¿Qué pasa con los centros educativos?
Cada día que pasa, parece ser menos habitual que un maestro de corazón trabaje en los centros educativos. Y cada día que pasa, tengo la sensación de que los colegios e institutos (públicos, concertados o privados) dan más importancia a la nota de una oposición y a las calificaciones obtenidas durante la carrera que a la propia vocación, ilusión y emoción por ser docente.
¿Acaso los profesores que tienen aprobada una oposición son mejores que los que no la tienen? ¿Están más preparados que los que decidieron invertir en cursos de formación y talleres prácticos? A los centros educativos públicos únicamente se accede a ellos si se tiene la oposición aprobada. Pero no todos los profesores que la tienen aprobada están preparados para desempeñar el trabajo.
Magisterio no es una carrera fácil y para todos
Desgraciadamente, hay personas que escogen la carrera magisterio porque creen que es lo más fácil y sencillo. Creen que es la manera más corta de tener un título colgado en la pared. Creen que trabajar en un centro educativo como docente lo puede hacer cualquiera. Y cuando empiezan a hacer las prácticas se dan cuenta de lo equivocados que estaban y se frustran.
Se frustran porque pensaban que los profesores no tenían tantas responsabilidades. Se frustran porque pensaban que ser maestro de primaria sería pan comido. Y se frustran porque se dan cuenta de que las aulas no es el lugar de trabajo donde deberían estar. ¿Y entonces qué pasa? Pues que habrá algunos que buscarán otra cosa (lo que sería mejor) y otros que seguirán hacia delante pensando únicamente en ellos.
Un máster tampoco hace que los profesores sean buenos
Hay personas que terminan una carrera que no está relacionada con la enseñanza y deciden hacer un máster concreto para poder trabajar en colegios e institutos como profesores de educación secundaria o bachillerato. Pero no todas esas personas sienten pasión e ilusión por la educación. Simplemente lo hacen para optar a un puesto de trabajo más.
Es decir, a lo que yo me refiero es que no todas las personas que tienen un máster, buenísimas notas en la carrera o la oposición aprobada son increíbles profesores y grandes profesionales. Por mucho que estudies una cosa, si no se siente verdadera emoción por ello y no hay motivación (más que la de tener un puesto fijo y ganar dinero) es muy complicado desempeñar un trabajo. Y más el de docente.
¿Todos los profesores que ya trabajan están preparados?
Desgraciadamente, no. Yo no creo que todos los profesores que hoy están trabajando en centros educativos estén preparados para serlo. Hay profesores que se han acomodado en un sistema educativo obsoleto, inadaptados e incompleto y no se quieren mover. Hay profesores que no quieren aplicar ninguna nueva metodología. Y también hay docentes que viven muy poco la enseñanza.
Existen profesores que no tienen ilusión por lo que hacen y que creen tener siempre la verdad absoluta. Hay profesores que no son nadie si no siguen los libros de texto y que no fomentan la creatividad. Y aunque parezca mentira, hay profesores que llegan a las aulas amargados, desmotivados y sin mostrar ningún tipo de interés por sus estudiantes. Así que no, no creo que todos los profesores estén preparados.
Ser profesor es mucho más que transmitir conocimiento
Para ser profesor no es suficiente transmitir increíblemente bien el conocimiento y ser un experto en una materia. Hace falta mucho, mucho más. Hace falta implicación, ilusión, motivación, empatía, asertividad, comprensión y sentido del humor (entre otras cosas). Si se entra en una clase con una actitud negativa, sin ganas de trabajar y mirando continuamente el reloj, se están transmitiendo esas sensaciones a los estudiantes. Y no es nada bueno.
Por lo tanto y desde mi punto de vista, tener una oposición y un máster no significa que los profesores tengan vocación y sientan emoción por lo que hacen. Desgraciadamente, hay muchos que no quieren cambiar y tampoco esforzarse por mejorar la educación. Hay muchos profesores que han escogido el camino fácil de la silla, la tiza y la corrección de exámenes. Y para mí, eso es una lástima.
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