Cuando Belén me propuso que escribiera un artículo hablando sobre mi historia y mi trabajo pensé: ¡con lo mal que se me da hablar de mí! Pero luego se me pasó y aquí estoy.
Comenzaré por el principio… Soy Nuria Ortega, fundadora del espacio de difusión para la educación respetuosa Educar para el futuro. Tengo dos hijos de 8 y 6 años, y cuando el primero de ellos nació, la idea mental que tenía acerca de la maternidad se vino abajo. ¡Aquello no era lo que me habían contado! O más bien, lo que yo me había querido imaginar.
Pude ofrecer a mi bebé lactancia materna, pero a las 3 semanas comenzó la que se iba a convertir en una pesadilla para mí: mi pequeño desarrollo una alergia a la proteína de la leche de vaca.
Los días se volvieron largos y las noches eternas. Mi bebe dormía muy poquito de noche y de día, a los 20 minutos de sus tomas comenzaba a estar inquieto y lloraba sin cesar. Volvía a tomar pecho, pero enseguida se soltaba estirándose hacia atrás. A veces parecía que se calmaba, pero en 5 minutos volvía a sentirse mal. Al principio, como no sabía que le ocurría le ponía al pecho, pero al final terminaba vomitando. Entonces sí se quedaba tranquilo, pero solo durante un tiempo, hasta que volvía a tener hambre.
En el ambulatorio me decían que era normal, que eran cólicos y que no me obsesionara. Un día la enfermera llegó a decirme que estaba demasiado agobiada por estar todo el día en casa con mi bebé y que quizás necesitaba buscarme un trabajo (me había quedado en paro muy poquito antes del parto), porque así lo único que lograba era transmitir mis nervios a mi pequeño. Esto sabía que era posible, muy posible, pero sentía que había algo más.
La culpabilidad aumentaba en la misma proporción que mi autoestima disminuía. Mi instinto me decía que mi bebé tenía alergia, me había informado por internet y coincidían los síntomas, pero mis intentos de eliminar alimentos lácteos de mi dieta no eran suficientes para poder ofrecer pruebas “sólidas”. Así, tras cada visita al médico salía pensando en que no tenía razón en nada de lo que intuía, que era absurdo dejar de tomar lácteos ni intentar nada.
Restar validez a tu instinto es una de las peores decisiones que puedes tomar, sobre todo cuando eres mamá.
Y ahí comenzó todo. No me resigne, y tras meses (a los 8 meses exactos) llevé a mi bebé a un médico privado a explicarle nuestro caso. Con la introducción de la alimentación sólida sus síntomas habían empeorado, lo cual me dio el empujón necesario para decidirme a buscar una segunda opinión.
Las pruebas me devolvieron la confianza en mí misma y en mi instinto. Mi pequeño tenía alergia, ¡y unas cuantas!
En menos de 10 días, eliminando los alimentos causantes de alergia (5 en concreto), todo mejoró significativamente. Él se encontraba mejor y yo me sentí liberada.
Así que en aquel momento decidí que tenía que ayudar a otras madres a confiar en sí mismas y, de algún modo, ayudarlas en la crianza de sus niños. No sabía cómo, pero iba a hacerlo.
Comencé a formarme en educación infantil, creí que era una buena base el obtener conocimientos sobre el desarrollo de los niños desde los 0 a los 6 años. Muy pronto llegó a mi vida la disciplina positiva. ¡Acababa de descubrir la línea educativa que quería transmitir! Una educación útil desde el primer día de vida de un bebé, que potenciaba la confianza en las madres (y los padres, claro) y en los hijos, los cuales tienen mucho que contarnos desde que nacen. Los niños se comunican desde el primer día y con una observación atenta podemos trazar nuestra propia guía educativa.
Me certifiqué como educadora de padres y aula en Disciplina Positiva por la asociación americana The Positive Discipline. Mi formación ha seguido en el área del desarrollo personal y el liderazgo, puesto que en todos estos años he descubierto que no podemos educar con amor si nuestro interior está agitado.
Con mi trabajo intento ofrecer un apoyo integral a todas las familias que deseen dar un giro a la forma de relacionarse con los niños, que deseen aprender a educar sin castigos, premios y cualquier otro tipo de condicionamientos. Para ello creé el curso y escribí el ebook Atrévete a educar sin castigar, un manual en el que puedes encontrar muchas herramientas basadas en habilidades sociales, el respeto mutuo y el amor.
Pero mi trabajo no estaría completo si no dedicase una buena parte de mi tiempo a la difusión del autoconocimiento y el autocuidado. Algo muy muy básico para cualquier madre o padre es la toma de conciencia de sus necesidades, de sus reacciones y de sus conductas. Los padres cargamos con mochilas pesadas y reproducimos patrones inconscientes con nuestros hijos. En muchas ocasiones esta es la causa del sufrimiento de las mamás que trabajan conmigo: Están tratando a sus hijos del modo en que se prometieron no hacerlo nunca, están reaccionando de manera automática una y otra vez, justo como no quieren reaccionar. Y en muchas ocasiones el conocimiento de herramientas o de otras formas de educar no son suficientes puesto que, si no estamos bien, si no nos sentimos completos y felices, no podemos ofrecer a nuestros hijos la mejor educación posible. Y esto lo he experimentado en mi propia piel.
Y de esta experiencia nace Completamente mamá, un ebook que escribí tras pasar un periodo de introspección y autoobservación, tras tomar conciencia de mis sombras más ocultas y aceptarlas, tras tomar conciencia de mis necesidades y permitirme satisfacerlas. En el ebook cuento las técnicas que utilicé para dar el salto más cualitativo en la relación con mis hijos, que se produjo gracias a comenzar por mí misma. Hasta entonces había conocido la teoría, pero gracias a los cambios que se produjeron después, logré aplicarla en un alto tanto por ciento de las ocasiones.
Cuando tú estás bien puedes relacionarte con los tuyos de un modo positivo, sacar paciencia de dónde parecía no quedar y tener las ideas más creativas que jamás hubieses creído que ibas a tener para ganarte la cooperación de tus hijos.
La crianza y la educación de los niños es uno de los máximos caminos de autoconocimiento que conozco, y gracias a la relación que mantenemos con ellos podemos descubrir aspectos internos pendientes de aceptar y heridas abiertas dispuestas a ser sanadas. Si estas dispuesta a mirarte cara a cara en el espejo que los niños te proporcionan, puedes estar frente a una vía de liberación del pasado y de crecimiento personal que nos permita alcanzar la paz y la confianza que merecemos.
Tengan la edad que tengan tus hijos, si hay una situación que te inquieta, te preocupa mucho, o saca lo peor de ti, pregúntate qué puede estar queriéndote mostrar esta situación. ¿Qué necesitas aprender? ¿Para que estás viviendo lo que estás viviendo? ¿Qué hay en tu interior que tiene que ver con esta situación?
Amar y Lactar sorteará un ejemplar de este ebook Completamente Mamá y espero que la persona ganadora disfrute de la lectura y que las enseñanzas que hay en él le lleguen justo en el momento adecuado y necesario. Nada es por casualidad.
Un abrazo a todos los lectores de Amar y Lactar.
Espero que os haya gustado el post tanto como a mí. Os dejo la página web Nuria Ortega www.educarparaelfuturo.com para que podáis leer y aprender un montón de cosas más.
Gracias Nuria por tu tiempo y tus conocimientos. Espero poder tratar muchos más temas sobre la disciplina positiva en Amar y Lactar.
Si te ha gustado, ayúdame a compartir… ¡Gracias!