Ya os digo que fueron dos partos totalmente diferentes, casi podría decir que opuestos. De ambos guardo muy buen recuerdo y estoy contenta con como transcurrieron los dos, pero es inevitable comparar, pensar eso de "si hubiese sabido lo que se ahora..." y elegir uno como mejor de los dos.
Por eso, después de comparar ambos y sabiendo lo que sé ahora, para mí el mejor parto fue el de la Pitufa, por lo público, y aquí tenéis mis razones:
1- Me puse de parto yo sola: en los relatos no os lo he contado todo. El parto de Doña Cuchufleta fue provocado porque nosotros lo quisimos ya que no había llegado exactamente a las 41 semanas. Yo llevaba ya bastante tiempo con contracciones de parto, lo que los ginecólogos llaman estar en dinámica, pero no terminaba de ponerme de parto y el ginecólogo me dio a elegir: provocarlo ya o esperar a las 41 y entonces provocar. En la seguridad social no me habrían dado opción: se provoca a las 41 semanas y ahora os digo que hubiese sido mejor esperar a ver si me ponía de parto yo sola.
2- No tienen prisas: se esperan a ver cómo transcurre el parto y si la dilatación va a buen ritmo, la madre está bien y no hay sufrimiento fetal, no ponen oxitocina ni rompen la bolsa para acelerar el parto. En el privado, si bien me pusieron oxitocina para provocarlo, también me rompieron la bolsa para que fuera todo más rápido.
3- No me movieron de la habitación: en la habitación que dilate, también di a luz. Sin embargo, en el hospital privado dilate en una habitación y luego me pasearon por los pasillos para ir al clásico paritorio para la fase final del parto.
4- Me dejaban levantarme si quería: en el hospital privado no.
5- Me dejaron tocar su cabeza mientras coronaba y vi como nacía a través de un espejo: en el hospital privado ni siquiera me preguntaron si quería hacer algo de esto, no sé si dejan.
6- Es más nuevo, tiene aparatos más modernos y protocolos actualizados: yo no entiendo cómo un hospital privado que cobra un pastón a sus pacientes no se renueva, moderniza y actualiza protocolos. El paritorio tenía el clásico potro en el que estás tumbada con las piernas abiertas en alto. Pasados apenas 10 minutos de nacer, separan al bebé de la madre y se lo llevan a una sala contigua para pesarlo y medirlo, etc. después lo visten y finalmente se lo devuelven a la madre. En cambio en el hospital público, la habitación en la que estuve mientras duraba todo el parto tenía pelota, baño completo (pila, wc, ducha y otra pelota), cunita para el bebé con todo (parecía una nave espacial más que una cuna), un banco larguísimo con pila, ordenador y un montón de utensilios para la matrona, ginecólogo y anestesista, podía mover las diferentes partes de la cama para estar yo lo más cómoda posible. Cuando llegó el momento del expulsivo sólo tuvieron que quitar la zona de las piernas y sacar los hierros para que pudiese apoyarlas y dar a luz en la posición que yo quería. Tuve a mi niña en mis brazos, desnuda, desde el minuto 0, la limpiaron y vistieron un poco encima mio.
7- Pude donar la sangre del cordón umbilical: en el hospital privado no tenían los medios para recogerla y almacenarla. En el hospital público sí.
Si pudiera volver atrás en el tiempo pero sabiendo lo que sé ahora, estas son las razones por las que elegiría dar a luz en un hospital público. Bueno, más bien en el hospital público en el que nació la Pitufa, en los demás no sé cómo son las cosas. Supongo que cuánto más nuevo es el hospital, mejores son las prestaciones y más facilidades dan a la futura mamá.
La única pega que le encuentro es que no me dejaron grabar el parto de la Pitufa, sin embargo el parto de Doña Cuchufleta sí que lo tengo grabado y es precioso verlo. Si modificaran esto, os aseguro que es un hospital de 10.