Cuando se llega el momento de ser padre, lo que siempre o normalmente pensamos, es tener una relación muy buena con nuestros hijos. Antes de serlo tienes claro lo que vas a hacer y lo que no para educarles. Pero resulta que cuando ya tienes a tu hijo contigo apenas nada de lo que habías pensado sucede como tal. Ese barco en el que te has subido empieza a moverse por esa tormenta y por esas olas que algunas veces le azotan. La relación que tenemos con nuestros hijos se va volviendo similar al movimiento de ese barco.
Lo normal es que tengamos una idea clara y queramos que nuestros hijos sean felices, pero poco a poco te vas dando cuenta de que los niños no son robot, no son maquinitas que nosotros podemos encender y apagar a nuestro antojo. Ellos son igual de libres que nosotros pero tendemos a no verlo. Lo que solemos hacer es querer que ellos sigan unas normas y se comporten como lo haría un adulto. Cuantas veces se le dice a un niño de 3 años "es que ya eres mayor para comer solo". Sí, puede comer solo, por supuesto que puede y con 2 años también, pero lo que queremos no es que coma solo, lo que queremos es que coma sin mancharse, sin tirar nada al suelo, que acabe pronto y que se lo coma todo aunque no le guste. Y como eso no pasa, nos encontramos con esa tormenta que acecha a nuestra embarcación.
En las primeras tormentas nos lo tomamos como bueno, es que es un niño. Pero cuando van siguiendo las tormentas tu como padre empiezas a estar empapado y caladísimo por el agua de esas olas que te azotan y ya no sabes como manejar el timón del barco.
Cuando llegas a ese punto empiezas a tomar decisiones muchas veces cargadas de ira, empiezan los gritos, los castigos, los azotes y las malas maneras. Podemos decir que a los niños se les educa así o podemos darnos cuenta de que aunque les demos ese azote o les dejemos sin tele todo el fin de semana su comportamiento no va a cambiar. Va a ir cambiando según el niño vaya creciendo. Según vaya aprendiendo y según nosotros vayamos guiando el timón del barco.
A veces pensamos que si no le paramos a tiempo va a acabar siendo un delincuente y que es mejor darle un azote una vez para no tener que darle 10 después. Pero a día de hoy y después de todo lo que he podido aprender sobre disciplina positiva de la mano de Nuria educadora ceritificada, es que eso nunca sucede así. En su blog puedes leer como explica a la perfección que es disciplina positiva y conocer de primera mano cada detalle sobre una educación en positivo.
Tanto los niños como los adultos tenemos que aprender los unos de los otros. Los adultos tenemos que saber que nuestros hijos tienen un cerebro que todavía no ha madurado. Al igual que ellos no han crecido, su cerebro tampoco. Al igual que no llegan a tocar el timbre porque está muy alto, les va a costar entender que no hay que salir corriendo y cruzarse una carretera porque es peligroso, por muy divertido que pueda ser. Esto, como contaba en mi articulo "los limites y los niños" no significa que no haya que ponerles límites, al contrario porque les hacen sentirse seguros, pero podemos enseñarles a hacerlo empoderando a la misma vez que les mostramos dónde están esos límites.
Es importante que nos demos cuenta de que los niños no saben lo que nosotros sabemos, no son capaces de responder como nosotros lo hacemos. Pero no porque no quieran y lo estén haciendo por fastidiarnos, es porque no pueden, físicamente su cerebro no ha desarrollado. No se tira en mitad de un centro comercial con una pataleta para fastidiarte, lo hace porque no sabe gestionarlo de otra manera. ¿Si fuera adulto y supiera resolver su frustración se tiraría al suelo?. Y si es algo que no sabe ¿le castigamos o le enseñamos?. ¿Con cuál te quedas tu?.
Para conseguir nuestro propósito como padres si queremos educar a través de la disciplina positiva lo primero que tenemos que hacer es tomar conciencia de ello y adquirir un compromiso para hacerlo realidad.
Por supuesto que vamos a cometer errores, es más, gracias por esos errores que nos dicen lo que estamos haciendo mal. Si no los cometiéramos significaría que no estamos haciendo nada.
Si quieres manejar el timón de tu barco hacia la disciplina positiva lo primero que tienes que hacer es fijar tu rumbo con destino hacia unos hijos felices con unos padres felices. Conseguir o lograr ese objetivo es mucho más fácil de lo que crees y piensas.
Es importante que reconozcas tu potencial como padre. Tu eres su principal referente y te adora. Todo el amor que le regales te lo va a devolver multiplicado por mil y eso te va a servir de motivación para seguir aprendiendo cada día junto a tu hijo. Disfruta de ser padre. No te desgastes por culpa de molestias, más bien utiliza toda tu energía para reír y disfrutar con tus hijos, eso es lo mejor.
Memoriza todos los momentos en los que disfrutáis juntos y sois felices para que cuando llegue uno de esos ratos de rabieta estéis mucho más conectados y podáis solucionar la situación sin tener que hacer nada de lo que luego no nos sintamos especialmente orgullosos.
Cada día puedes fijarte pequeños retos con ellos, donde sientas que flaqueas. Los pequeños logros van fijando ese timón.
Disfruta de tus hijos sin distracciones de tele, móvil, etc. Siempre tenemos mucho que hacer, pero nuestros hijos crecen tan deprisa que cuando queramos darnos cuenta habrán crecido y serán adultos que dedicarán más tiempo al móvil, a la tele.....
Hazte human@, que tus hijos no vean una superwoman o un superman, que descubran a tu lado que puedes equivocarte y que sabes pedir perdón y solucionarlo.
Sé agradecido, ellos también lo serán.
Piensa rápido, decide y actúa, no repitas 20 veces las mismas cosas. Acércate a ellos y si a la segunda no funciona, cambia el plan, pide su ayuda para que se sienta importante en vez de darle órdenes. Te lo agradecerá.
Pide colaboración al resto de la familia, no es necesario hacerlo todo uno solo. No pasa nada por pedir ayuda. Siempre hay alguien dispuesto a ayudarte.
Pero como digo siempre disfruta, que hay muchas cosas que no sabemos de la vida pero lo que sí sabemos es que nuestro tiempo es finito, que algún día se acabará, por lo tanto disfrutemos mientras podamos.
"La vida es para vivirla, así que ya que vamos a vivirla, vamos a hacerlo siendo felices"
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