La higiene de los bebes es muy importante, sobre todo cuando son recién nacidos. No solo porque tras los debidos cuidados el bebé se siente más fresco y limpio, sino porque es fundamental para mantenerle sano y evitar muchos de los posibles trastornos futuros. Además, el baño puede ser un momento ideal para estrechar nuestros lazos íntimos con el bebé, del mismo modo que ocurre con la lactancia.
A pesar de todo, la vuelta del hospital con el bebé recién nacido es un momento complicado. Todos los padres experimentan una gran inseguridad en cuanto a los primeros cuidados de su bebé. ¿Cómo debemos limpiarle? ¿Cuáles son los mejores métodos para cuidar su piel? En este reportaje, te damos algunas claves.
Zonas delicadas de su cuerpo
Durante los primeros meses de vida de un bebé es importante prestar atención a la higiene de algunas partes del cuerpo. Los ojos, por ejemplo, son una zona muy delicada. Para retirar alguna legaña o suciedad, debemos emplear una gasa empapada en suero fisiológico o agua, una nueva siempre cada ojo. De la misma forma haremos con la nariz, para lavar los orificios.
En cuanto a los oídos, no debemos introducir nada dentro, ya que eso empujaría la suciedad hacia dentro. Será suficiente limpiar el exterior de las orejas con una gasa húmeda. También debemos tener precaución con las uñas. Lo mejor es esperar unos días antes de cortárselas por primera vez y en ese momento debemos hacerlo con unas tijeras especiales para bebés, pequeñas y con las puntas redondeadas.
Por último, es importante limpiar bien el ombligo después de que se corte el cordón umbilical. El trozo que queda se oscurece y en unas tres o cuatro semanas se desprende sólo, pero mientras tanto debemos mantenerlo limpio a través de dos curas al día utilizando una gasa empapada en alcohol.
Higiene relativa al pañal
Otra zona que necesita estar perfectamente limpia es la zona que queda cubierta por el pañal. La falta de aire, la humedad y el contacto con la orina y las heces del bebé hacen que requiera cuidados especiales. Principalmente, debemos cambiar los pañales a menudo para prevenir las escoceduras, no debemos esperar a que el pañal esté mojado por completo puesto que tanto las heces como la orina son muy irritantes.
Para asear al pequeño lo mejor son las toallas desechables, aunque también se puede usar una esponja natural con agua tibia. En lo que se refiere al cambio de pañal, la forma es distinta según se trate de niño a niña. En el caso de las niñas, siempre de delante hacia atrás para que no entren gérmenes del ano en la vagina. Respecto a los niños, debemos hacerlo al contrario, prestando especial atención a la limpieza de la base de los testículos y el pene.
El baño
El baño diario puede convertirse en un momento placentero y relajante para el bebé. Sin embargo, si nos cuesta meterle en el agua debemos saber que un breve baño en agua tibia dos o tres veces por semana es suficiente para los recién nacidos.
Lo más práctico es tener una bañera pequeña que facilita el manejo del bebé y evita que se escurra. Simplemente debemos llenar un poco la bañera con agua tibia (unos 32º C y 38ºC) y coger al bebé con un brazo por detrás de la cabeza y espalda, sujetándole por la axila. Utilizaremos la mano libre para enjabonarle y aclararle con una esponja suave. No podemos dejar solo al bebé ni un segundo, por lo que lo mejor es preparar todo lo necesario antes de empezar. Con 10 minutos es suficiente, si lo alargamos el agua se enfría y la piel del bebé se puede debilitar.
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