El proceso de gestación representa una de las etapas en la vida de la mujer donde está expuesta a más cambios físicos, emocionales, hormonales y psicológicos esto influye en que muchas veces algunas mujeres no logren reconocer con exactitud su cuerpo. Por ejemplo, la hormonas hace que durante la gestación los músculos y ligamentos de la espalda se relajen y estén más débiles. Además, a medida que la tripa crece, perdemos la postura correcta y tendemos a sacar tripa, metiendo los riñones, para lograr el equilibrio, forzando la espalda demasiado.
Lo narrado anteriormente puede derivar en afecciones graves en el nervio ciático, desencadenando pinzamientos en cualquier instante, en caso de que no se trate y se tomen las medidas necesarias para prevenir agravantes. Es más serio de lo que pensamos, puesto que, a diferencia del lumbago, el dolor de la ciática se localiza en la parte media de la nalga y la mayoría de las veces es tan fuerte que impide moverse e incluso andar, por lo que conviene fortalecer la espalda con ejercicios adecuados y manteniendo la postura correcta.
También se recomienda una serie de prácticas para prevenir estos males, actividades como: caminar sin ladearte, manteniéndote lo más derecha posible, echando los hombros hacia atrás y evitando coger peso. Además, no te pongas zapatos de más de cinco centímetros de tacón y cuando te sientes, hazlo en asientos con respaldo. Por último, a la hora de dormir, hazlo de lado con una almohada entre las piernas y estírate cada mañana antes de levantarte.
¿Has sufrido ciática durante el embarazo?
Imagen: Mathieu Jarry/flickr