Pero no, hace ya algunos meses vengo leyendo en blogs un concepto (al parecer nuevo) que me sonaba increíblemente familiar: la silla de pensar. En esos meses, me puse a investigar sobre el tema y descubrí que era prácticamente lo mismo que mi ya conocido “ve al rincón”, únicamente se diferenciaba en que a los niños que se portaban “mal”, los maestros les ponían en sillas separados de sus compañeros para que pensase. Y digo yo, ¿dónde está la evolución o innovación?
Pero ahí no acaba la cosa, ya os digo, que yo lo de la silla de pensar lo descubrí hace meses, e ilusa de mí pensé: bueno, se darán cuenta de que tampoco es una metodología adecuada para los niños y dejarán de usarla en las aulas. Pero tampoco, hace unos días cuando subía de pasear a Argos venía un vecino pequeño que está cursando segundo de primaria con su padre y me dijo: “Mel, hoy me han puesto en la silla de pensar por haberle pintado la mesa a mi amigo sin querer haciendo un dibujo”.
Os mentiría descaradamente si os cuento que no me sorprendí. A estas alturas, con maestros y profesores más creativos, con metodologías más adecuadas para la resolución de conflicto y todavía se sigue aplicando la sucesora de “ve al rincón”, que es la absurda “silla de pensar”. Y me pregunto yo: ¿por qué se utilizará esto? ¿qué quieren conseguir los maestros con este tipo de castigos? Es decir, pongámonos en una situación de que ha habido un pequeño conflicto en un aula y el maestro o la maestro sienta a los dos niños que han provocado el problema en dos sillas de pensar.
Los castigos no enseñan nada, solo provocan miedo y rechazo a los niños
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Evidentemente, les desplaza de los demás compañeros y les dejan totalmente aislados. Es ahí, cuando se supone que esos pequeños tienen que empezar a pensar qué es lo que han hecho y por qué lo han hecho. Todo esto sin el maestro al lado y completamente solos. Pues los niños pequeños en lo que menos van a pensar es en la pelea: pensarán que el maestro está enfadado, que no están con sus compañeros, que se sienten mal, que tienen miedo, que no les gusta estar lejos de los amigos.
La famosa silla de pensar no otra cosa que un método anticuado y que no sirve para nada. Pretende que el niño sea capaz de asimilar por sí mismo el motivo de su castigo y de su desplazamiento, pero ese momento no se dará de ese modo. Incluso puede que los niños que estén sentados en esa silla, se pongan más nerviosos, se sientan humillados, rechazados y angustiados. Puede que hayan creado o provocado un problema, pero esa sin duda alguna, no es la forma de solucionarlo ni de arreglarlo.
Yo soy partidaria de que en todas las aulas y clases haya una buena comunicación y un adecuado diálogo. Es obvio, que durante el curso escolar van a aparecer pequeñas peleas y problemas, pero aplicando una metodología de resolución de conflictos, escuchando a los niños y siendo un guía para ellos, las cosas se irán calmando poco a poco y ellos serán capaces de comprenderlo, de entenderlo y de asimilarlo.
Personalmente, defiendo que los castigos tanto en el ámbito educativo como en el familiar no se deberían llevar a cabo ni aplicarlos. Si se utilizan los castigos, los niños van a aprender a través del miedo y del pánico a no tener algunas conductas. Cuando lo más adecuado sería que ellos se dieran cuenta por la comunicación y mediante diversas conversaciones que lo que han hecho o el compartimiento que han tenido está mal y no se debe hacer más.
Para mí, la silla de pensar no es una herramienta antipedagógica, sino que está dentro de una larga lista de castigos que aun siguen utilizándose en las clases. Está claro que no es un concepto innovador y tampoco ayuda a los alumnos, por lo tanto, creo que esa “metodología” no debería ser aplicada actualmente en ninguna etapa de la educación. Porque un niño no se va a dar cuenta del conflicto en una silla estando solo, porque no lo va a comprender y mucho menos, asimilar.
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