“El pequeño experimento” se hizo con veintidós niños. Y para ellos, estas son las cualidades que todos los maestros deberían tener. ¡Allá vamos!
Maestros alegres y felices
Todos los niños de la clase pusieron que les gustaban los maestros que sonreían, que estuvieran felices y alegres. Y es que tienen toda la razón del mundo. La gran mayoría sabemos que un profesor con una actitud positiva es capaz de transmitir el placer de aprender a sus estudiantes, genera confianza y crea un clima escolar seguro donde los alumnos puedan hablar de lo que quieran.
Maestros divertidos y con sentido del humor
A los niños les encanta que los maestros se diviertan enseñando y que les hagan reír. Dicen que se lo pasan genial cuando cuentan anécdotas de su infancia y las travesuras que hacían de pequeños. ¿Creéis que hay algo mejor que aquellos profesores que se lo pasan en grande en sus clases y que tienen en cuenta el sentido del humor para acercarse a los estudiantes?
Maestros que escuchan y tienen en cuenta las opiniones
Todos los niños estuvieron de acuerdo en que les gustan los maestros que escuchan y que tiene en cuenta sus opiniones. Los docentes que practican la escucha activa hacen que los estudiantes se sientan más cómodos. Además, consiguen que los alumnos tengan más seguridad al hablar con ellos y en transmitir sus ideas. De esta manera, también se está fomentando el respeto entre los compañeros.
Maestros que no gritan ni castigan
Los niños han reconocido que alguna vez han tenido maestros que gritaban en clase y que les castigaban. Expresaron en las hojas que eso les hacía sentir mal y que les ponía triste ver a su profesor tan enfadado con ellos. Prefieren a los docentes que hablan con ellos con tranquilidad. Los docentes que saben gestionar las emociones, los impulsos y resolver los conflictos de manera pacífica son los mejores. ¡Lo dicen los niños!
Maestros que apoyan a los niños cuando están tristes
Los niños han reconocido que les gusta mucho que los profesores estén con ellos cuando estén tristes. Les encanta que los profesores les hagan sentir más cómodos en las clases si se encuentran mal. De esta manera, los maestros están mostrando ser humanos, sensibles y con empatía. Además, están generando un clima de confianza muy importante en el aula.
Maestros que no se centran únicamente en los resultados
Los niños expresan que se sienten bien cuando los profesores reconocen el esfuerzo y todo lo que han trabajado a pesar de no obtener buenos resultados. Los docentes de corazón saben que no todo gira alrededor de las notas y de las calificaciones. Por eso, valoran el interés del niño en aprender, la motivación, la participación en clase… Todo eso también es clave para que se de un correcto proceso de aprendizaje.
Maestros que no tengan miedo a jugar en clase
Los niños que participaron en el “pequeño experimento” dijeron que les encantaba jugar con sus profesores. Que su tutora (mi amiga) dedicaba los quince últimos minutos de cada clase a jugar con los estudiantes (y doy fe porque hace unos días me pidió prestados algunos juegos de Memoryteca, la tienda online especializada en juegos neuroeducativos. Y para no variar… ¡los niños lo pasaron en grande!
Maestros que no mandan deberes excesivos
A los niños les gusta poder tener tiempo libre por la tarde para hacer lo que de verdad les gustan. Y adoran a los maestros que no les mandan muchos deberes para hacer al día siguiente. Expresan que se lo pasan bien haciendo sopas de letras con palabras que han aprendido por la mañana y rellenando crucigramas. Y les encantan los juegos en internet que les recomienda su maestra.
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