He elegido este libro precisamente por su orientación educativa y cómo puede beneficiar al aprendizaje. Con él han parecido términos conocidos de gestión del aula, de aprendizaje experiencial, de la importancia del cuidado de la inteligencia emocional. Hoy quiero hacer un análisis en conjunto del libro tratando de repasar aquellas claves fundamentales para mi propia expansión educativa relacionadas con el campo en el que trabajo, al mismo tiempo que me gustaría profundizar en alguna de las teorías sobre las que se apoya, para que este análisis pueda servir de referencia express a tener en cuenta.
Podemos ver esa conjunción que tanto me interesa entre experiencia y juego y lo que conlleva para el aprendizaje: trinomio cognitivo, emocional y reflexivo, como bien se apunta ya desde el prólogo del libro.
Desde el 1º capítulo se asientan las bases de esa forma de aprender de los niños desde que nacen. La estructura de pensamiento que va creciendo en nosotros corresponde al trinomio:
sensación-emoción-pensamiento
Ya nos indicaba Winnicot como las necesidades emocional se van forjando y construyendo con las respuestas de los padres, ofreciendo un espacio de seguridad y comprensión necesario para que se vaya creando ese hábito emocional en el niño y se vaya asimilado e interiorizando hasta lograr la capacidad de gestionar esas emociones. Si por el contrario no se logra esa sensación de seguridad, el niño se ahogará en sus propias emociones porque no llega a comprenderlas. Podéis revisar el artículo del apego seguro para dar cuenta de cómo afecta esta incomprensión y desorganización inicial y cómo puede manifestarse incluso en etapas adultas la falta de apego. Esa reacción del niño sin apego provocará el surgir de mecanismos de defensa, que nos hacen reactivos y que provocan que seamos incapaces de gestionar la realidad. Entre ellos se encuentra la capacidad de tolerar la frustración que, para lo que nos ocupa en el campo educativo, se traduce en un rechazo al aprendizaje, una conexión con una emoción dolorosa que nos impida volver a intentar algo y que puede llevarnos directamente al fracaso. El que ha logrado esa primera seguridad, ese apego, tiene las bases suficientes para soportar el fracaso y reintentar la hazaña, convirtiendo el fracaso en un paso hacia el aprendizaje. El que ha sufrido desapego tendrá más dificultades, lo que nos indica que la emoción está conectada directamente con el aprendizaje.
Las autoras en este libro hacen una primera distinción que creo fundamental para los que somos docentes. Por un lado está el aprender acerca de la experiencia que nos provee de información y conocimiento, es puramente teórico. Lo comparan con el aprendizaje adhesivo de Meltzer, se pega a la mente pero no penetra, es puramente superficial.
Por otro lado está el aprender desde la experiencia, algo vivencial donde las emociones y las sensaciones se cruzan y construyen haciendo crecer un poder transformador porque nos implica directamente. Justamente son las emociones las que logran que algo perdure en la memoria.
Durante ese primer paso hacia el aprendizaje desde la emoción se une el poder de la reflexión. Contamos con ello en educación infantil, con la introducción de la Asamblea que da paso a un discurso dialogo donde se comparten experiencias, donde se aprende de ellas, donde se repasan y en donde la inteligencia emocional se tiene en cuenta, aprendemos a poner nombre y razón a qué nos pasa en nuestras experiencias y a distinguir nuestras emociones durante el proceso, damos un significado a nuestras emociones y a la de los demás y, en definitiva, se cultiva la empatía.
Con esta primera introducción más propia del campo de la psicología pero que incide directamente con lo que se va a tratar más adelante comenzamos a distinguir lo que es propiamente coaching. Me quedo con esta frase que aparece en el libro porque resume bien lo que amplio a continuación.
Es un proceso conversacional orientado al aprendizaje
Por un lado el coaching propone reflexionar, ser consciente de nuestras actuaciones, de nuestra emociones, de nuestros pensamientos y aceptarlas como son. El hecho de hacernos responsables de las mismas nos abre la puerta a utilizarlas o gestionarlas conscientemente. El coach en este punto sería la persona que nos facilita ese camino de comprensión, nos ayuda a ser creativos partiendo de nuestras propias opciones, porque en definitiva lo que busca es ese poder transformador de búsqueda de la excelencia, del talento, de nuestras metas.
El resultado final es que trabajamos con nuestras propios caminos para cumplir nuestros retos logrando crear hábitos de aprendizaje que posibiliten recorrer caminos para alcanzar metas. No se buscan los resultados, se busca el proceso que seguimos que atiende a un ritmo y tiempo determinado para cada uno.
Llevado al aula, las autoras proponen el coaching como el proceso donde se crean espacios que permitan a los estudiantes aprender a pensar, a desarrollar un rol activo y a resolver problemas.
En todo ello la motivación, las ganas de aprender y de conectar ese aprendizaje con la realidad son fundamentales. Lo conseguimos a través de la experiencia que es la que les involucra y les conecta directamente con esa realidad y por tanto, favorece su inclinación natural a aprender.
Por un lado apuntan la teoría del aprendizaje experiencial de Kolb en sus cuatro fases:
Experiencia concreta que permite tomar como punto de partida una experiencia vivida por el estudiante y que sirve de contextualización. Es aquí donde el docente-coach identificará la necesidad de cada aprendiz para guiarle y donde el mismo aprendiz debe identificar su propio reto, conectando sus emociones con el motivo de aprendizaje. Se trata, como bien indican las autoras, de un catalizador, facilitador de espacios donde los alumnos piensan y se conocen a sí mismos.
Observación reflexiva, de la realidad, con diferentes roles para tomar conciencia de cada enfoque, en busca de los insights (comprender desde dentro).
Conceptualización abstracta: teorizamos lo que hemos observado. Se buscan opciones, elaboran hipótesis en busca de la formula que defina o aglutine el contenido. Buscamos generar un pensamiento nuevo.
Experimentación activa: integración de todo lo anterior a través de la práctica en la realidad, pudiendo repetirse los procesos (iteración al design thinking), de manera iterativa, hasta lograr construir nuestro propio pensamiento con el que nos sentiremos profundamente comprometidos. Desarrollaremos nuestro pensamiento crítico y nos responsabilizaremos de nuestro propio aprendizaje.
Para sacar el máximo provecho a estas fases es necesario establecer un orden que regirá cada momento. Ese orden viene de la mano de un contrato donde se establezcan los límites, los roles, en definitiva las reglas del juego ( a la gamfiicación).
El cierre del proceso también es importante. Porque es el momento de llevar esa experiencia de aprendizaje al contexto real del estudiante y proveerle de feedback. Creo que es importante en esta fase tener en cuenta las rutinas de pensamiento: qué queremos hacer, cómo lo vamos a hacer, qué pasará después de hacerlo…Cómo veis todo está interrelacionado.