Tendemos a notar y compartir más las cosas que las otras madres hacen mal. Tendemos a notar (y algunas también a compartir) las cosas que nosotras mismas hacemos mal. Pero, por lo general no compartimos ni notamos las cosas que se hacen bien.
Por otro lado, siempre es lindo cuando recibimos un comentario positivo y/o una felicitación por el trabajo que estamos haciendo. Y eso es precisamente lo que quiero hacer. Quiero compartir y hacer notar el trabajo (porque es un trabajo) de un par de mamás que – en mi opinión - lo están haciendo muy bien. En mi opinión, la “están rompiendo” en su maternidad. Aunque quizá ellas no se estén dando cuenta.
Ahora ¿por qué es que me parece que estas mamás la están rompiendo tanto? Precisamente porque no tienen flojera, ni pena, ni vergüenza de educar a sus hijos. Nada de eso. Están comprometidas con la lección que quieren enseñar. Si es necesario, ellas se privaran de pasarla bien para poder darles una buena lección a sus hijos.
A una de ellas la conozco desde hace poco. Cuando la conocí me cayó muy bien. Salimos varias veces en citas “madres-hijos” y una de las veces que salimos con un grupo grande - debo comentar acá que su hij@ estaba con serios problemas de conducta en el colegio - un niño se acercó llorando porque le habían pegado. ¿Ya saben quién fue, no? Ella no dudo ni un instante. Agarró a su hijo, se disculpó con todas y se fue. Recuerdo claramente que dijo: “tiene que aprender que sus actos traen consecuencias. Y pegar no está bien” Los niños la estaban pasando genial y nosotras también. A pesar, que varias le decían que se quede, a pesar que nosotras todavía no habíamos almorzado, a pesar, que la fiesta recién empezaba. Ella se fue. Su firmeza y asertividad me parecieron dignas de admiración. Más aún en estas épocas en que muchas mamás tienen miedo a educar. Leer: No tengas miedo a educar por favor.
Esa fue la primera vez que vi a alguien hacer algo así. Pero, no la última. Está mamá es incansable. No importa si son las 7:00 a.m. en la puerta del colegio o las 8:00 p.m después de una fiesta. Ella corregirá a sus hijos.
Igual que la segunda mamá a la que quiero reconocer. A ella la conozco de toda la vida. Conozco sus luchas internas por dominar su propio carácter, y veo cómo es que logra controlar sus demonios internos y saca lo mejor de sí para atender a sus hijos. Sus hijos son más pequeños, pero no por ello el trabajo es más fácil. Todo lo contrario creo que yo. En ella, yo admiro también su firmeza (¿será que a mí me falta?) Cuando dice no, es no. Y no hay pataleta que la haga cambiar de opinión. Ella jamás tiene flojera. No tiene flojera de bañar, cambiar y dar de comer a sus hij@s. Cuando yo estoy muerta y me hago la de la vista gorda. Ella no. Ella está atenta y sigue pendiente. Y por eso la admiro.
Estas mamás son valientes. Son valientes porque no les importa que en ese momento sus hijos las odien. Son valientes porque no les importa el que dirán. Son valientes porque no les importa privarse de su propia diversión. No me cabe duda que cuando crezcan estos niñ@s serán adultos de primera. Sé que no siempre una escucha halagos sobre su rol de madre, pero uds. chicas (aunque no sé si me lean) lo están haciendo muy bien. Sigan así, sus hij@s y el mundo se lo agradecerán.