Fuera de esta información ¿por qué tanta presión? Una futura mamá muchas veces tiene un estrés añadido, por si podrá o no podrá dar el pecho, si tendrá o no tendrá leche, si su leche será de buena calidad o será solo agua…¿una futura mamá necesita toda esta presión? ¿No debería ser la lactancia una cosa natural como la vida misma, sin presiones, sencillamente, fluir? Está claro que la lactancia no es fácil, mucho menos el primer mes, pero toda esa presión antes siquiera de empezar, no creo que ayude mucho. Porque entonces, nace el bebé, y si no se cumple todo “según la norma” en seguida empiezas a oír consejos que no van precisamente en favor de la lactancia…y si ya vienes con esa presión del “no se si yo podré”…la lactancia empieza con más presión de la que necesita, pues es sacrificada y necesita paciencia y calma.
Ya os hablé en este post por qué motivo me formé como asesora de lactancia. Aunque no me dedique a ello, aunque fuera a amigas y conocidas, si alguien necesitaba ayuda, iba a poder preguntarme, iba a poder dar información que no fuera solo opinión mía, iba a poder ayudar.
Hoy quiero contaros dos de las experiencias que tuve yo con mi lactancia, por las que podría haber tirado la toalla sin problema. En este caso ni tuve asesora de lactancia, ni doula ni nadie que me apoyara, solo seguí por instinto porque sentía que era lo mejor para mi bebé. Y porque me pongo muy cabezona para mis cosas…
Mi leche no es buena
En dos ocasiones, una con cada una de mis hijas, tuve que escuchar que mi leche no era buena. Y estoy segura que es una se las frases que escuchan mamás lactantes por parte de profesionales que o bien no apoyan la lactancia materna, o no tienen una formación actualizada.
La primera, en mi caso, porque mi primera hija no engordaba lo suficiente. Las curvas y estándares no encajaban con su propia curva. Y claro, la culpa solo podía ser de mi leche. Luché mucho por esa lactancia (lo contaba aquí), y mi pequeña tomó un año de lactancia materna exclusiva. La leche no era el problema de su baja subida de peso, pues siguió igual con alimentación complementaria y después del destete. Pero si no hay lactancia, parece que el peso dejaba de ser tema. Mucho me costó entonces encontrar un pediatra que me apoyara. La receta de la mayoría parecía ser la leche artificial. 8 años después, sigue en esa curva. Aquí, para mi es clave diferenciar entre que el bebé pierda peso y que no suba “como los demás” Mi hija no perdía peso, solamente que ganaba un poco menos que el promedio.
La segunda vez que escuche que mi leche no era buena, fue con mi segunda hija. Después de 9 meses de lactancia materna exclusiva a demanda, de unas curvas que, en este caso, sobresalían de lo normal, y de 2 meses de alimentación complementaria, mi hija se estancó en su subida de peso. Sufría intolerancias a distintos alimentos, pero no lograban identificar a cuales, por lo que visité a un gastroenterólogo especialista. ¿Cuál fue su solución? La retirada de la leche materna, porque mi leche, después de 9 meses, ya no alimentaba. Y la pequeña estaba mal acostumbrada a ella, y por eso no comía. Según él, todo era maña. No hice caso y mi hija disfrutó de su lactancia materna durante de 18 meses, combinándola con los alimentos que toleraba. Ella decidió destetarse. Su intolerancia con los alimentos ha seguido, incluso la operaron, y en muchos momentos a lo largo de estos años hemos lamentado que se destetara tan pronto. De nuevo, no era problema de la leche.
¿Lactancia a demanda o con horarios?
En esto no tengo duda alguna. Después de luchar con una lactancia con horarios, en la que mi hija lloraba, rechazaba el alimento, después quería dos horas seguidas y yo “no podía darle”…después de liberarme y, con mi segunda hija, imponer cero reglas…tengo que contestar si si si a la lactancia a demanda. Para mí la lactancia a demanda fue mucho más flexible que la lactancia con horarios. Los horarios significaban solo salir durante los periodos sin tomas (que entre que un bebé toma, se le muda, y te preparas para salir, se reducían a nada); los horarios querían decir que si a mi bebe no le apetecía comer en ese momento era una lucha, que si ella quería tomar media hora yo solo podía darle 10 minutos y escucharla llorar.
Pero la lactancia a demanda significó el aprendizaje de leer los signos del bebé cuando tiene hambre, de ofrecerle el pecho también cuando tiene sueño, o frío. De entregarme muchas tardes a una lactancia intensiva, porque ella lo quería así, y verme recompensada con una noche de buen sueño. Podía ir con ella a cualquier parte, pues como tomaba cuando quería, apenas tomaba 5 minutos y se quedaba tranquila. Y era muy fácil leerla. Era fácil saber si quería un solo pecho o los dos, si solo tenía sed y con dos minutos de un lado tenía suficiente. Tampoco todo era un camino de rosas. Si quería salir sin ella podía encontrarme con una tarde en que la pequeña quisiera mamar todo el rato, porque tenía frío o necesidad de contacto (por eso llevarla a todas partes fue una gran solución). También podía comer toda la mañana, dormir toda la tarde y darme noches en vela. También es agotador a veces, tantas horas con la teta fuera, tantas horas sentada daba igual donde. También a veces miras al bebé y piensas “serán suficientes 9 meses, 12 meses, 15 meses” Pero son momentos, porque la lactancia es sacrificada en muchos aspectos. Desde la perspectiva de madre, me liberó la lactancia a demanda. No apuntar los minutos de las tomas, no tener que recordar cuando había empezado la toma anterior, no tener que despertarla si le tocaba o dejarla llorar si no era hora. Simplemente dejar que el instinto mandara.
En mi caso fueron 18 meses de muchos momentos de unión, de contacto, la sensación de tranquilidad que me ofrecía saber que nos leíamos a la perfección. Que mi bebé recibía su alimento, saciaba su sed, se resguardaba del frío y se sentía segura solo con darle la teta. La lactancia a demanda llevó también a un destete por elección del bebé, respetuoso y rápido.
Por supuesto, esto también debe ser elección de la madre. Pero muchas veces la imposición de horarios por parte del pediatra o la matrona, impone lactancias rígidas como fue mi experiencia con mi primera lactancia. No podía darle antes de las 4 horas porque mi leche no iba a ser buena, no podía darle más de diez minutos porque era vicio, si no se calmaba con esas condiciones era mi leche que no la nutría…mucha condición. Si madre y bebé logran adaptarse a la lactancia cada 4 horas, fantástico! Si así acomoda mejor a la familia (yo lo preferí sin horarios porque somos una familia de pocos horarios) Incluso muchas madres empiezan a demanda y van regulando con las semanas o los meses.