Sé que criar y cuidar de los hijos, es una tarea muy complicada y que a veces nos surgen muchas dudas. Si alguna ves te has sentido entre la espada y la pared, entre los consejos del pediatra y los de tu abuelita, la suegra o alguna conocida, leer esto te podría ayudar.
Siempre fui enemiga de los remedios naturales, y nunca creí en esos remedios milagrosos de los que hablan las abuelas, como reventar las anginas, curar de empacho o desflemar. Me daba mucha risa cuando alguien me sugería ir con alguna curandera, no me reía abiertamente, eso sería grosero, pero me preguntaba cómo con tantos avances tecnológicos la gente podía seguir creyendo en muchas de esas cosas.
Y sin embargo, hace poco, mi abuela vino a ver a mi hija, para "curarla" con uno de sus menjurjes y me dio un remedio casero para bajarle la fiebre a Isabel, que francamente me quedé atónita cuando comprobé que había funcionado.
Quiénes me leen frecuentemente o me siguen por las redes, sabrán que terminamos e iniciamos el año muy mal en cuestión salud, al grado de que Isabel estuvo internada por neumonía. La enfermedad parecía no terminar aún después de que la dieron de alta. La tos volvía y lo peor, los días con fiebre muy alta. Y ni hablar del dinero que gastamos en consultas, medicamento y el hospital, porque eso sí, la niña siempre estuvo atendida por un pediatra. Cuando parecía que todo iba bien la tos regresaba.
Ya nos habían dado bastantes consejos de pomadas que ponerle, de como arroparla, de que no debíamos sacarla pues después de la neumonía quedaban "sentidos", pero nosotros siempre nos hemos apegado a lo que digan los pediatras. Ignoramos eso de taparla mucho porque el pediatra dijo que arroparla tanto era dañino, sudaba y eso hacía que el aire le cayera mal, ignoramos eso de untarle pomadas porque luego sale contraproducente y hasta ignoramos eso de exagerar con los cuidados porque el doctor decía que la niña ya estaba curada, ah también ignoramos cuando nos sugirieron vitaminarla porque el pediatra dijo que por el momento no era necesario.
Pero cuando Isabel volvió a enfermar y además nos cobraron la consulta, que yo creo debió contar como revisión porque la niña nunca estuvo al cien, empecé a darme cuenta que ni el pediatra es Dios, y que aveces es bueno buscar otras alternativas. Era la tercera o cuarta vez que Isabel se enfermaba en menos de un mes, que tenía fiebre (38.9) y la tos no le cedía. Paracetamol, neumelubrina, motrín y febrax, parecían no tener efecto, y los baños y los trapos bajaban la fiebre momentaneamente pero al poco tiempo volvía a subir. Pensé que en cualquier momento llegarían las convulsiones y comenzaba a sentirme impotente.
Una mañana salí a trabajar, mi mamá se quedó cuidando de Isa y cuando regresé ahí estaba mi abuela. -Vine a curar a tu niña, y no me lo vas a creer pero hasta la fiebre le bajo.
Me explico que con un tomate le había limpiado las anginas y que la niña había vomitado mucha flema. Además me explicó que le puso manzanilla en el pecho y que no debía bañarla ni sacarla al menos en 24 horas. Y me dijo que si la fiebre regresaba, le pusiera una bolita de algodón con alcohol en el ombligo, pues de momento no podía darle baños. Llegó la noche y como siempre, la fiebre comenzaba a hacer su aparición. Rápidamente le puse la dichosa bola de algodón en el ombligo por unos cinco minutos, cuando le tome de nuevo la temperatura, la niña estaba en su temperatura normal, y yo francamente me sentí aliviada. Esa noche la pasamos sin fiebre. Lo creeran o no, quizá coincidencia después de tanto medicamento, pero la niña mejoro y al parecer, hemos dejado atrás la enfermedad. Al mismo tiempo, decidí darle vitaminas a Isabel por un tiempo, en lo que se fortalece su sistema inmunológico porque no hay nada más feo que pasar los días en el doctor, y encerrados porque hasta el más mínimo aire le hacía daño a la bebé.
OJO. Con esto no estoy diciendo que hay que ignorar a los pediatras y que las abuelas tienen toda la razón. Con esto quiero decir, que los pediatras también comenten errores. Y que a veces, pareciera que tanto medicamento ya ni hace efecto en los niños. Por lo tanto, he llegado a las siguientes conclusiones:
Busca diversas opiniones. Sí, hay veces que un pediatra no da con la solución, por inexperiencia o por falta de conocimientos así que es bueno consultar con otros doctores.
Usa tu sentido común. Lo repito, los pediatras también cometen errores, así que escucha tu lógica, cuando sientas que algo no esta bien, cree en ese sexto sentido que tienes.
Antes de hacer caso de los consejos del vecino, investiga primero, pues hay remedios caseros que suelen ser tóxicos y muy peligrosos para los niños.
Puedes tomar algunos consejos inofensivos para los niños: como no sacarla determinado tiempo de casa, arroparla con una franela, cubrirle siempre el pecho. Ese tipo de consejos que sabes que jamás pondrán en riesgo la salud de tu hijo, sobre todo esos que no tienen nada que ver con ingerir sustancias no aptas para los más pequeños.
Trata de formarte un criterio propio. No es bueno seguir a ciegas los consejos de la abuela, ni tampoco seguir a ciegas los consejos del pediatra, no todos son "profesionales", descubrirás que como en todo, hay muchos médicos desactualizados o muy mal informados.
Así soy yo, ni muy muy, ni tan tan. Todo con medida, tratando siempre de buscar el equilibrio.