Y entonces te preocuparás por que todo vaya bien. Te preocupará ese tirón, esa molestia, ese dolorcillo, ese color raro en tu flujo. Te preocupará la primera ecografía, saber si hay latido, cuánto mide, si se está formando correctamente. Te preocupará la segunda ecografía, a pesar de que te digan que todo va bien, te preocupará porque no sabes cómo irá mañana. Te preocupará no sentir sus movimientos, te preocuparán esas contracciones antes de tiempo, te preocupará si tienes diabetes, tensión alta, infección de orina. Te preocupará cualquier cosa que haga peligrar mínimamente el bienestar y la salud del bebé.
Te preocupará el parto, la lactancia, te preocupará saber si lo harás bien, si podrás con ello. Entonces te lo ponen en brazos, y cuando parece que lo peor ya ha pasado, que ahora lo tienes contigo, bajo tu total control, lo que hasta entonces te preocupaba ya no lo hace pero amiga, las preocupaciones no cesan, simplemente son diferentes.
Te preocupará cada llanto, cada gesto, cada ruidito que no entiendas. Te preocupará esa tos, los mocos, las décimas de fiebre, si se alimenta bien, si su peso es correcto, si se está desarrollando correctamente. Te preocupará si es pronto o tarde para que le salga su primer diente, si es pronto o tarde para caminar, si es pronto o tarde para hablar. Te preocupará dejarlo en la guardería porque no te queda más remedio, te preocupará incorporarte a trabajar porque ya no lo cuidarás el 100% de tu tiempo.
Entonces tu bebé camina, chapurrea con su lengua de trapo y está feliz. Pero tú te seguirás preocupando aunque no quieras. Porque ese trocito de carne es lo más importante de tu vida. Y te preocupará cada vez que coja un virus, te preocupará cuando no coma lo que tú esperas, cuando como más de lo que crees, cuando intenta llevarse cualquier objeto a su boca o meter los dedos en un enchufe. Te preocuparás cuando quiera tirarse solo del tobogán, o trepar a lo más alto. Te preocuparás cuando le pegue a un niño en la guardería, en el parque, y te preocuparás cuando sea tu hij@ al que pegan.
Te preocuparás por saber cuál es el mejor calzado, la mejor silla de seguridad para el coche, el mejor colegio, la mejor actividad extraescolar, la mejor bicicleta, el jueguete más entretenido.
Te preocuparás por que crezca sano y feliz. Te preocuparás por darle la mejor educación y el mejor ejemplo. Te preocuparás por hacerlo lo mejor posible y te preocuparás por creer que no lo estás haciendo todo lo bien que esperabas.
Te preocuparás, te preocuparás... ¿Alguna vez no te preocuparás?.
Me queda mucho en este largo camino de la maternidad. Como quien dice aún estoy empezando, y eso que llevo ya seis años en esto y he repetido experiencia... Pero, con todo lo que me queda por delante, aún me siento novata.
Pero si algo tengo meridianamente claro es que se que nunca dejaré de preocuparme. Una madre nunca deja de preocuparse por sus hij@s. Porque cada etapa que cierras cierra las preocupaciones surgidas en ella, pero cada nueva etapa en la vida de nuestros hij@s viene acompañadas de nuevas preocupaciones, ni mayores ni menores, simplemente diferentes. Y tanto nuestros hij@s como nosotros seremos diferentes, pues nadie es igual a lo largo de toda su vida. Los años, las experiencias, las circunstancias nos curten, nos hacen afianzar ideas, cambiar otras.
Te preocuparás cuando tu hij@ empiece el cole. Te preocuparás cuando flojee en los estudios. Te preocuparás cuando se disguste con algún amigo. Te preocuparás cuando quiera decidir por sí mismo y no estés de acuerdo con él. Te preocuparás cuando veas que tu hij@ crece irremediablemente, que cada vez depende menos de ti, te preocupará pensar que ya no te necesite tanto.
Te preocuparás cuando ese niño se convierta en un adolescente. Te preocuparás cuando quiera salir solo con sus amigos. Te preocuparás cuando esté fuera de casa y no sepas a ciencia cierta lo que esté haciendo. Te preocuparás cuando salga por la noche y no sepas a qué hora volverá. Te preocuparán es@s amig@s que no te gustan nada. Te preocuparás con es@ primer@ novi@ que se eche. Te preocuparás si la ropa le huele a tabaco o si viene con un chupetón, o un moratón.
Te preocuparás cuando se plantee su futuro, si decide ir a la universidad, estudiar una formación profesional, dejar los estudios, trabajar o no hacer nada. Te preocuparás por su futuro y su bienestar, sea cual sea su elección.
Y tu hij@ será adulto, habrá encauzado su futuro pero tú te seguirás preocupando. Te preocupará si termina los estudios, si se va a trabajar fuera, si no puede trabajar en lo que tanto deseaba, si no encuentra trabajo. Te preocupará si le va bien con su pareja, si es la persona adecuada para él. Te preocuparás cuando sufra un fracaso amoroso. Te preocupará que no siente la cabeza. Te preocuparás si se quiere independizar pronto, te preocuparás si con 30 años aún vive contigo.
Te preocuparás cuando su jefe lo putee, te preocuparás si no llega a fin de mes con su sueldo, te preocuparás si lo despiden, te preocuparás si no encuentra trabajo. Te preocuparás cuando decida hacer su vida con otra persona, te preocupará saber si ha elegido a la persona ideal para él. Te preocuparás cuando te haga abuela, te preocuparás si no te hace abuela. Te preocuparás si se separa de su pareja. Te preocuparás si enferma, tenga la edad que tenga.
Desde luego, nunca dejarás de preocuparte. Pero no te preocupes. Porque, afortunadamente, los hij@s no solo dan preocupaciones... Nos dan alegría, nos dan esperanza, nos da felicidad, nos dan el amor más puro y sincero.
Y eso compensa cualquier preocupación y convierte la maternidad en la mejor experiencia de nuestra vida.