para cubrir sus necesidades. En nuestro caso no lo teníamos mal, ya que al vivir en el campo y estar yo todo el día en casa sabíamos que estaría como una reina jajaja
Nos la llevamos a todas partes (donde la admiten, que aún nos queda mucho por avanzar en ese tema), pero nuestro problema era la falta de espacio en el coche. Hasta ahora Alma había tenido sillas de paseo confortables, pero que ocupaban casi todo el maletero.
Buscábamos una silla ligera y ultra plegable para poder salir en coche con ella y cuando nos propusieron probar el modelo Nano de Mountain Buggy dijimos que sí encantados. No sólo es cómoda y ligera, sino que se monta y se plega con un par de movimientos. Ideal para nosotros, vaya.
Tiene dos posiciones, por si los vuestros son de los que se quedan dormidos en el carro (no es nuestro caso jajaja) y una cesta con bastante capacidad de almacenaje.
Para nuestras salidas a la montaña es perfecta y lo mejor es que ahora Lolita viaja mucho más cómoda también.
Los que tenéis niños y compañeros perrunos, ¿me contáis cómo estáis viviendo esta experiencia? ¿No os alucina la forma en que se relacionan y se quieren?
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