Es lo que debe pensar mi bebé, si es que es capaz de pensar esas cosas. No lo creo, pero por eso hoy me paro a escribir esto, para que en un futuro sepa lo loca que estoy en este momento. Loca, totalmente loca de amor.
Mi bebé duerme en su cuna, o en el cochecito. Duerme con placided, con esa expresión de paz absoluta. Duerme y su cara se dibuja perfecta como la de un muñeco, un muñeco precioso, mi muñeco. Lo miro, no me canso de mirarlo y siento que esa cosita que ha salido de mi es el auténtico milagro de la vida.
Mi bebé duerme sobre mi pecho, recostados juntos en el sofá, siento su respiración suave y el calor de su cuerpo. Y ya puede caer un meteorito sobre la tierra que no hay nada que perturbe nuestra paz -salvo los amigos de Jazztel que llaman a las cuatro de la tarde y rompen la magia al igual que yo este momento algodonoso mientras escribo-, ni que me haga moverme un solo milímetro con tal de no interrumpir su sueño, su quietud y su relax.
Mi bebé duerme sobre mi pecho en su fular, encogido como un bichito bola, calentito, siento su respiración suave, me traspasa su calorcito y además lo llevo tan cerca que no puedo evitar besarlo una y otra vez, una y otra vez, de manera compulsiva. Es el mejor de los vicios.
Me vuelve loca, sí, pero además debe pensar que estoy loca de atar porque cuando está despierto no puedo evitar comportarme como si se me hubiese nublado el sentido. Porque entonces es cuando le hablo, le hago muecas, cosquillitas, le acaricio, le cojo en brazos, le achucho, le canto, le bailo....
Le canto, le bailo... ¡ahí es donde debe pensar que estoy loca de atar! porque menudo repertorio tengo, cualquier canción me vale para decirle lo guapísimo y rebonito que es, de repente me veo con el en brazos bailando por mi casa cantado tengo el corazón contento el corazón contento y lleno de alegríaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!.
Le canto "Tu gran noche", "Como una ola", "Como yo te amo", "Estando contigo", "Y sin embargo te quiero", o la primera que se me cruce por la cabeza, cambiando las letras a mi antojo, con un fervor y sentimiento que me arrastran hasta casi el ridículo, sin ningún tipo de vergüenza propia o ajena sino todo lo contrario, a mucha honra. Porque me encanta decirle cuánto lo quiero cantando.
Y no te creas que le canto suavecito, en tono de nana, no... Tampoco le grito, pero le canto con alegría, me hago los coros a mi misma, o bailo con él en brazos o me planto delante de él y hago la coreografía más absurda del mundo. Cualquier canción alegre me vale y sobre la marcha voy improvisando letras que se me ocurren casi siempre diciendo algo como "mi bebé bonito, qué guapo eres... " tralalá".
Y desafino, y hago el payaso, y lo miro mientras lo hago, y él me devuelve una enorme sonrisa, y entonces canto con más énfasis y bailo con más empeño, más marcha, bailamos juntos y me vuelvo loca literlamente. Tan loca que da igual la melodía que esté destrozando, la sigo cantando cambiando la letra por "tu madre está locaaaaaa, síiiiiiiiiii, pero es la única madre que tieneeeeeeeees, la que te ha tocaoooooooooooooo y te quiere muchoooooooooooo".
Estoy encantada con esta locura transitoria que tiene la capacidad de relegar cualquier problema, por jodido que sea, a un segundo plano. Esa locura transitoria es mi bebé, mi tercer bebé, ese que aunque sabría que querría con absoluta devoción no esperaba que despertara en mi la misma pasión, ilusión y locura como si fuera el primero.
Algún día me grabaré porque no tiene desperdicio, aunque eso suponga que te espante y el blog cierre por huída colectiva de seguidores. Pero es que yo soy así, ¡qué le vamos a hacer!