El juego es una actividad para la que el niño siempre está dispuesto, de hecho hay días en lo que parece que esté todo el día jugando. Los niños ven una oportunidad de juego en todo y, esto que a la vez es bueno para ellos a nosotros, los adultos, nos crispa un poco porque solemos pensar que no tenemos tiempo para “tonterías”. Si paramos un momento y observamos a nuestros hijos, nos daremos cuenta que lo que para nosotros son “tonterías” para ellos es puro aprendizaje. Veámoslo.
Los niños tienen la obligación de jugar porque:
desarrollan su psicomotricidad gruesa y fina,
incrementan sus habilidades verbales y relacionales,
progresan cognitivamente haciéndoles más competentes,
establecen relaciones de amistad,
aprenden a perder, frustrarse y superarse,
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En definitiva los niños necesitan jugar tanto como dormir o comer, es una función básica y primordial para su desarrollo, por tanto debemos verlo como una necesidad o una obligación de jugar . Dejemos de decir frases del estilo “deja de jugar y empieza a hacer algo útil” porque en realidad ya lo está haciendo. En caso que por jugar deje de hacer otras cosas como los deberes será cuestión de que organicemos mejor el tiempo, pero nuestro hijo debe jugar cada día.
¡Ojo con los niños que no quieren jugar! Cuidado con los niños que no quieren dedicar tiempo al juego y que solo quieren leer, estudiar o ver la tele. Hay que estimularles para que salgan y correteen por el parque, que desarrollen su juego simbólico y que se expandan.
Los niños tienen la obligación de jugar y los padres la obligación de dar al juego la importancia real que tiene. Si nuestros hijos nos piden que juguemos con ellos, hagámoslo, ellos nos requieren en sus juegos porque es un modo de decirnos que les gusta compartir tiempo y actividades con nosotros. Aunque es cierto que los niños también necesitan jugar solos, recordemos que a través del juego los padres podemos ejercer una importante labor educativa, educando en valores y en el control de las emociones y enriqueciendo el vocabulario de nuestros hijos.
Si, los niños tienen la obligación de jugar, se trata de un derecho de la infancia y de un deber de los adultos el permitirles el tiempo, el lugar y el espacio para hacerlo. No lo olvidemos.
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