Espero que nadie se ofenda por el título de este post, hay gente con la piel muy fina. Quien me conoce o a leído algo en este blog, o en otros cuando comento, sabe que no soy muy fan de la ortodoxia y que respeto todo modelo de familia que se base en "Personas que se quieren y se cuidan mutuamente en un hogar" esto último si su banco no les ha desahuciado. Pero como yo hablo desde mi experiencia personal, mi pequeña familia se compone de mi chica, nuestro hijo, la gata y el Gañán que escribe estas líneas. Mi hijo incluye en la lista a Osito, su peluche favorito.
A Audrey, la gata, la hemos dado por imposible. Hemos fracasado en su educación y hace lo que le viene en gana. Pero lo del niño nos lo hemos tomado más en serio. Los dos creemos que su educación es la herencia más importante que podemos dejarle.
En líneas generales su madre y yo compartimos los objetivos que queremos conseguir con su educación y el tipo de adulto que deseamos que se convierta. Pero no siempre estamos de acuerdo con los métodos o como afrontar un problema concreto en un momento determinado. No siempre compartimos criterios. Es lógico somos dos personas diferentes. Ella me suele acusar de "Poli Bueno" y yo a ella de "No tener Paciencia" y seguramente los dos tengamos razón a veces y otras seguro que es muy injusto con el otro.
En nuestro caso la educación es cosa de dos y toca negociar y discutir e incluso pelearse a veces. Es lógico, la gente no negocia, discute o pelea por cosas que no considera importantes. Mientras nos mantengamos dentro de los márgenes del respeto, discrepar y tener puntos de vista distintos de vez en cuando, yo creo que enriquece.
En el modelo tradicional de familia lo más común era que la responsabilidad diaria de la educación de los niños recayese en las mujeres, mientras la tarea de los hombres era la de proveer el hogar y "Administrar Justicia". En otras palabras al padre le traían al reo juzgado y sentenciado y le tocaba ejecutar el castigo. Afortunadamente este modelo va perdiendo terreno, aunque sigue existiendo.
Ahora a los padres nos toca empoderarnos. Tenemos que reclamar nuestro lugar en el día a día de la educación de nuestros hijos y compartir responsabilidades. Es difícil, porque en muchos casos no hay modelos de referencia. Pero no sólo es difícil para los padres, también la madres pueden sentirse invadidas en un terreno que tradicionalmente era sólo suyo.
Desde luego que cuando ella tiene una opinión distinta a la mía sobre como afrontar un problema con el niño, tiene razón. Nadie hace algo sin tener sus razones. Sólo que yo tengo las mías.
Lo que no tengo muy claro si es bueno, o no, eso que se suele decir de presentar delante de los niños un solo criterio. Una imagen monolítica de sus padres, sin fisuras puede contribuir sin duda a crear una sensación de entorno estable y seguro para el hijo. Pero ver que sus padres, respetándose y queriéndose, pueden no estar de acuerdo siempre quizás sirva para activar en el niño habilidades sociales como la negociación.
No sé. Dejo abierto el debate