Creo que nosotros los padres debemos ser como guías y apoyo. No digo que debamos desentendernos del todo en cuanto a tareas y deberes escolares se trata pero, sí que debemos dejar a nuestros hijos asumir sus olvidos y equivocaciones. No les hacemos ningún favor si cuando se olvidan la tarea corremos a pedir al chat del salón la misma para luego imprimirla y facilitarle la vida a nuestros pimpollos. Tampoco, les hacemos ningún favor si somos nosotros más que ellos quienes recordamos las fechas de los exámenes, los trabajos y tareas y estamos pendientes de que se cumplan con las mismas.
Habiendo dicho esto, esta mañana sucedió algo que trastocó todas mis creencias de crianza: mi hijo mayor tenía un importante examen de música (un examen que solo se toma una vez al año) y se olvidó su instrumento en casa. Así es, el día de su examen (un importante examen) NO llevó lo único que debía llevar. Cuando llegamos a la puerta del colegio me mira con cara de angustia y me dice: “mami, me olvidé el cello en la casa… Y también, me olvidé esto y lo otro para mi clase de la tarde”.
Yo no les exijo buenas calificaciones en el colegio a mis hijos, para nada. Solo les exijo que cumplan sus responsabilidades estudiantiles entra las que están: armar sus mochilas, hacer sus tareas y acordarse de lo que deben llevar al colegio. Así que acorde con mi filosofía de crianza mi hijo estaba solo en esto. No es la primera vez que alguno de ellos se olvida algo y la regla es clara: te lo olvidaste, asumelo. La próxima no te lo olvidarás. Esta metodología me funciona a las mil maravillas, mi hija la segunda (con TDAH y todo) no se ovida nada desde hace dos bimestres ya. Y mi hijo mayor lo único que se ha olvidado en el año ha sido: su lonchera (esa sí se la llevé) y su cello el día de hoy. Con mi hija la 3era todavía no aplico esta regla.
Con el dolor de mi corazón pensaba no llevarle el cello, que asuma y aprenda ¿cómo se va a olvidar lo más importante el día de hoy?¡Estaba furiosa! Pero
No iba a estar tranquila conmigo misma si no lo llevaba, solo tiene 10 años y estaba sumamente nervioso: “tranquilo hijito, tú no te preocupes tu cello estará acá 15 minutos antes de tu prueba. Yo me encargo”. Se fue tranquilo y sus hermanas también (ya se había convertido en un asunto familiar). Tuve que picar hasta mi casa (felizmente vivo cerca al colegio) y para mi buena suerte en el camino recordé que mi esposo aún estaba en casa y él pudo llevarselo al colegio y entregarselo a la profesora (con la que yo ya había coordinado previamente).
Estoy convencida que no le hago ningún favor a mis hijos al hacer esto así como estoy segura que las mamás que arman la mochila la noche anterior (y que sus hijos no hubieran olvidado el cello) así como las que piden las tareas al chat, incluso las que se angustian por las fechas de los exámenes y se sientan cada día a repasar los deberes y corregir trabajos, están seguras que su método es el camino al éxito y es lo mejor para sus hijos.
Ninguna de las dos sabremos hasta dentro de mucho cuál de las dos tenía razón y cuál estaba equivocada. O quizá, nunca lo sepamos pero lo cierto es que en lo que las dos tenemos razón es que lo hacemos con todo el amor y considerando lo que es lo mejor para nuestros hijos.