La pérdida gestacional es una dura experiencia a la que se enfrentan muchas mujeres. En este post te cuento algunas estrategias para superar un aborto.
Cuando pensamos en la reproducción humana se nos vienen a la cabeza un montón de ideas: sexo, embarazo, parto, lactancia… pero ¿qué sucede con las pérdidas gestacionales? ¿Por qué no se nos enseña a superar un aborto?
Aun hoy en día es un asunto delicado que incomoda al que escucha y del que se intenta saber lo menos posible. Pero negar la realidad no soluciona el problema si no que, si lo envolvemos en un halo de oscuridad, la pena y la culpa pueden apoderarse de la mujer que lo sufre.
Mi intención con este post es hacer esta realidad visible, llamando a cada cosa por su nombre y ofrecer herramientas para superar un aborto. Y lo hago a través de mi propia experiencia y de todo lo que de ella aprendí ¿Me aconpañas?
Mis primeros dos embarazos
Mi primer embarazo llegó en Febrero de 2016. Recuerdo que una mañana me levanté con síntomas de resfriado: tos, mocos, dolor de garganta. Decidí ir a la farmacia y justo cuando iba a pedir un antigripal pensé ¿a mí no me tenía que haber venido el periodo ayer?. Así que además del ibuprofeno me compré un test de embarazo y esa misma tarde tuvimos nuestro positivo.
Lloré de alegría. Llevábamos varios meses buscándolo sin éxito y estaba empezando a pensar que no iba a conseguirlo. Pero allí estaba: mi primer hijo. Rápidamente le contamos la noticia a nuestra familia y amigos, estábamos felices.
Pedí cita en mi ginecóloga y me dijo que estaba todo bien, se veía una pequeña vesícula, y que me repetiría la ecografía en 3 semanas. Fueron 3 semanas de felicidad absoluta, pensando, sintiendo e imaginando a ese bebé tan deseado.
En la segunda ecografía se vió que algo no iba bien. Tenía latido, pero era demasiado pequeño para su edad gestacional. Me emplazó para la siguiente semana, quería ver la evolución. Siete días de preocupación en los que le pedía por las noches que fuera fuerte y resistiera, que tenía muchísimo amor esperándole. Pero no fue posible, una semana después no había latido.
Mi segundo embarazo me pilló fuera de juego. Habían pasado 6 semanas desde el aborto y aun no había tenido el periodo de nuevo. Yo estaba trabajando y de pronto empecé a sangrar. Pensé uy, mira, aquí está de nuevo la menstruación. Pero me equivocaba.
Dos horas después estaba camino de urgencias con una tremenda hemorragia Recuerdo que me metieron en un box sin ni siquiera pasar por admisión, directa a exploración porque me desangraba, literalmente.
Tras explorarme, la ginecóloga y yo tuvimos un diálogo de lo más absurdo:
Doctora: has tenido un aborto
Yo: si, hace seis semanas
Doctora: no, ahora, hoy
Yo : no, no, no es posible
Doctora, mirando la pantalla del ecógrafo y después a mi con cara de pocos amigos: vamos a ver… ¿tu has tenido relaciones?
Yo: no, bueno, eeh, si pero….no….eeeh, bueno, si
Doctora :pues eso…
Me dejaron ingresada por si ocurría un milagro y aquella pequeña vesiculita que se veía en la pantalla resistía y se quedaba solo en una amenaza. Pero no fue así.
Durante una noche fui la mamá de ese pequeñito bebé del que desconocía su existencia y le dí todo el amor y la ternura que se pueden dar en una sola noche, aun sabiendo que era casi imposible recuperarlo.
¿Por qué a mi?
Esta es posiblemente la pregunta que nos hacemos todas las mujeres que sufrimos un aborto. Pensamos que es algo excepcional que sólo nos ha ocurrido a nosotras y nos invade un sentimiento de culpa desolador.
Pero quizá la pregunta que deberíamos hacernos sea otra. La pregunta correcta sería ¿por qué no me han preparado a mí?.
Resulta que entre el 25 y el 50% de los embarazos terminan en un aborto espontáneo, generalmente antes de las 12 semanas de gestación, y en los casos de aborto muy temprano sin que la mujer sea ni siquiera consciente de ello.
Esto tiene dos lecturas que merece la pena analizar. La primera de ellas es que no se nos prepara para ello. Desde pequeñas nos cuentan lo que será la menstruación, se nos habla del embarazo, del parto, de tener hijos…pero no de perderlos. Y cuando llega la dura realidad, mucho más frecuente de lo que pensábamos, nos pilla sin recursos ni herramientas para afrontarla.
La segunda lectura es que existe un tabú en torno al aborto. Se esconde, se tapa, como si fuera algo de lo que avergonzarse. ¿Te imaginas que alguien escondiera que le han operado de apendicitis o que ha tenido piedras en el riñón? Es de locos ¿verdad? Pues muchísimas mujeres siguen escondiendo sus abortos, para que nadie lo sepa, cuando es un fenómeno más de nuestra naturaleza.
Romper el tabú
Tras mi primer aborto me invadió una tormenta de sentimientos: pena, dolor, impotencia, incomprensión, culpa, rabia…un cocktel difícil de digerir.
Entonces sucedió algo inesperado. Publiqué en mi cuenta personal de Facebook un post contando lo que me había pasado, con toda mi pena, mi rabia y mi frustración . Para mi sorpresa, comenzaron a llegarme mensajes de amigas, conocidas, compañeras de trabajo, antiguas compañeras de colegio, mujeres a las que hacía años que no veía o que no conocía en persona, todas con una misma historia : a mí también me pasó
Resulta que mi entorno estaba lleno de historias idénticas a la mía pero que habían sido sistemáticamente ocultadas, guardadas en el más perdido de los cajones, por algún motivo que hoy en día sigo sin entender.
De todas esas mujeres que me escribieron saqué valiosos consejos para superarlo, encontré la empatía y comprensión que echaba tanto en falta y me quité la enorme losa de la culpa. Lo que me había pasado no era culpa mía, no era culpa de nadie. Y gracias a sus historias, fui encontrando el camino para salir de ese túnel y superar mis abortos.
Frases que no ayudan
En ocasiones la gente intenta consolarnos dándonos palabras de apoyo que piensan que nos pueden ayudar. Sin embargo, muchas veces esas frases tienen un efecto contrario, haciéndonos sentir peor. Son los temidos opinólogos, que con toda su buena intención nos dan unas consignas poco acertadas para superar un aborto.
Estas son algunas de esas célebres frases que hubiera preferido no escuchar:
Aún eres muy joven, ya tendrás otro: esto no consuela en absoluto. Yo quería tener este bebé, los bebés que tenga en el futuro no lo van a reeemplazar.
Casi no era nada, un puñado de células: era mi hijo, muy, muy pequeño, pero mi hijo. Y eran mis ilusiones, enormes, gigantes.
Mejor ahora que más adelante cuando le hubieras cogido cariño: igual no se entiende bien, pero el amor que se siente desde el primer momento es infinito.
Es que lo has dicho demasiado pronto, la próxima vez espérate al tercer mes para contarlo: contarlo o no depende de cada pareja, de las ganas que tengan de compartir su felicidad.
Lo importante es que ya sabes que puedes quedarte embarazada: el aborto como prueba de fertilidad … a mi no me convence.
¿Aún estás dándole vueltas? Tienes que superarlo cuanto antes: es imposible y contraproducente meter prisa a las emociones. Cada duelo requiere su tiempo.
Mejor eso a que hubiera nacido mal: si, y mejor también a que nos caiga un meteorito o se me incendie la casa. Este comentario tan eugenésico no aporta nada positivo.
Este es un aviso para personas que en un futuro se encuentren frente a una mujer que ha sufrido un aborto : si de verdad quieres ayudar no digas ninguna de estas frases. Simplemente escucha, acompáñala en sus emociones y dale compañía y afecto. No necesita nada más.
Cómo superar un aborto
No existe una manera universal, como un decálogo infalible, para superar un aborto o pérdida gestacional. Una vez más, cada mujer es un mundo y necesitará un tiempo diferente para recomponerse y superar este duro revés.
Hay mujeres que en unas pocas semanas han conseguido retomar su vida, mientras que otras necesitarán meses o incluso años para hacerlo, y las dos alternativas están bien.
Sin embargo, existen algunas herramientas para pasar ese momento de una manera menos dolorosa:
Validar los sentimientos Tanto si solo quieres meterte en la cama y llorar, como si necesitas estar siempre rodeada de gente, permítete hacer lo que te pida el cuerpo en ese momento, sin juzgarte ni sentirte mal por ello. No estamos aquí para dar explicaciones.
Cuidar el cuerpo Un aborto es un proceso duro a nivel físico y tu cuerpo necesitará unas semanas para poder recuperarse. Mímate, reconcíliate con tu cuerpo y cuídalo respetando sus tiempos para curarse.
Las prisas no son buenas Vas a tener que pasar por un duelo, con todas sus fases. Intentar acortarlo, meterte prisa por volver a ser la de antes y actuar como si nada hubiera pasado es contraproducente. Lo que no se cura bien en el momento, suele volver a aparecer al cabo del tiempo.
Escuchar solo a quien aporte Rodearse de gente que sepa escuchar y consolar y alejarse de aquellos comentarios que nos hacen sentir mal es una manera de protegernos. Encontrar personas que nos sirvan de apoyo es fundamental para superar un aborto.
Deshacerse de la culpa La mayoría de los abortos se producen por alteraciones cromosómicas y otros muchos por causas que se desconocen. No te martirices pensando en si fue por algo que hiciste o dejaste de hacer. Nadie tiene la culpa, y mucho menos tu.
Conmigo para siempre No podemos pretender olvidar lo que nos sucede, por muy triste que sea. Pensar que durante un corto periodo de tiempo fuimos la mamá de ese bebé, queriéndolo y deseándolo, puede resultar reconfortante. Es darle el valor y la importancia que tuvo en nuestras vidas y recordarlo con ternura en lugar de con tristeza.
Mi tercer embarazo: mi bebé arcoiris
Un año y medio después de los dos embarazos decidí cambiar de ginecóloga. Le conté mi experiencia e hizo algo que el médico anterior no había hecho: revisar mi tiroides.
Resulta que estaba en el borde del hipotiroidismo y me dijo algo que aun me duele en el alma cuando lo recuerdo: con estos valores es casi imposible que saques adelante un embarazo.
Salí de esa consulta con una receta de hormona tiroidea y mucha rabia, pensando que quizá si me hubieran revisado en un primer momento podría haberse evitado tanto dolor.
Dos meses después de empezar a tomar hormona tiroidea me quedé embarazada de nuevo. Me hice el test cinco días antes de la primera falta porque algo en mi interior me decía que estaba allí, y así fue.
Cuando fui de nuevo a la consulta de la ginecóloga me citó para la semana 6, para comprobar si todo estaba bien, aunque me avisó que era posible que aun fuera pequeño y no lo viéramos en la ecografía.
Pero allí estaba, mi pequeño, latiendo fuerte y rápido. Me puse a llorar como una niña y no fui capaz de parar de llorar en lo que quedaba de consulta, mientras la doctora me miraba entre alucinando y emocionada.
En julio de 2018 llegaba al mundo mi bebé arcoiris, sano y fuerte, tras un embarazo sin complicaciones, para llenar de alegría mi vida y compensar todas las noches de llanto. Finalmente tenía entre mis brazos lo que tanto había deseado.
Una de las frases que más me han enseñado a lo largo de la vida es la célebre cita de Ortega y Gasset :Toda realidad ignorada prepara su venganza. Y es que intentar ocultar un hecho que forma parte de nuestra naturaleza solo sirve para generar miedo, confusión y sentimientos de culpa.
Visibilizar la pérdida gestacional, comprender los sentimientos de las mujeres que lo padecen y dejar atrás el tabú y la vergüenza son asignaturas pendientes tanto para las familias como para educadores y sanitarios.
Espero que este post y mi experiencia contada sirvan para que alguna mujer pueda sentirse mejor y encontrar consuelo en el. Porque somos muchas las que conocemos el dolor de perder a un bebé, por muy chiquitito que fuera.
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Publicado inicialmente el29 mayo, 2020 @ 12:51 am