Este jueves quiero traeros una de mis recetas favoritas, de estas que puedes preparar en escasos 15 minutos (y mucho estoy diciendo ya), y que por sabrosa y rica no tiene parangón. Podríamos enmacarla como una receta: buena, bonita y barata. Es una receta que varias veces he compartido por twitter, Cous Cous versión Aidixy.
Sí, digo versión Aidixy, porque normalmente, el cous cous es un plato muy elaborado, me refiero al cous cous típico, el que se hace en una couscutera, el marroquí.
Recuerdo cuando era pequeña, e iba a Melilla a visitar a mis familiares de allí, y cuando tocaba visitar a mi abuela, tenía un rico cous cous preparado. No lo preparaba ella, allí es típico tener moritas que ayudan con las tareas domésticas o son niñeras (y por favor no os toméis el término "mora o morita" como despectivo, considero que en la Península si se suele usar más de forma despectiva; mientras que en zonas como Ceuta y Melillla no se dice con esa connotación negativa, no os rasguéis las vestiduras. Es más, los mismos marroquíes que viven allí se denominan así entre ellos, pues no sienten esa connotación racista como sucede en la Península). Pues la de mi abuela, aún la recuerdo, Mina, que mujer más agradable y que bien se portaba con nosotros, la pobre ya falleció hace mucho. Recuerdo los dientes de oro que tenía, y como sonreía mucho, siempre los enseñaba; o las palmas de sus manos y pies pintadas con henna y el olor que desprendía a esa planta. Era mayor, pero tenía una mano haciendo cous cous... que delicioso que estaba. Si tenéis oportunidad de probar el auténtico cous cous marroquí, os lo recomiendo al 100%, porque ese sabor especiado, ese cordero tan rico... Menos el tema de comerlo con las manos, que yo con lo escrupulosa que soy, me es imposible, por lo demás, es un manjar.
En España es complicado encontrar el típico cous cous, así que venden el versión "rápida", ese que no requiere de couscutera, y del cual es obligatorio un paquete perpetuo en mi casa, porque no sabéis la de veces que me salva de complicarme en la cocina. No suelo ponerlo como plato único, sino como acompañante.
Y ¿qué porqué me enrollo tanto? sencillo, es que la receta es tan corta, que me iba a quedar un post enano, y os reconozco que he entrado en un bucle de recuerdos...
Vamos a ello...
¿Y la preparación? Chupá!
Poner una sartén a fuego medio con un poco de aceite. Cuando esté caliente, poner la cebolla picaita y los ajos picaitos. Marear un poco. Espolvorear con el jengibre que es en polvo, porque el fresco me resulta muy fuerte, y mis niñas me dirían tururú. Mareamos otro poquito. Espolvoreamos un pelín de pimienta de cayena (este ingrediente es opcional, dependerá si os gusta mucho o no el picante). Retirar del fuego cuando la cebolla y los ajitos estén doraditos.
Preparamos el cous cous tal y como indica el paquete. Lo típico es que os digan que se pone una cantidad de agua a hervir (suele ser el mismo número de gramos de cous cous utilizado), con un poco de sal y aceite y que cuando este agua rompe a hervir, retirar del fuego y añadir el cous cous. Mezclar muy bien, tapar y dejar reposar X minutos. Bien, aquí nosotros haremos una pequeña variación. Cuando pongamos el agua a hervir, pondremos la media pastilla de caldo de carne.
Cuando el cous cous esté listo, se debe de poner de nuevo al fuego, pero fuego flojito. Pondremos una nuez (eh Remorada? ;) ) de mantequilla, mezclaremos bien, y echaremos encima el sofrito de la sartén. Volver a mezclar, y servir.
¿Una variación facilona? Ayer mismo como no tenía ganas de picar las verduras y tal, lo único que hice fue espolvorear un poco de comino sobre el cous cous ya listo. Las niñas rebañaron el plato.
Como veis es un plato muy versátil, que acepta todos los ingredientes que queráis, la complicación e imaginación, es cosa vuestra.
¡Nos leemos!