Sin embargo, yo estaba increíblemente calmada, sin darle mucha importancia a las calificaciones y al boletín de notas que pudiesen haber en el boletín porque tenía muy presente lo que mis padres me decían siempre:
“Hija, saques lo que saques en ese boletín de notas, recuerda que siempre serás más que un número”. Desgraciadamente, hubo más de un verano que me tocó hincar los codos para poder satisfacer los objetivos de nuestro ya famoso sistema educativo. Da igual que hubiera hecho más que correctamente todos los trabajos en grupo e individuales, da igual que ayudase a mis compañeros de clase, da igual que participase prácticamente en todas las asignaturas, pero como no había aprobado el examen, una materia más para septiembre.
Actualmente y gracias a la carrera que estoy estudiando (Pedagogía), tengo aun más claro que antes que calificar a un alumno a través de un número no sirve nada más que para crear frustración y malestar en los chicos y chicas que están hoy en día estudiando. Soy de las que piensan que por aprobar un examen, que por haber sacado buena nota en él no quiere decir que se hayan adquirido los conocimientos de la asignatura. Puede pasar varias cosas:
1. que el estudiante haya estudiado el día antes los apuntes y que el día de la prueba tenga un golpe de suerte y que caigan preguntas de los temas que mejor se sabía.
2. puede leerse los resúmenes con la técnica “yo me lo memorizo todo y luego lo suelto en el examen” y que efectivamente se lo haya aprendido todo genialmente bien y que saque muy buena nota
3. que, evidentemente, le guste estudiar y que haya entendido bien la asignatura y que por eso ese alumno obtenga una buena calificación. Y según que nota se saque… se pasa a ser: “ese estudiante es de 10, ese estudiante es de 5”.
Y asombrosamente, aparecen las etiquetas.
Desafortunadamente estamos ante un sistema educativo anticuado, autoritario, tradicional y que es incapaz de cambiar, que el único método de evaluación que conoce es someter a un alumno a pruebas sobre temas concretos de asignaturas que crean a su vez un malestar, un nerviosismo y una irritabilidad en los estudiantes para mí totalmente innecesaria. ¿Y si ese día el alumno tiene un mal día por el motivo que sea?
Más allá de números, calificaciones y boletines de notas, los estudiantes son personas
Click To Tweet
¿Y si le ha pasado algo por la noche que le impide hacer bien su prueba? ¿Y si simplemente está tan nervioso que se queda en blanco y no se acuerda de nada? Porque todos sabemos que el estado de ánimo influye sobremanera en el aprendizaje de las personas. Pero claro, eso no es importante, lo importante es que se tenga el cerebro cien por cien centrado en la hoja del examen que separa al estudiante de aprobar una asignatura o de suspenderla.
Lo que yo no me puedo creer es que cueste tantísimo cambiar estas cosas. No me creo que sea un esfuerzo increíblemente grande probar e innovar con nuevas metodologías. Por ejemplo, ¿por qué no se fomenta más el trabajo en grupo, la investigación, el aprendizaje autónomo y la comunicación? Pero claro, los alumnos no tienen la culpa, ellos buscan cumplir lo que el sistema educativo dice: aprobar los exámenes y llegar a unos objetivos.
Y lo peor de todo es que eso no se da únicamente en los colegios ni en los institutos, si no también en la universidad. Y desgraciadamente en la universidad con más ansia que en los otros centros. Os pongo el ejemplo de algunas de las evaluaciones de la UNED (Universidad Nacional A Distancia): hay que aprobar el examen con al menos un cinco para que te cuente la nota de los trabajos que has realizado a lo largo del curso. Es decir, da igual si se ha sacado un diez en un trabajo, que si tienes un cuatro en la prueba final, a septiembre que vas de cabeza.
Etiquetar a los alumnos por las calificaciones que han obtenido genera rechazo, discriminación, estrés y ansiedad
Click To Tweet
He tenido la oportunidad de estar un curso académico de prácticas y he podido escuchar a padres frustrados diciendo: “veo a mi hijo que no puede más con los deberes y con los exámenes. Y sólo está en sexto de primaria. Varias veces se ha ido a dormir tarde por estudiar para un control.” “Es que en esta semana ha tenido tres exámenes y un montón de deberes”. “Veo muy excesivo los temarios que da mi hijo en el colegio”. De verdad que a mí se me cae el alma a los pies ver a unos niños pequeños y tan ocupados haciendo un montón de deberes al día sin tiempo siquiera para jugar o hacer algo que a ellos les divierta.
Pero afortunadamente, no está todo perdido, algunos colegios e institutos (todavía pocos) han ido incorporando la metodología por proyectos que consiste en que el estudiante sea el protagonista de su aprendizaje y que habilidades y actitudes tienen la misma importancia en cuanto a la adquisición de conocimientos. Esperemos que pasitos a pasitos, los estudiantes salgan de clase con pensamientos positivos, ganas de investigar y desarrollar las ideas críticas, con valores de compañerismo, tolerancia y respeto en vez de con el dichoso boletín de notas, porque…todos los alumnos son mucho más que simples números y un boletín de notas
.