Llega el verano, y con el las vacaciones en familia. Es este momento del año en el que cuidar de nuestros hijos se vuelve un poco más complicado. El destino que más se suele elegir en esta época del año es la playa. Es el lugar perfecto para que los niños jueguen en la arena, en el agua y conozcan a más niños mientras los papas, en permanente estado de vigilancia, descansan en la sombrilla o en la orilla.
Con el verano, tenemos que tener en cuenta aspectos muy importantes como la hidratación constante, el cuidado de la piel, la vigilancia con los niños en piscinas y playas o cuidar el descanso y la alimentación de los más peques.
Preparar la maleta
A la hora de hacer la maleta para los niños tenemos que tener en cuenta las características de la ropa que llevamos. Hay que buscar ante todo la comodidad del niño y que los tejidos se adapten a sus movimientos. Tiene que ser prendas que favorezcan la pérdida de calor corporal y que sean permeables al aire.
El traje de baño no puede faltar en la maleta, y si llevamos de repuesto mejor que mejor, así podemos cambiarlo y evitar infecciones producidas por la humedad.
Nos cuidamos del calor
En verano hay que extremar las precauciones para evitar los golpes de calor, que se producen cuando el cuerpo no puede desprenderse del exceso de calor. Para evitar que esto suceda, podemos ponerle al niño una gorrita, ropa fresca y como no, estar bien hidratado con bebidas refrescantes.
No podemos olvidar de evitar el sol en las horas más calurosas, aprovechando para que los peques echen la siesta en ese rato o descansen en un lugar fresquito.
Extremar la seguridad con el agua
Desgraciadamente, cada año con la llegada del verano y del uso de piscinas y playas, hay muchos niños que se ahogan. Por eso toda precaución es poca cuando se trata de nuestros hijos.
Debemos aumentar las precauciones cuando estamos en la piscina (ya sea en el recinto o en el agua), así como en la playa, sin perder ni un segundo de vista al niño.
Para extremar las precauciones, tenemos que equipar al niño con los accesorios necesarios y que más se ajusten a sus necesidades: chalecos, manguitos... Y cuando sepan nadar, el famoso churro que tanto les encanta para jugar, nunca está de más.
Cambio de rutinas
Con las vacaciones cambiamos el horario de las rutinas: nos despertamos a otra hora, comemos fuera de casa, estamos más tiempo en el parque o la piscina... En la medida de lo posible tenemos que respetar los hábitos que tiene adquiridos el niño para no perderlos y sobre todo para su bienestar.
Los niños notan un montón cuando cambiamos las rutinas, y una de las que más les afecta es la del cambio de la hora de dormir. Irse a la cama más tarde o no echarse siesta, son de los hábitos que más les pasan factura a los peques. Por eso, en la medida de lo posible, tenemos que intentar respetar su horario de descanso.
¡A jugar!
Y si hay algo que les gusta a los peques, es jugar, jugar y jugar. Por eso, tenemos que tener muchas ideas para jugar: desde juegos para el coche hasta juegos en la arena, manualidades en casa o paseos que puedan ser de su interés.
A los niños les encanta hacer cosas nuevas, visitar sitios nuevos y sobre todo aprender. Podemos aprovechar esto para ir a visitar algún museo o parque, jugar con la arena para desarrollar sus habilidades motoras y sobre todo para divertirnos juntos.
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