Cuando los niños empiezan la guardería damos por hecho que van a pillar todo bicho viviente que pulula en ella. Y no es de extrañar con el contacto que hay, babas mil entre chupetes que todos prueban, lápices de colores que todos se llevan a la boca, juguetes que pasan por todas las manos... Difícilmente hay cuerpo que resista semejante caldo de cultivo.
Me las deseaba yo muy felices con esto de que la niña en dos años ni una tos, ni una fiebre, sana como una pera y con la inmunidad de la teta por delante. ¿Cuánto llevamos de guardería?, ¡Ni dos meses! Y en este tiempo ya hemos pasado una gastroenteritis, una laringitis y una neumonía. Esta última aún en período de convalecencia, hay mejoría pero aún no hay alta médica.
Con Iván fue similar. Aunque él había cogido algún resfriado que en una ocasión derivó en bronquitis, pero hasta entonces había pisado veces contadas la consulta del pediatra. Fue empezar la guardería y asomar por la puerta las amigdalitis, laringitis, conjutivitis y alguna que otra -itis que posiblemente ya no recuerde.
Pero... Sí, hay un pero. Y es que pese a que han cogido -itis típicas y tópicas, lo cierto es que han sido bastante leves, de poco síntomas y cura rápida. Iván en su momento fue el niño que menos faltó a la guardería, y en el colegio también es el que menos enferma con respecto a sus compañeros.
Antía la pobre ha tenido mala suerte, y es que ha ido a coger una de las -itis más feas y puñeteras, la neumonía. Con suerte nos hemos librado de sus complicaciones, y ha pasado de puntillas por el cuerpecillo e mi niña. Vaya, que si no es porque está diagnosticada con RX, nadie diría que tiene neumonía, aunque ahora que veo y releo, a toro pasado me doy cuenta que los síntomas que presentaban mi niña eran de manual. Pero si bien lo normal hubiera sido sufrit tos, mocos y dificultad respiratoria, incluso con necesidad de mascarilla de oxígeno, lo cierto es que la falta de apetito y su apatía han sido las únicas huellas de la neumonía. Eso y el exceso de mimos y mamitis, como no.
Así que sí, definitivamente doy por sentado que la guardería casa perfectamente con la afluencia de bichos malos que gustan de atacar los cuerpecitos de los peques. Al menos me queda la tranquilidad de comprobar que mis niños son bastante fuertes y las -itis pasan por ellos sin causar muchos estragos.
Nos queda armarnos de paciencia, estar ojo avizor e intentar combatir a los bichos de la mejor manera posible.