A veces se nos olvida que son niños, se nos olvida cuando nosotros éramos niños. Con la comunicación con los niños creo que pasa algo parecido. Yo, igual que me propuse desterrar los gritos de esta casa y tener paciencia ojalá infinita, quiero aprender a utilizar una comunicación positiva con las terremoto, aprender a escuchar y no solamente oír. Que empatizar y comprender salga solo, que cuando me dirija a ellas no sea para imponer, sino para explicar.
Así que, como es habitual en mi, fui en busca de uno de los retos de Edukame para ver qué ideas me daban para mejorar la comunicación.
Ideas para mejorar la comunicación con los niños
Aplicar una escucha activa. No solamente oír, sino escuchar los sentimientos que se expresan. No interrumpir, no juzgar, mirarles a los ojos, prestarles atención, reconocer los sentimientos que expresan en vez de rechazarlos.
Dejar de usar el pero, porque tiene un efecto negativo. Si nuestro jefe nos dice “Hemos aumentado las ventas pero creo que podíamos subir más” ¿nos quedamos con gusto amargo verdad? Pues lo mismo con los pequeños.
Eliminar el NO, o reducirlo almenos. Un ejemplo: en vez de decir “no corras” diles “ve más despacio cuando vayas por la calle”
Elegir un momento para conversar con el niño, sobre su día, o sobre cualquier cosa. Si eliges la noche, que no sean temas que puedan preocupar al niño y entorpecer su sueño.
Al pedirles algo a los niños (por ejemplo, que se vistan) tener claro lo qué les vamos a pedir y ofrecerles alternativas para hacerlos partícipes de la acción. Por ejemplo, darles a elegir entre dos camisetas para que elijan ellos cuál ponerse.
Cuando hagan algo que nos disguste, no centrarnos en ellos ni etiquetarles negativamente, sino expresarles lo que sentimos cuando lo hacen. Este punto me parece super importante. Así que dejo un par de ejemplos que aparecían en el reto:
Me disgusta mucho repetirte otra vez que apagues la tele en lugar de Estás sordo? o Eres un desobediente
Me hace enfadar que cojas mi teléfono sin pedírmelo en lugar de ¿Por qué coges mi teléfono sin permiso? o No puedes hacer eso o Haces lo que te da la gana”.
Encuentro muy importante este punto, porque nos remarca que el niño, para entender porqué hace algo mal, tiene que saber cómo nos hace sentir, le permite empatizar porque no están juzgando su actitud.
Dejemos de usar el NUNCA y el SIEMPRE: son palabras que se nos escapan y que pueden hacer mucho daño. Por ejemplo, decir Siempre se te cae todo, ¿de verdad es siempre? ¿Cada vez que coge algo se le cae? Porque básicamente le estamos diciendo que es un patoso/a, porque no es capaz de llevar las cosas sin tirarlas. ¿Eso es lo que queremos decir?
La diferencia entre ERES y ESTAS. Si tu hijo a veces se olvida algo en clase, y tu le dices “eres un despistado” él lo va a tomar como parte de su forma de ser, lo va a aceptar como parte de sí, algo que no puede cambiar y que tiene que aceptar. Pero si el día que se olvida algo el dices “hoy estabas despistado y te ha olvidado la merienda”, él entiende que es algo circunstancial, de ese día que se ha olvidado de llevar o traer algo al colegio. Si lo pensamos cómo si fuera usado hacia nosotros, usando el “eres” estás etiquetando, condicionando la forma de ser de la persona, tenga la edad que tenga. Es un rasguño a la autoestima.
No había reparado en esta diferencia hasta hace poco, y la verdad HACE la diferencia. Estoy leyendo un libro de Carme Thió de Pol del que ya os contaré más, pero quiero contaros un ejemplo: en el libro cuenta un caso de un niño de 6 años que pega siempre a sus compañeros en el colegio. Cuando la profesora le cuenta que así hace daño, él responde: “en mi casa dicen que soy malo, y los malos pegan” El niño ha interiorizado su característica de niño malo y se siente libre de hacer lo que los malos hacen en las películas. A mi el ejemplo me dejó con el corazón encogido, la verdad.
Cuando los niños nos quieran contar algo, dejemos lo que estamos haciendo y escuchemos mirándoles a los ojos. No solo hay que oír lo que dicen, no solo hay que escucharlo. Hay que demostrar el interés. Muchas veces estamos ocupados con otra cosa cuando vienen a enseñarnos un dibujo y les pedimos que nos esperen porque estamos “muy ocupados” o les decimos muy bien sin mirar apenas lo que nos enseñan. Mejor paremos un minuto lo que estamos haciendo. Así les entregamos toda nuestra atención (he comprobado que es más fácil terminar lo que estaba haciendo si les dedico este minuto que si paso 20 minutos diciendo “espera” o “ya voy“)
Empaticemos: ponernos en el lugar del otro favorece la comunicación y nos ayuda a comprender los sentimientos que causan ciertas reacciones. Empatizar es algo que no solo deberíamos hacer con los niños, debería ser parte de nuestro día a día con todo el que interactuamos.
Eliminar los condicionales, cambiar el “si” por el “cuando” para en vez de decir “si no recoges te quedas sin tele” poder cambiarlo por mensajes en positivo “cuando recojas los juguetes podremos ponernos a ver al tele”
Esto es dificilisimo, a mi me cuesta un montón porque por defecto me sale el “si…” pero la verdad es que hacer el esfuerzo de cambiarlo, cambia también la reacción de quien lo escuchar. Todo se hace más colaborativo.
Estas y otras ideas he ido recopilando tanto del reto de Edukame como del blog de Edurespeta y otros sitios web, o escuchando cahrlas como esta de Carles Capddevila en Gestionando Hijos. Algunos de los consejos ya los he puesto en práctica y, aunque hacer del hábito de dejar el No, el Nunca, el Si, no es nada fácil, la verdad es que las reacciones de las pequeñas son diferentes cuando cambian las palabras. Ya se sabe, el poder de las palabras es muy grande! Te invito a probar alguna de estas ideas. Yo seguiré investigando algunas más….y pronto te cuento cuáles he aplicado y cómo me voy haciendo el hábito.
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