No les cuentes que te ha llamado el profesor de tu hijo/a y tienes que salir un rato, cuando tienes que entregar ese importantísimo informe.
No les expliques que quieres pasar la tarde con tu hijo/a organizando su fiesta de cumpleaños, cuando tienes que meterte en el AVE para ir a ver a un grupo de clientes en Madrid.
La mayoría no quieren entenderlo.
Tu vida personal tiene que estar radicalmente divorciada de tu vida laboral.
Desafortunadamente, así es el sistema.
Pero, yo, personalmente, creo que es un sistema equivocado.
Porque si un modelo de trabajo impide que un padre o madre pueda dedicarle tiempo a sus hijo/as, es que es un modelo equivocado.
Yo creo que, a raíz de ese modelo, ahora mismo, se están produciendo demasiados daños colaterales.
El peor de ellos, el impacto que la ausencia de los padres tiene en la vida de los más pequeños.
¿Estás de acuerdo?
¿Compartes mi punto de vista?
¿Lo vives en tu propia casa?
Vamos a ver las implicaciones de este modelo para las familias donde ambos padres trabajan durante largas horas e incluso fines de semana.
Cómo afecta el trabajo a la vida familiar
Un matiz antes de seguir.
Las mujeres hemos conseguido nuestro derecho, muy bien merecido, a trabajar fuera de casa.
Aún y así, el sistema sigue sin favorecer la necesidad de la familia (padre y madre) de cuidar emocionalmente a sus miembros.
Por eso, se asume que, si una madre trabaja, está renegando a su derecho a ocuparse de sus hijo/as como esto/as se merecen.
Y eso, no tendría que ser así.
Porque, lo que sucede cuando ambos padres se ven obligados (o en algunos casos, prefieren) pasar más tiempo fuera que dentro de casa, es que los niños tienden a desarrollar conductas violentas e hiperactivas para llamar la atención.
Demasiado ocupados en cumplir con las exigencias de sus carreras profesionales, los padres y las madres pierden noción de lo importante que su presencia y su apoyo es para sus hijo/as.
Tener una tasa de ocupación femenina del 43,05% es un alcance maravilloso.
Pero, la consecuencia de este gran logro de la mujer, es que la educación de sus hijo/as se delega a los centros escolares.
O a los abuelos.
O a las asistentas domésticas.
Los padres y las madres pasan a ser padres y madres a distancia.
Sobre todo, sin los padres están separados.
Pero sin el apoyo directo de los padres y de las madres, es muy difícil que el niño/a puede desarrollarse de manera totalmente sana.
Uno de los tristes resultados, es la conducta agresiva de nuestros niño/as y adolescentes.
La consultora Mobbing Research confirma que cerca del 80% de los niños mayores de siete años muestran conductas agresivas hacia sí mismos, hacia sus compañeros y, sobre todo, hacia sus profesores.
¿A qué se refieren al hablar de conductas agresivas?
Al hostigamiento verbal, que se da en 60% de los casos.
A la intimidación y las amenazas, común en 24% de los casos.
Y al chantaje emocional, presente en el 6% de los conflictos registrados en las aulas.
¿Por qué actúa el niño/a de manera tan conflictiva?
¿Estamos creando una generación de monstruos?
No, estamos creando una generación de niño/as a quienes les falta cariño paterno y materno.
Nino/as falto/as de autoestima y de confianza.
Padres que viajan por trabajo
Piénsalo.
¿Cómo te sientes al llegar a casa a las 8 de la noche después de todo un día dándolo todo por la empresa?
Agotado/a.
Estresado/a.
Seguro.
¿Y tienes ganas de ponerte a hacer los deberes con tus hijo/as?
¿Tienes la energía para ponerte a jugar con ello/as?
¿No es más fácil decirles que jueguen con la tableta?
¿O comprarles un nuevo videojuego que les distraiga?
¿Y qué sucede cuando ni siquiera tienes esa opción?
¿Qué pasa cuando tu trabajo exige que pases días fuera de casa?
Lo que pasa es que regresas con una maleta adicional.
¡La maleta de la culpabilidad!
Te sientes tan culpable que acabas ¡por acceder a todos sus deseos!
Porque, en el fondo lo sabes.
Sabes que no estás ganando dinero para que todos vivan cómodamente.
En cierta manera, te has convertido en un esclavo de tu vida laboral.
A ti puede que te guste.
¡Y eso es estupendo!
Pero, a otro/as padres y madres, posiblemente, no les guste tanto.
Cada uno gestiona el tiempo que tiene que pasar fuera de casa o el nivel de compromiso que dedican a su trabajo de manera distinta.
Pero, lo que sí que es cierto es que, el daño colateral está hecho.
Cómo conciliar familia y trabajo
¿Puede deshacerse?
Desde luego.
Es cuestión de equilibrio.
¡Ya, Júlia! ¡Qué fácil que es decirlo! ¿Y tú crees que no lo he pensado yo antes?
Estoy segura de que sí.
Sabes que las cosas tienen que cambiar.
Pero, no encuentras el momento adecuado.
¿Por qué no te tomas este artículo como una señal?
¿Por qué no asumes que mis palabras son el detonante de ese cambio que tanto necesitáis?
Si te resulta difícil, empieza por cambios factibles.
Pequeños, pero eficaces.
Intenta ser más productivo/a en el trabajo.
Habla con tu jefe y demuéstrale que puedes hacer todo el trabajo en una hora menos.
Tal vez dos.
Media, si se niega.
Y cuando llegues a casa, habla con tus hijos.
Valídales cómo se sienten.
Cómo les ha ido el día.
Profundiza si es necesario.
Hablad de lo que sienten al estar alejados de ti.
Demuéstrales que estás interesado/a.
Que te importan, aunque las circunstancias sean las que son.
Y, sobre todo, ¡no arrastres el estrés del trabajo a casa!
No ventiles tu frustración al poner pie en casa.
Si no te sientes valorado/a…
O si no te llega la promoción que hace tanto tiempo que esperas…
No se lo hagas pagar a ello/as.
Disfruta de los pequeños momentos.
Apaga la TV.
Conversad.
Dialogad.
Jugad.
¡Poned música y bailad!
Lo que os apetezca hacer como familia.
También es importante organizar una rutina de sueño saludable para ello/as, ¡y para ti!
Y despertaros veinte minutos antes para desayunar juntos y compartir los primeros momentos del día.
Y sobre todo, recuerda: la familia en la que entran dos sueldos es una familia que puede disfrutar de objetos materiales y experiencias muy positivas para todos.
Pero, nunca olvides que lo que realmente cuenta es el tiempo que pasáis juntos.
Porque, el que no pasáis, nunca va a regresar.
¿Sois una familia donde ambos padres trabajan y os cuesta gestionar el equilibrio entre vuestra vida familiar y vuestra vida laboral?
¿Os gustaría poder sentiros mejor preparado/a para negociar las dificultades que comporta trabajar largas horas fuera de casa?
¿Te gustaría tener las herramientas necesarias para relacionarte y comunicarte mejor con tu hijo/a?
Nuestra Certificación de Facilitadores puede ayudarte.
Pensada para Padres, Educadores, Psicólogos, Coachs y todas aquellas personas que trabajen con familias y niños y adolescentes, nuestra Certificación de Facilitadores te enseñará a gestionar los posibles conflictos que surjan a raíz de vuestra separación diaria con respeto y humanidad.
Basada en el trabajo de las expertas en comunicación entre adultos y niños, Adele Faber y Elaine Mazlish, en estos tres días descubrirás un nuevo paradigma para entender las relaciones y la interacción entre adultos, niños y adolescentes y a comunicarte de manera empática, respetuosa, afectiva y efectiva con ellos/as.
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Si tienes cualquier duda, estaré encantada de resolvértela.
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¡Te espero!