Mª Luisa Ferrerós en su libro “Castigado ¿es necesario?“, del que os he hablado recientemente, hace una reflexión muy acertada que yo comparto al 100% y dice algo similar a lo que yo expongo en la siguiente frase.
De igual modo que no dejamos que nuestros hijos de 7 años cojan las llaves de nuestro coche y se vayan a dar una vuelta porque no tienen las habilidades ni la madurez suficiente para hacerlo, tampoco deberíamos permitir que sean ellos quienes manejen nuestras vidas y que hagan todo cuanto quieran y deseen por la misma razón: no tienen la capacidad de razonamiento suficiente para saber qué, cómo ni por qué de muchas cosas. Esto nos atañe a lo padres, enseñar día a día qué, cómo y cuando además de por qué sí o por qué no.
Los niños pequeños no deberían decidir qué hacemos, cómo lo hacemos o dónde vamos. Sí, cierto, sí debemos tenerlos en cuenta. Sí, podemos negociar algunas cosas pero quien tiene la última palabra siempre debe ser papá o mamá. Y decir no, poner límites, establecer normas, no generarán un trauma en nuestros hijos, todo lo contrario. Los padres y madres lo deberíamos tener más claro, y digo esto porque creo que en algunos casos hemos perdido el sentido común y a veces parece que tengamos que ser nosotros, los padres, quienes debamos pedir permiso a nuestros hijos para hacer determinadas cosas o ir a determinados lugares. Llegados a este punto, vamos a hacer un alto en el camino y poner algo más de juicio al asunto.
Querer a nuestros hijos no significa dárselo todo, hacer todo cuanto nos piden y además de forma inmediata. No, no debemos confundirnos, nuestros hijos necesitan de unos padres que les guíen, que les eduquen, que les muestren la diferencia de lo bueno y de lo malo, que les digan no y que les enseñen el valor de las cosas, que aprendan el significado del esfuerzo y que en la vida no hay nada fácil. Poner límites no genera traumas ni graves problemas, el exceso de permisividad, el autoritarismo y la sobreprotección, sí.
Debemos poner límites claros y adecuados al nivel de edad de nuestros hijos, darles la oportunidad de aprender a convivir con las normas, a colaborar, a compartir, a esperar, a aceptar un no por respuesta, … esto es lo que nos toca como padres y lo que esperan nuestros hijos de nosotros. Padres que les eduquen.
Y es que ahora todos somos muy modernos y les preguntamos a nuestros hijos sobre cualquier cosa, sobre cómo quieren vestirse, qué quieren para desayunar, comer o cenar, cómo les gusta tal o cuál cosa, dónde quieren ir de vacaciones, qué quieren ver en la tele, … todo. Y les confundimos. Porque en la mayoría de casos no saben, si por ellos fuera algunos irían con pijama al cole o estarían dando botes en el sofá todo el tiempo. Perdón, sí, son niños pero hay que educarles, y los niños necesitan referentes, normas y límites que les hagan sentir seguros. Hay que escucharles, negociar y pactar, pero siempre manteniendo el sentido común.
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