La educación jamás debería desestimar la creatividad en ninguna de sus vertientes. Todos podemos aprender a ser más creativos, básicamente porque todos los niños son curiosos y quieren contrastar sus pensamientos con la realidad, ver qué pasa si...El potencial creativo es propio, único, e irrepetible, al que como maestros debemos dar valor. Esa creatividad parte de un lugar que es natural en todos nosotros y los docentes somos testigos de los múltiples aspectos creadores de los niños y niñas.
Para favorecer una comunicación basada en la creatividad ha de tenerse en cuenta que el niño no reproduce la realidad sin más, sino que la reconstruye a partir de su propio entendimiento y, sobre todo, de su vivencia. El niño experimenta con su cuerpo desde las sensaciones y percepciones, que le facilitan información desde todos sus sentidos. El cuerpo también es un instrumento de expresión.
Se entiende que el niño es un sujeto activo, que participa de su proceso creativo y es un elemento consustancial al desarrollo de su personalidad. Por esta razón es responsabilidad del docente permitir el desarrollo de este proceso en el día a día pese a las diversas realidades educativas que se produzcan. Mil gracias a los muchos maestros que propician espacios en los que se producen procesos de creatividad lúdica, integrando propuestas y actividades dentro del currículo de educación.