¿Por qué hay tantos niños obesos hoy en día? ¿Somos conscientes de la cantidad de azúcar que consumen nuestros hijos? ¿Cuánta actividad física hacen?
Las preguntas anteriores son de gran importancia, porque el niño obeso tiene un riesgo aumentado de convertirse en adulto obeso, y además este riesgo es mayor, cuando el sobrepeso y/o la obesidad se presenta en edades más tardías, como la adolescencia.En Padres y Madres de Hoy somos conscientes de la importancia que tiene la obesidad en los niños, por este motivo hablamos con la Profesora Titular de Pediatría de la Universidad de Santiago de Compostela Rosaura Leis, es coordinadora de la Unidad de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica del Hospital Clínico Universitario de Santiago-SERGAS, IP del Grupo de Investigación Pediátrica del Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago (IDIS), Miembro del Comité de Nutrición de la Asociación Española de Pediatría.
Rosaura nos cuenta que la obesidad es una epidemia global, es el nuevo síndrome mundial, que afecta a todas las edades, a todos los países y a todos los grupos sociales. Es el trastorno nutricional y metabólico más prevalente en la edad pediátrica.
Por otra parte, el aumento de la adiposidad, de la grasa corporal, se asocia a muchas enfermedades o comorbilidades ya desde la infancia, como alteraciones del perfil lipídico, niveles elevados de tensión arterial, disfunción endotelial, resistencia a la insulina, alteraciones músculo-esqueléticas, aumento del depósito de grasa en el hígado
Merece especial mención, que nuestros niños, viviendo en un ambiente generador de obesidad, sufren estigmatización por la misma y consecuentemente alteraciones psicosociales como baja autoestima, depresión, mayor fracaso escolar, alteraciones del sueño; y además alteraciones nutricionales, con un mayor riesgo de déficit de nutrientes, especialmente calcio, hierro, iodo y vitamina D, en relación con dietas ricas en energía y pobres en nutrientes, y/o, en el caso de la vitamina D, con el propio aumento de la grasa corporal, que puede actuar como secuestrador de la misma.
Todo lo anterior pone en evidencia la necesidad de establecer estrategias de prevención y de intervención nutricional, que deben prioritariamente poner su foco en los niños y los adolescentes y en los grupos más vulnerables.
Para el éxito de estas estrategias es precisa la implicación de todos, el niño a riesgo, su familia, la escuela, la comunidad, los sanitarios, los medios de comunicación, la industria alimentaria, las autoridades sanitarias, las autoridades gubernamentales y las ONGs.
El gran aumento de la prevalencia del sobrepeso y/o la obesidad en los últimos años se debe fundamentalmente a los importantes cambios en los estilos de vida, la pérdida de adherencia a las dietas tradicionales saludables y sostenibles, como la Mediterránea y la Atlántica, el aumento de la inactividad, especialmente en relación al ocio pasivo ligado a las pantallas, y la disminución de la actividad física.
En relación a la dieta actual, ¿qué papel juega el azúcar? Varios estudios han puesto en evidencia que una ingesta de azúcares libres, particularmente de bebidas con azúcares añadidos, superior a las recomendaciones en niños y adolescentes se asocia a un aumento de la incidencia de caries dental y adiposidad.
Además, una ingesta de azúcares añadidos en adolescentes superior a la recomendada se asocia positivamente con marcadores de riesgo cardiovascular.
Por otra parte, debemos tener presente que los azúcares de las bebidas no promueven la saciedad en comparación con el equivalente en alimentos sólidos, induciendo a una mayor ingesta de energía.
También, algunos estudios observacionales evidencian que el consumo de bebidas con azúcares añadidos durante la infancia temprana se asocia con ingestas elevadas posteriormente, aunque no se ha podido demostrar la causalidad.
En España, en el estudio ANIBES, se pone en evidencia que en la dieta de más del 40% de los niños menores de 12 años y prácticamente del 50% de los adolescentes, los azúcares añadidos suponen más del 10% del valor calórico total, siendo los refrescos con azúcar una de las principales fuentes, especialmente en el grupo etario de 13 a 17 años.
El estudio ENALIA sobre el consumo de alimentos en población infantil y adolescente, en 2012-14 en España, presenta datos similares.
A la vista de la evidencia científica, la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2015 recomienda que los azúcares libres no deben superar el 10% del valor calórico total de dieta, e incluso menos del 5%.
Otras organizaciones científicas han hecho recomendaciones en relación al consumo de azúcares, pero debemos destacar que la denominación y definición de azúcares no es homogénea, haciendo referencia a azúcares libres, azúcares añadidos, azúcares extrínsecos; lo que dificulta el entendimiento y el seguimiento de la recomendación no sólo por el consumidor, sino también por los profesionales.
En este sentido, el Comité de Nutrición de la Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica en 2017, publicó un documento de posicionamiento sobre el consumo de azúcares en niños y adolescentes.
Se recomienda el uso de la definición de “azúcares libres” de la OMS uniformemente para las recomendaciones, estudios, regulación y niveles en alimentos:
Limitar el consumo de batidos y bebidas de leche azucaradas, dado que es una importante fuente de azúcares libres en niños para evitar la obesidad.
Los azúcares presentes en las frutas intactas y la lactosa de la leche y/o productos lácteos no azucarados no son azúcares libres.
Las bebidas y alimentos sólidos con azúcares añadidos deberían ser reemplazados por agua y alimentos no azucarados.
Y la ingesta de azúcares libres debería ser reducida a un límite máximo deseable del 5% de la ingesta energética en la edad pediátrica, y aún más baja en los niños menores de 2 años.
Es, por tanto, necesario para una buena información del niño y su familia, permitiendo o facilitando el cumplimiento de las recomendaciones, para evitar niños obesos y que este término sea incluido en el etiquetado nutricional. Se debería expresar en gramos debajo del total de azúcares, o como porcentaje del valor calórico total de la dieta, incluso una equivalencia en cucharadas en el etiquetado frontal podría ser de ayuda para su entendimiento.
El etiquetado nutricional es fundamental para el éxito de las estrategias nutricionales y debe ser prioritario conocer las preferencias y entendimiento del consumidor, que nos ayuden en su mejor diseño.
La implicación de la industria alimentaria mejorando los alimentos ofertados en el mercado con reducción de azúcares añadidos y libres es imprescindible. Cada vez son más las empresas de alimentación que están invirtiendo e investigando para reducir este ingrediente en sus productos.
Es de destacar que la industria de la dietética infantil cuenta con los más exhaustivos controles nutricionales y de seguridad de toda la cadena alimentaria, debido a que sus consumidores son un colectivo vulnerable.
Una alimentación correcta es aquella que aporta agua, los 3 grandes tipos de macronutrientes: proteínas, grasas e hidratos de carbono, en cantidades que, según el consenso científico, deben representar un 10-15, 30-35 y un 50-55% del total de la energía diaria ingerida respectivamente, micronutrientes y componentes funcionales.
Para implementar buenas estrategias de prevención e intervención nutricional se hace necesario informar y formar al consumidor en relación al azúcar, sus diferentes tipos, su relevancia para un organismo en crecimiento y desarrollo y su papel dentro de unos hábitos saludables. Estos tipos de alimentos deben de consumirse excepcionalmente e integrados en una dieta suficiente, variada, equilibrada y adecuada a la edad, el sexo, el estado de salud y la actividad física.
De cualquier modo, y salvo en el caso de alergias o intolerancias, un alimento no debe elegirse en función de la presencia de un nutriente concreto, sino en función de su perfil nutricional completo y lo que puede aportarnos en el contexto global de una dieta saludable, de esta forma evitaremos el incremento de niños obesos en nuestra sociedad.
Redacción: Asociación Nacional de Dietética Infantil, ANDI.
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