Estudiantes valorados: motivación y ganas de aprender
Hay alumnos que se muestran inseguros, que tienen dudas sobre sí mismos, sobre sus maneras de hacer las cosas, sobre lo que valen y su utilidad en el aula y sobre si son realmente inteligentes. Me arriesgo a decir que todos los estudiantes nos hemos sentido así alguna vez en nuestras vidas. Hemos perdido fortaleza, confianza, seguridad y optimismo.
Y muchas veces nos hemos preguntando dónde se ha ido de vacaciones el lado positivo de nuestro cerebro. Pero, ¿qué pasaría si un profesor ayudara a los alumnos a recuperar la fe en ellos mismos? ¡Aquí tenéis algunas consecuencias posibles de que los docentes crean y confíen en los estudiantes.
Los alumnos volverían a recuperar las ganas de aprender
Si los estudiantes saben que su maestro confía en ellos y les valora adoptan una actitud positiva. Y una actitud positiva es increíblemente importante para aprender con ilusión y emoción. Una actitud positiva provoca que el aprendizaje sea más activo, ameno y práctico. Y por supuesto, si los alumnos son conscientes de que en clase les comprenden y les tienen en cuenta, estarán más motivados.
Recobrarían la seguridad, autoestima y confianza en ellos mismos
Todos necesitamos de vez en cuando una mano en la espalda para poder seguir avanzando. Todos alguna vez sentimos que nuestro ánimo y fuerzas flaquean. Evidentemente, a los alumnos les puede pasar lo mismo en clase. Pueden estar presionados por las calificaciones, por las notas o por los exámenes. Y eso, puede causar que vayan perdiendo su propia esencia y que aflore situaciones de inseguridad y desconfianza. En estos casos, su autoestima también se vería muy afectada.
Se comprometerían más con el entorno que les rodea
Un profesor tiene que creer y confiar en los estudiantes. De esta manera, está fomentando compromiso y valentía para luchar ante determinadas situaciones e injusticias de la vida. Un docente que escuche las ideas y pensamientos de los alumnos y que les anime a llevarlos a cabo, está favoreciendo la reflexión y el debate. Algunas veces, los alumnos necesitan una mirada de aprobación o un “sigue así” de los docentes para seguir por su camino.
Se valorarán por quiénes son. Con sus defectos y sus virtudes
Un maestro que no juzgue los defectos, estará haciendo saber a los estudiantes que nadie es perfecto y que todos cometemos errores y equivocarnos. Les ayudará a entender que eso es parte del aprendizaje. Desde mi punto de vista, los alumnos deberían estar alejados de la idea y concepto de perfección para evitar presiones, estrés, ansiedad y malestar. De esto modo, aunque los estudiantes cometan fallos, los profesores no perderán la fe en ellos. Así, aprenderán lo que es la empatía y la sensibilidad con los demás.
Encontrarán la fuerza para enfrentarse a los obstáculos y superarlos
Contar con un docente que apoye, guíe y esté presente todos los días, hará que los alumnos tengan la fuerza necesaria para enfrentarse a los obstáculos e intentar superarlos. De esta manera, creerán en ellos mismos, en su forma de hacer las cosas y en su valentía, en su constancia. Y crecerá en ellos un orgullo sano de no haber dejado de intentar superarse y de no haberse rendido pese a caerse en algunos momentos.
Me gustaría dejar claro una cosa: cuando estén en el aula, es tarea de los maestros creer y confiar en los alumnos. Pero cuando están en casa, es ocupación de las familias seguir con la misión que han comenzando los docentes. Trabajando en equipo y unidos, es la única manera de que los estudiantes se sientan seguros de sí mismo y crean en ellos. Así no perderán la fe en lo que hacen. No vale de nada que los padres se despreocupen, no le den importancia y lo dejen todo en las manos de los profesores. Si es así, tendríamos un proceso incompleto y no sería de gran utilidad.
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