Creo que estoy fracasando como madre. Mi hija es una pobre niña rica que es muy desgraciada y siempre lo será, si no pongo remedio. Mi hija siempre quiere más y más. Parece que con lo que tiene no es suficiente y, te prometo, que no es poco. Mi hija tiene una habitación en la que no cabe un juguete más, un armario bien nutrido de ropa que a ella le gusta, una despensa llena de alimentos ricos, algunos incluso poco saludables. Pero para ella, no es suficiente.
Con sus 9 años ya ha ido a Disney, al zoo de Madrid, a Faunia, al Parque de Atracciones, al BioParc de Valencia, al Oceaonografic, al Parque Warner… pero parece que tampoco es suficiente.
Mi hija desde su primer año ha tenido cumpleaños de ensueño, en casa con fiestas temáticas que ella eligió, como la fiesta pirata o la del circo, o en la piscina de bolas de turno y siempre rodeada de su familia, sus amigos que le han colmado de regalos. Pero parece que tampoco es suficiente.
Mi hija ha ido al cine, al teatro, a espectáculos musicales, al circo… pero tampoco es suficiente.
Mi hija tiene unos padres que se han desvivido cuando ha tenido que llevar alguna manualidad para el cole o ha tenido que llevar algún disfraz en concreto. Pero tampoco es suficiente.
Y podría seguir, y seguir. Y lo triste de todo, es que mi hija no es la culpable. Nosotros somos los únicos culpables de hacer niños sin fondo, sin darnos cuenta que en esta ocasión, como en muchas otras, menos es más.
Si volviera 9 años atrás, desde luego que las cosas iban a ser muy diferentes. Y seguro que mi hija hoy por hoy sería mucho más feliz. Pero como no puede ser, hoy me toca trabajar duro para que vea y se convenza de que no es más feliz el que más tiene, sino el que menos necesita.
¡Feliz miércoles!