Si tu también te encuentras en esta situación, y has llegado aquí, te recomendamos que leas los dos posts anteriores:
Primera parte: Quiero ser Madre
Segunda Parte: Me someto a una FIV
El camino hacia la ovodonación (y Parte III)
A finales de noviembre volví a revisión y estaba todo ok, pero por las fechas ya nos metíamos en fiestas y demás, así que esperamos a enero. Con la regla de finales de enero volví a empezar muy ilusionada el tratamiento para la transfer de los dos últimos embrioncitos que me quedaban. Venga, que 2014 se tenía que dar mejor que 2013. Llegó el día de la transfer y esta vez sí, ¡¡por fin tenía a mis pequeños conmigo!! Era lo más cerca que había estado nunca de estar embarazada, y así me sentía. ¡¡Por fin era BETAESPERANTE!! Disfruté mucho esos días (¡¡sí, habéis leído bien!!) pensando en lo que me había costado llegar a esa betaespera. Llegó la beta y tortazo con la realidad, mis pequeños lo habían intentado, pero no lo consiguieron. Bioquímico.
El doctor me dijo que sólo habíamos tenido una transfer, y que habíamos tenido muy mala suerte, así que lo intentaríamos una vez más. Pero ya la última, porque mi endometriosis estaba rebelde, y con las estimulaciones más aún. Tenía otro quiste de momento controlado, pero con un tamaño al borde de la cirugía, así que si no funcionaba, tendríamos que pensar en otras opciones. Cada vez iba asumiendo un poco más la idea de la ovodonación. Era una realidad que cada vez se acerca más y más.
En febrero empezamos la tercera y última FIV, y ya desde el principio fue muy muy mal. Cinco folículos, después cuatro, tres … vaya, esto ya lo había vivido. Llegamos a la punción y volví a ver a mi amigo el celador. Dos óvulos. Al día siguiente me dijeron que fecundó uno, y al día siguiente que se había parado. Otro jarro de agua fría, y otra vez mis sueños rotos. Además esta vez era diferente. Esta vez no implicaba una nueva caída y ya. Esta vez implicaba olvidarme definitivamente de mis óvulos y afrontar que mi realidad era la ovodonación.
Pasaron días complicados, de asumir muchas cosas, pero ya había llorado todo lo que tenía que llorar. Lamentarme no iba a servir de nada, y era momento de buscar soluciones. Y si mi solución podía ser la ovodonación… ¡¡pues adelante!!
Yo deseaba ser madre a toda costa, qué importaba esa célula inicial que me tenían que donar? Yo lo iba a llevar dentro de mí, lo iba a alimentar, y sobre todo, lo iba a cuidar y querer. Sin darme cuenta, había pasado el duelo genético.
De esta forma, inicié mi primer tratamiento de ovodonación. El momento de la transfer fue muy bonito, y en cuanto me pusieron a los embriones los sentí de inmediato como míos. A partir de ahí, mi cuerpo se encargaría de ellos. Eran mis bebés.
Tras doce días de betaespera, tuve la alegría más grande de toda mi vida. BETA POSITIVA. Por fin estaba embarazada! Y por el valor podían ser dos!!
Una semana más tarde se confirmó en una ecografía que eran dos. Esperaba mellizos! Y tras un embarazo complicado y un parto prematuro, la vida me hizo el mejor regalo del mundo. Mis príncipes. Ahora tienen casi dos años, y no puedo ser más feliz!!
Esta es una historia dura, como la de todas las chicas que conozco. Para mí lo peor fueron tres aspectos.
Me sentía muy sola
No quería que nadie se enterase
Por nada del mundo quería renunciar a mis genes
Participar en un foro de infertilidad, posteriormente entrar en la #infertilpandy en Twitter, y leer un par de libros sobre el tema, me sirvió para cambiar totalmente mi actitud ante el problema.
Dejé de sentirme sola, para afrontar el problema con muchas compañeras de viaje y una fuerza enorme renovada por ellas.
Dejé de ocultar mi problema. Soy infértil, ¿y qué? Ahora hablo de esto sin ningún tipo de problema ni complejo.
Mis niños son fruto de una ovodonación, y no puedo ser más feliz. Fue una decisión que me costó derramar muchas lágrimas, pero sin duda la que más feliz me ha hecho. Esta opción para llegar a la maternidad es igual de buena como cualquier otra, y no puedo ser más feliz, ni querer más a mis niños. Tampoco oculto esto a la gente, ni se lo ocultaré a ellos.
Pues bien, siento que ahora soy yo la que puede ayudar a muchas otras mujeres, y he escrito un libro contando mi historia.
Tenéis toda la información del libro en este enlace.
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