Primero lo comprobamos con el mando. Viendo su fascinación y ante el miedo a que nos rompiese el mando de la tele, optamos por comprarle uno de juguete. Nai nai de la China. Ahí está el pobre. En el cajón desastre. De vez en cuando nos acordamos de él porque al depositar otro juguete encima, suena. Como queriendo llamar la atención de Mara. Y la nuestra. A veces me pongo surrealista y pienso en la tristeza infinita que debe sentir ese mando abandonado en una caja enorme. Un juguete no querido desde el principio. Se me parte el alma. Voy a ver si Pixar le dedica una película. Merece la fama por su persistencia, por seguir queriendo hacer ruido cuando sabe que nadie le va a hacer caso. Se me saltan hasta las lágrimas…
El segundo damnificado, y este por partida doble, fue el teléfono inalámbrico de casa. Maramoto entendió que funcionaba poniéndoselo en la oreja, así que allí estaba ella dale que te pego. Cogiéndolo de su base de carga, llevándoselo a la oreja como buenamente podía y llamando a diestro y siniestro no sabemos bien cómo. También pegándole golpes. Tantos que la pantalla dejó de funcionar y tuvimos que comprar otro. “¡Ya está!”, pensamos ignorantemente. “Le damos este a ella y nosotros compramos uno nuevo”. El resultado os lo podéis imaginar. Al teléfono roto le retiró de la noche a la mañana su cariño y el nuevo se convirtió en el objeto de todos sus deseos. Sobra decir que la pantalla también está rota ya…
Entretanto y repartiendo su pasión con los dos objetos anteriormente mencionados, nuestra pequeña saltamontes empezó a mostrar una pasión desaforada por los móviles. Ésta ha llegado a tal punto que ya no sólo desbloquea el móvil, sino que a la mínima te está cambiando de vídeo en YouTube o la ves en Twitter o Whatsapp escribiendo mensajes cifrados en un lenguaje que solo entiende ella. Y ojo, que la cosa no acaba ahí. Maramoto es muy observadora. Tanto que si cuando tiene el móvil le dices “vamos a hacernos una foto” (o un selfi, que también lo entiende), pone el móvil en posición para hacerse una foto ella misma. ¡Es total! De momento, por suerte, aún no sabe poner por ella misma la aplicación de la cámara. Tampoco Instagram. Pero dadle tiempo.
Internet y seguridad
Como toca el móvil sin ton ni son, no es difícil verla navegando por internet. También sin ton ni son, por supuesto. Por suerte, hasta la fecha su destreza no le da para mucho más que para entrar en las últimas páginas que hemos visitado nosotros. Y con internet hemos topado. La red de redes es un espacio tan enorme que uno se puede encontrar en él de todo. Es decir, lo mismo que en la calle pero a un nivel bestial. La diferencia es que por la calle, nuestros peques suelen ir con nosotros, mientras que cuando navegan por internet muchas veces los perdemos de vista o nos descuidamos. No los vamos a perder en el salón de casa, pero está claro que ellos sí se pueden perder navegando entre web y web y llegar a contenidos no recomendables para peques de su edad.
Yo, teniendo en cuenta que Maramoto solo tiene 15 meses, quizás me estoy adelantando a los acontecimientos, pero precisamente porque veo como se mueve ya con un Smartphone o una Tablet, empiezo a pensar en el día en el que, además de con estos dispositivos, comience a reclamar su cuota de pantalla en el portátil. Tengo claro que la educación en ese sentido es primordial, tanto como el diálogo para explicar los peligros de la red. También poner unos límites al tiempo de conexión y vigilar en cierto modo el uso que hace del ordenador. Todo un poco de sentido común. A todas esas precauciones yo añadiría una más que he llevado a la práctica en mi última compra de antivirus: Adquirir uno con control parental para proteger a nuestros peques de contenidos cero recomendables como webs de pornografía, drogas, armas… Es la mejor forma de garantizar nuestra tranquilidad y una navegación segura de nuestros renacuajos. Y si ese antivirus, además del control parental, añade extensiones para el móvil (en nuestro caso Android), mejor que mejor, ya que esa misma sensación de control la tendrás en smartphones y tabletas.
Por cierto, la pantalla de mi móvil también está rota. Por si había alguna duda
¿Muestran vuestros peques tanto entusiasmo por la tecnología?