Hoy es la último día en el que podré decir que estoy de "veinti..." semanas, porque mañana cambio de dígito. 29 semanas de embarazo que finalizan hoy para dar paso a la recta final de las "treintay...", la linea de meta cada vez está más cerca. parece que fue ayer cuando aún me quedaban 252 días para el parto, y ahora me quedan... ¡¡¡71 días!!!
Si por algo se están caracterizando estas semanas de embarazo es por el tremendo cansancio que arrastro. Cosa que, teniendo en cuenta lo que aún me queda por delante, no es muy alentador. La sensación de no poder con mi cuerpo, que el mínimo movimiento me suponga un máximo esfuerzo, me crea mucha impotencia.
La verdad es que no recuerdo encontrarme tan pesada y cansada en los anteriores embarazos. En el primero de hecho a estas alturas estábamos de obras en casa, y aunque yo no curraba a tope, está claro, sí colaboraba lo suficiente para poder echar una mano pintando, poniendo tablones del suelo de madera, montando muebles; en el segundo embarazo trabajé hasta las 30 semanas, y me di de baja por una lumbalgia, si no creo que hasta hubira aguantado. Ahora mismo hasta me supone un esfuerzo el hecho de sentarme delante del ordenador.
Sigo con mis achaques. Los vértigos ya no son tan acusados como la primera semana que me dieron, todo va bien mientras no haga mucho movimiento, pero en cuanto me paso un poco tengo que parar y sentarme porque la sensación es malísima. No puedo conducir más que tramos cortos porque me mareo, lo que me limita muchísimo porque estoy acostumbrada a moverme por mi misma y no depender de nadie, así que solo cojo el coche para lo justo y necesario.
Este fin de semana hemos estado en la piscina, me he bañado, no he nadado porque con la distensión de los ligamentos del pubis no estoy para mucho movimiento pero al menos he podido disfrutar con mis niños, que estaban deseando que me bañara con ellos. Consecuencia: que si antes era Chiquito de la Calzada ahora soy una muñeca de Famosa. A pesar de no moverme mucho dentro de la piscina los niños se han tirado sobre mi, han querido jugar conmigo, que si cógeme que si me ahogo -de broma, claro-, y desde el sábado mi dolor de pubis ha ido a mucho más, tanto que me siento muy limitada en mis movimientos por el dolor que me causa el mínimo esfuerzo de dar un paso. Así que ahí voy, caminando a paso de tortuga.
Además, mi futuro heredero -que ya tiene nombre, ¿no os lo he dicho? ay, qué mala que soy jajaja- debe ser un rabo de lagartiga porque no para de moverse en todo el día, es increíble. Recuerdo que mis dos pequeñuelos se movían muchísimo, pero lo de Polvoroncillo es digno de medalla olímpica. Me tiene muerta matá. Al estar en cefálica noto muchísimo la presión de su cabeza en la pelvis -he ahí otro quid de la cuestión- si se mueve y tengo la vegija ligeramente llena es una sensación muy incómoda, y hay momentos en los que noto sus movimientos en mis huesos de la pelvis, como un pequeño golpecito.
Tenemos su culete, que oscila según le apetece por la parte superior de mi abdomen, a veces presionándome el diafragma de tal manera que siento como si se me fuese a salir por la boca. De pie lo llevo bien, sentada tengo que recostarme hacia atrás porque me falta el espacio, el aliento y el aire para respirar.
Y luego tenemos sus manos y pies que me recuerdan que está ahí y se perciben ya, además de en movimientos, en forma de bultos varios por mi barriga. Esto a mis hijos les encanta, ver lo que en teoría es una barriga redonda redonda y que de repente le sale un bulto como cuando se rompe el cuero de un balón y le sale el bollo de la cámara de aire. Igualito. Ya son unos expertos y saben cuándo hay un culo en movimiento -bulto más amplio y duro- o cuando se trata de una extremidad -más pronunciado y ágil en movimiento-. Y de repente me los veo hablándole a la barriga para que su hermano les de señales de vida.
Si señales es lo que no faltan precisamente, al menos me quedo tranquila sabiendo que mi Polvoroncillo debe estar la mar de bien en su spa uterino.
Esta última semana además estoy teniendo muchas contracciones. Son las de Braxton Hicks, así que se que no debo preocuparme, pero son cada vez más frecuentes, muy molestas, en reposo no las noto pero es estar en movimiento y tener que pararme a respirar profundo para que mi útero se relaje. No son dolorosas pero si muy muy incómodas, a veces tengo que sentarme a descansar durante un buen rato porque si no lo hago se que no pararán. El domingo, caminando hacia la playa, entre el dolor del pubis al andar y las contracciones mi madre la pobre creía que me ponía de parto. Yo se que es relativamente normal que me suceda, pero tampoco quiero confiarme y forzar, así que si no me queda otra que pararme y descansar, es lo que hay.
Y lo que sí ha aparecido últimamente es el miedo. No miedo al parto, que eso lo tengo superado. Miedo a que el embarazo acabe bien. No se por qué pero estoy un poco paranoica en este sentido. De un tiempo hacia ahora he conocido muchos casos de partos prematuros y no puedo dejar de pensar en ello. Siento que estoy forzando mucho en este embarazo, tanto reposo como me han recomendado los médicos -no por el embarazo así sino por mi- que casi no he podido hacer, temo pecar de exceso de confianza y llevarme un susto.
Las contracciones que estoy teniendo desde hace varios días, el aumento del dolor en la pelvis, me hacen temer que quizás sea más de lo que piense que es y tengo pavor a que por un esfuerzo indebido se desencadene el parto a estas alturas. Se que no debería pensar en ello pero no puedo evitarlo, y me viene al recuerdo la muerte fetal que mi madre sufrió cuando estaría de unas 27-28 semanas. Me siento muy culpable por no cuidarme más y se que si se me adelantara el parto me sentiría tan culpable y responsable que lo llevaría muy mal.
Pero debo intentar no pensar en ello porque no conduce a nada bueno, sino pensar que todo irá bien y estas últimas semanas de embarazo serán pesadas y molestas, como suelen ser todos los finales de embarazo, pero normales y con buen fin.
El parto ya planea por mi cabeza, el hecho de haber comenado las clases de educación maternal me hace tomar conciencia de que el momento está ya ahí. Ya toca plantearme de nuevo ciertas cosas, por ejemplo el plan de parto, que de nuevo presentaré aunque haré algunas modificaciones, pero ya es hora que me vaya poniendo con él.
Lo que peor llevo de todo es pensar que todavía no le he comprado nada a mi pequeñín, ¡de esta semana no pasa!. Que a este ritmo me voy a plantar en septiembre y no voy a tener para vestirlo, pobrecito mío, no se merece tanta dejadez por mi parte. Aunque no es dejadez, por mi le habría comprado un ajuar entero, pero al final gastos por un lado, imprevistos por otro, lo que voy ahorrando para él se va por otro lado... ¡¡¡Y que mal me siento por ello!!!
Y hasta aquí mi crónica del embarazo, que la casa me llama y la comida no se hace sola, aunque este culete inquieto que llevo dentro de mi me pida tirarme en plancha en el sofá y no moverme hasta la fresca.
A partir de mañana semana 30 de embarazo... ¡Ains, que se pare el tiempo que esto va muy rápido!