Ella empezó con poco, pedidos insignificantes, a cuenta gotas, incluso de 1 unidad. Pero pasó un año y ahí seguía. No suelen durar tanto. Y entonces sus pedidos ya no eran tan pequeños, pedía 30-40 camisetas cada mes. Y pasados unos meses más, pedía 100. Y no sabemos como pasó a pedir 500-600 prendas a la semana. Fue una locura. Trabajábamos como locos, y salían cientos de prendas impecables casi a diario.
Nuestro pequeño y sencillo taller
Y yo por primera vez me sentí realmente feliz en mi trabajo. Diseñaba sus camisetas, y me divertía un montón. Al principio me decía exactamente lo que quería, y al final confiaba tanto en mi que me dejaba inventar. Me sentí realmente bien con esto, pues ella siempre me hacía ver que le encantaba lo que hacía. Me desarrollé muchísimo como diseñadora, y también observé como ella iba creciendo. Ahí realmente nací yo como diseñadora. Yo no sabía que ella se convertiría en mi referente, cuando en un futuro naciese Wondermami.
¿Y cómo era ella? Absoluta e impresionantemente perseverante. Nunca, jamás se rindió. Yo no sé si ella lloró, que imagino que si, ni sé si ella sintió que todo lo que hacía no valía para nada, que imagino que también. Sobretodo cuando durante un año movía sus productos (sobretodo por Instagram) sin resultados. Pero como si de una bolsa de palomitas en el microondas se tratase, su negocio explosionó.
Imagen del taller cuando trabajábamos para ella
Qué fácil podría parecer desde fuera. Pero cuando en un año no obtienes beneficios y no conoces el futuro, lo más habitual es tirar la toalla. Y ella no lo hizo.
Pero no todo fue maravilloso. Ella no se portó bien con nosotros. Nos pidió muchas veces que dejásemos de trabajar para otros y lo hiciéramos solo para ella. Compramos muchas máquinas para darle servicio, y finalmente, marchó sin decirlo claramente. Y cuando marchó nos dejó un taller vacío y un montón de plazos para pagar las máquinas que cogimos. Desde ese momento y aún hasta hoy arrastramos deudas.
Pero no le guardo rencor. Se portó mal, pero yo he aprendido mucho con esto. Fuimos ingenuos, y las lecciones hay que aprenderlas.
Además ella me enseñó.
Me enseñó a creer en mis diseños. Me enseño a diseñar para personas. Me enseñó que crear una marca es posible. Y me enseño a perseguir mis sueños.
Me empujó a crear Wondermami.
Porque ahora ya sé que el truco está en seguir tu camino y nunca rendirse. Me enseñó a construir desde la nada.
¿Cómo le voy a guardar rencor a la persona que me hizo ver que puedo construirme a mi misma?. De todo corazón, gracias por cruzarte en mi camino, aunque como toda rosa, me pinchaste al cogerte.