Cuando una pequeña flor a la orilla de la carretera se convierte en ¡un gran descubrimiento! Subir unas escaleras en medio del camino ¡un enorme reto! Dar un largo paseo por el pueblo ¡una aventura! y jugar en tu jardín ¡una completa fiesta!
Esto es lo que hacen los niños, transformarlo todo ¡en algo grande! ¡Vivirlo todo a tope! ¡disfrutar del momento! Para ellos no hay mañana y particularmente pienso que así deberíamos vivir la vida.
Creo que deberíamos aprender mucho de ellos, no necesitan mucho, más bien casi nada para pasarlo pipa, para disfrutar, ¡para ser felices! Somos nosotros quienes nos empeñamos en llenarlos de cosas y de actividades... ellos no necesitan eso para sentirse bien.
Su vida es simple pero feliz, viven en una constante práctica, no paran de aprender tocándolo todo, subiéndose a todo... sin parar ¡no tienen miedo! por eso aprender tan rápido, no tienen inseguridades ni sentimientos que los bloqueen, somos nosotros de forma inconsciente quienes les enseñamos a temer.
Este fin de semana tuve la oportunidad de asistir a una grandísima charla gracias a +Gestionando Hijos +Ford Motor Company y +Madresfera "Aprendiendo más para educar mejor" y gracias a Mónica de la Fuente y ponentes como Fernando Botella, María Jesus Álava, Carlos Capdevila y Javier Urra pude confirmármelo.
Una de las frases que más me impactó fue la de Fernando Botella, quien intentando explicarnos que en la crianza de nuestros hijos constantemente buscamos la seguridad quiso utilizar una frase tan asertiva como esta "La vida es chula porque no es segura, es incierta y es incomoda" ¡qué gran verdad!
La seguridad en la vida no existe, es una utopía. ¿Quién puede afirmar que tiene una vida segura? ¿Quién sabe lo que va a suceder mañana? ¿Quién en su vida no se ha encontrado de pronto en una situación que nos descoloca y que no sabemos cómo afrontar? ¡Todos! en mayor o menos medida todos hemos vivido ese tipo de situaciones.
Blindando la vida de nuestros hijos, llenándola de juguetes "maravillosos", cargándolos de actividades para que se "diviertan", haciendo todo por ellos no los preparamos para su futuro.
Unas de las cosas sobre las que conversamos fue esa, tenemos que dejar que nuestros hijos se equivoquen, que se caigan, ¡que se aburran! esto probablemente los frustre pero también será un aprendizaje y tal vez de los que mas le aportaran.
Si echamos el freno, nos detenemos y los observamos desde la distancia comprobaremos eso, los niños no necesitan mucho para ser felices, probablemente lo que más necesiten sea a unos padres que jueguen con ellos hasta con chapitas pero con papá y mamá, sin sobreprotegerlos, sin paseos diarios obligados, sin diversiones constantes ¡inténtalo! es difícil, lo sé, yo me enfrento a esto desde hace trece años y me sigo equivocando a diario, pero eso es lo que nos hace ser padres... ensayo, error, ¿lo recuerdas? como dice Mónica, cuando nacen no nos dan el niño y un manual, nos dan solo a nuestro pequeño y a la vez nos entregan millones de dudas y de miedos que nos perseguirán el resto de nuestros días.
Dejemos que nuestros hijos se suban a las escaleras, jueguen con tierra, toquen bichitos, corran, experimenten y se fijen en todo, estemos allí por si nos necesitan, pero dejemos que nos lo pidan, observémoslos ¡es tan gratificante ser espectador de su aprendizaje! deja que se caigan y cúrales la herida, deja que se equivoquen y disfruta de ellos sin tanta floritura. La maternidad o paternidad no es competir a ver quien lo hace mejor, quien tiene más juguetes, quien hace más actividades con sus hijos, es simplemente adaptarse a nuestra realidad y fluir con ellos ¡nada más! que no te coman la cabeza con esas "vidas de madres y padres perfectos que vemos a diario en las redes"
A mí me parece un reto de lo más emocionante ¿no lo crees tú?
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