Quiero compartir con ustedes el día que comencé a evaluar cómo me sentía física y emocionalmente, al estar haciendo cosas “que debía hacer” con mi cuerpo. Seguir tendencias que se convierten en moda; usar artículos que se abrazaban de mi figura humana y hacían lento mi caminar, haciéndome sentir pesada, perdiendo toda posibilidad de correr libre.
Mientras vivía en casa de mis padres era complejo soltar algunas acciones y creencias que me mantenían pesada; no era responsabilidad suya, era mía, mi estado de confort el que me llevaba a repetir los patrones de conducta que me hacían más víctima del consumismo, de la marca y la etiqueta.
Mi madre y hermanas me conocen bastante y sabrán lo que aquí quiero expresar. Vivir entre mujeres te enseña a buscar tu identidad auténtica, algo que te identifique de forma inmediata, que a los ojos de los otros no pase desapercibido. En ese intento de hacer “lo que otros hacen”, colocaba en mi algunas cosas que me distinguían sin saber si me hacían sentir plena y segura con mi cuerpo y estado emocional.
A medida que fui creciendo descubrí, que para mi mente y cuerpo iba excelente la idea de, menos es más ( – es + ) fórmula que aprendí con el minimalismo.
Puedo distinguir con cuanta cantidad de ropa logro mantenerme en una semana, lavando 1 o 2 veces; también decidí evaluar el uso de productos para el cuidado personal (ya desde el nombre hay que prestar atención sobre lo que usamos).
Actualmente he reducido los productos que entran a mi cuerpo, eliminar el consumo de productos tóxicos ha sido uno de mis aciertos; mis emociones han cambiado poco a poco (también ayuda orar, meditar), la forma en la que me siento y me percibo. Soy más que ropa, huelo a mí y no a litros de productos, me mantengo al día de lo que me rodea.
Ir ligera, tener lo que para mi cuerpo es esencial, para mi mente también lo es, y así fluyen hacia el mismo río dentro de la sociedad, sin temor a ser rechazada o caer de nuevo en el empedrado mundo de las compras sin control (esto último me da para otro post) ¿les gustaría?
¿Pero cómo llegué a todo esto?
Como ya lo había comentado, me atreví hacer un ejercicio de introspección (barrer el interior).
Se requiere tener la necesidad de buscar el bien Estar; conocer lo que te da satisfacción.
Ser consciente de que hay cosas que cambiar, aceptar los cambios, agradecer el pasado y mirar al frente con las manos vacías. Esto último no es tan fácil, pero desde esa visión podrás comenzar a revisar qué elementos reduces, reutilizas y sueltas.
Sólo los elementos con los que sientas un bien Estar y te percibes libre serán los que te acompañen a partir de ahora en tu caminar por la Mamita Tierra.
¡Te esperamos en los comentarios!
Un abrazo de libertad, con el corazón en la Tierra y a caminar.