Los días antes de que naciera, cada noche me pensaba que era la noche. Tenía al marido y a mi madre en vela pendientes del teléfono para ver si esa noche era LA noche. Lo cierto es que me tuvo muy confundida, ya que con sus hermanas nunca noté nada hasta el mismo momento en el que me puse de parto. Cada noche, cuando me entraban los males, me hacía una ducha de agua bien caliente, me tomaba mis flores de Bach y me metía en la cama. Y así día tras día. Este tercer embarazo no ha tenido nada que ver con el resto. Se me hizo larguísimo: quedarme embarazada cuando estábamos completamente confinados, parece que fue en otra verdad ¿verdad? Los últimos dos meses me encontraba ya como si fuera el tramo final, así que las ganas de dar a luz cada día iban en aumento.
El viernes 22, después de ver mi a Gine y de subirme no se cuántos pisos de la Mutua de Terrassa y de mi casa tenía el pálpito de que aquella noche sí. Cuando acostamos a las niñas y les di el beso de buenas noches supe que aquella noche iba a llegar Món. Las abracé fuerte y cogí todas las fuerzas para lo que estaba a punto de empezar.
Y tal cual, en una hora mi cuerpo se ponía en marcha. Nada que ver con las dos veces anteriores, las contracciones empezaron a ser súper intensas, largas y con poco tiempo entre unas y otras. Notaba muchísimas presión y me costaba mantenerme en pie.. Llegamos al hospital y en una hora tenía a Món en mis brazos.
Fue tan rápido… Lo que más recuerdo eran las ganas que tenía de empujar y de que saliera. ¡Y vaya! Aunque pedí la epidural fue todo tan rápido que noté muchísimo más de lo que me hubiera gustado. El expulsivo fue doloroso, y aunque rápido note como si iba abriendo camino hacia fuera, como se me movía la cadera, los tejidos. No sé como debe ser las que dais a luz de manera natural pero todo mi respeto hacia vosotras!
Món salió limpio, sin ningún desgarre ni puntos. Bien tranquilo, y acomodado en mi pecho. Lo peor de los siguientes días fue recuperarme del dolor del expulsivo, que como os conté, con sesiones de fisio y de osteopata se curaron por completo. Así que si sentís dolor después de parir (yo no podía ni estar sentada, ni de lado, nada…) no normalicéis ni dejéis pasar el tiempo, buscad ayuda de un profesional para que os quite el dolor en seguida.
¿Y el coronavirus? Pues fue un engorro claro, pero por suerte di a luz después de casi un año de todo este sarao que nos ha tocado vivir y la experiencia tanto del hospital como nuestra supongo que fue un grado. Al llegar de parto me hicieron la prueba. Al salir negativo pude estar sin mascarilla dentro de la habitación y tener una estancia normal, sin visitas (algo que ya está bien), pero sin que el acompañante pudiera entrar y salir del hospital.
Esto, si te pasa con el primer hijo tampoco es grave, pero si te pasa cuando ya tienes 2 o 3 sí que te hace sufrir mucho. Cuando nació Julieta, su padre iba entrando y saliendo (se turnaban con mi madre) para que el pudiera estar un rato con ellas, dormirlas por la noche, estar cuando se levantaran… en los momentos más delicados y así poder acompañarlas en estos primeros días que las emociones están tan a flor de piel. Con el covid (y siempre) si el parto no tiene complicaciones puedes pedir el alta voluntaria a las 24h. Como nuestros hijos son nocturnos y siempre nacen de madrugada, siempre nos toca pasar una noche de más en el hospital. Así que estos son los grandes cambios que hay en época de Covid en nuestra ciudad y hospital.
La llegada a casa bien merece otro capítulo, y el postparto, y la lactancia… ¡ay madre! cuando llega un bebé es como una centrifugadora en nuestras vidas. Así que nada… aquí seguimos recogiendo piezas y uniéndolas de nuevo en esta familia de 5.
Gracias por todo el amor que nos brindáis cada día