Durante los días que duró el Camino hablé con ella todos los días por la noche, cuando les daban el móvil, sólo unas horas al atardecer y a la hora de acostarse devolvían el móvil. Se le notaba en la voz el cansancio pero también una tranquilidad, una bondad y una juerga se oía por detrás, a veces resultaba practicamente imposible escucharla, sólo se oían gritos y carcajadas, para mi tranquilidad, claro está. Eso y la pregunta diaria ¿cómo están los pies? ¿alguna herida? con la contestación día tras día la misma nada, mami, pero nada de nada, no me duelen ni me salido nada.
No recuerdo qué día, después de hablar con ella, le dije al padre de las criaturas mucho me temo que en cuanto ponga un pie en el suelo después de bajarse del autobús vuelva a convertirse en ella misma, pero me ha dejado alucinada, es la tranquilidad en persona, bondad infinita. Y es que la conversación de ese día era digna de haberla grabado todo en plan mami te quiero y te echo mucho de menos, también a papi, si hablas con Tita dile que les quiero mucho a ella y a Tito y les echo mucho de menos, a Titina si la ves también se lo dices. Han pasado un par de días desde que llegó y aunque ya ha habido algún "ramalazo" parece que el Camino le ha sentado bien.
Ella que es de piel muy blanca, le cuesta un montón coger color, ha venido "morena peregrina", o lo que es lo mismo con las marcas de camiseta, pantalón y calcetines. Para su desesperación, por una parte, aunque por otra lo luce muy contenta.
Lo primero que dijo según bajó del autobús fue en segundo de bachiller vuelvo a hacer el Camino para que os hagáis una idea de que la experiencia fue estupenda, que no sólo es que lo haya pasado bien, sino que vuelve con intención de repetir y eso que A. se enfadó con nosotros porque cuando vimos que ya estábamos llegando a la plaza echamos a correr chillando como locos y cantando y según ella no teníamos que haber echado a correr, pero es que corrimos todos hasta J. (uno de los curas que iba con ellos). Al pobre T., uno de los monitores compañero de LaMediana, hasta se le rompió el móvil que le cayó mientras saltaban emocionados por haber llegado a Santiago.
Comió de todo, porque llevaban "cocinero", un día me dijo que tenía que hacerle lentejas con arroz, que las habían comido ese día y estaban buenísimas, rió, saltó, caminó, reforzó amistades, durmió en cama, en literas, en colchonetas e incluso en el suelo. Vivió sin móvil y sobrevivió fue genial estar sin móvil, sin tele Convivió con quien le cae fenomenal y con quien no le caía tan bien. Caminó en silencio y caminó cantando. Celebró cumpleaños de algún caminante y celebró finalizar el Camino. Fue toda una experiencia que piensa repetir dentro de dos años porque en 1º creo que no se hace, porque tenemos la Javierada
Foto de familia al llegar a Santiago