Cuando sabes lo que quieres, sabes exactamente lo que tienes que hacer para llegar a tu meta.
Muchas personas perdemos de vista el objetivo que pretendemos lograr porque no ponemos suficiente esfuerzo en hacer que las cosas sucedan. A veces, nos excusamos detrás de un esfuerzo “aparente” sabiendo muy bien que en verdad no estamos haciendo lo que deberíamos hacer.
Dar la milla extra en un trabajo no siempre trae sus resultados, sin embargo, cuando se trata de tu objetivo, ese que a ti te apasiona y te llena de alegría y energía tan solo de pensar en el momento en que lo hayas conseguido, debes ser sincero(a) contigo mismo y hacerte las preguntas siguientes: “¿Es este mi mejor y mayor esfuerzo?” “¿Qué más podría hacer que me acerque al objetivo?” O una pregunta como la que me hiciera José Breton, propietario de Eccellenza, una empresa de productos y servicios de consultoría y capacitación: “¿qué puedo hacer ahora (donde estoy) que me pueda ser útil cuando ya no esté aquí?” Confieso que esa ha sido una de las mejores preguntas que me han hecho para detenerme y pensar sobre mi estado actual y el estado deseado.
Si todo lo que hago es “demasiado” el esfuerzo para lo que quiero lograr, entonces ese no es el objetivo que en verdad me motiva lo suficiente. Punto para analizar.
Lograr lo que queremos exige esfuerzo y sacrificio, de tiempo, dinero y muchas otras cosas, pero créeme que, a pesar de que ves que es mucho, si en realidad no te pesa sino que más bien te motiva cada día más, entonces creo que ya encontraste tu propósito de vida.
Prefiero saber que en lo que hago hay por lo menos el 50% de todo y no sentarme a esperar sin hacer nada y obtener el 0% de logros, y después acusar a otro de que no sucedió nada.
A tener esfuerzo y valentía es a lo único a lo que estoy llamada.