¿Desde cuándo los docentes son máquinas?
Todo parecía ir bien en el aula, repartió los ejercicios corregidos y les dijo a sus alumnos que se los llevaran a casa para que sus familias los vieran. Pero al día siguiente, al salir de la clase, había unos padres esperando. Al llevarlos a la sala de reuniones y antes de que pudiera sentarse, la madre dijo: te has equivocado al corregir el examen de mi hijo. Miramos en Internet su respuesta y estaba bien, ¿es que no sabes hacer tu trabajo?”
Mi amiga que es la mar de respetuosa, tímida y algo callada, miró de nuevo la hoja y comprobó que efectivamente se había equivocado. La respuesta del estudiante estaba bien. Rápidamente, cogió un bolígrafo y rectificó la nota, subiendo ésta a un 8,00 redondo. Tras pedir mil disculpas, el padre no se quedó muy satisfecho y contestó: “me parece increíble que el centro contrate a profesoras que no tienen ni idea de la asignatura que imparten”. Y ahí se acabó la conversación. Una conversación que como os podréis imaginar terminó con lagrimas y un increíble malestar para mi amiga.
De esta experiencia, viene mi siguiente pregunta: ¿es que los profesores no se pueden equivocar?
¿A los docentes se les mira con lupa?
Ojo, hay que pensar bien la respuesta. No vale contestar a lo loco. Reflexionemos un poco: últimamente (y me refiero con últimamente a más de un año), los docentes han sido mirados con lupa por la sociedad. El motivo no lo tengo yo muy claro. Lo cierto es que tienen que ir con cuidado. Tienen que ir de puntillas porque no se les permite ningún fallo por pequeño e insignificante que sea.
También tienen que pensarse cuatro veces la forma de enseñar a sus alumnos, porque puede que no guste ni a padres ni al director del centro. Y por supuesto, tienen que saber qué cuentan y dicen a sus alumnos porque los docentes únicamente están en las aulas para desplegar todos sus bastos conocimientos sobre la materia en concreto (nótese la ironía, por favor).
Como es normal, los docentes no lo saben todo
Desde hace mucho tiempo nos han enseñado que las personas que se dedican a la enseñanza lo saben todo. Que no hay nada que se les resista, que son como enciclopedias andantes que puedes consultar cuando te venga en gana. Nos han convencido de que un maestro jamás puede equivocarse y que no se le permite tener errores, y mucho menos no saber alguna cosa.
Estoy segura de que muchos docentes han escuchado más de una vez eso de: “es que lo tienes que saber porque para eso eres profesor”. Por supuesto que sí. Claro que, esos pensamientos también se tenían en la Grecia clásica. Obviamente, los profesores no tienen un halo de sabiduría continua sobre sus cabezas como muchos creen. Y sí, también se pueden equivocar porque como todos los demás, son personas humanas.
¿Poca empatía y tolerancia por parte de los padres?
De lo que quería hablar era de la poca tolerancia, respeto y empatía que hay por la profesión docente. Hay padres que van a las reuniones (en muchos casos sin concertar una cita), sin tener en cuenta las emociones ni sentimientos de los primeros. Les critican, les ofenden y les acusan. Los profesores, mientras, tienen que aguantar el tipo y no rechistar ante tales comentarios porque si lo hacen, su empleo podría verse amenazado.
Hay familias que dan una increíble importancia a las calificaciones y al rendimiento académico, y enseguida se echan las manos a la cabeza cuando su hijo ha sacado menos de un ocho. Aunque para mis adentros lo encuentre absurdo, lo respeto. Eso sí, hay muchísimas formas de comunicarse con otra persona. Los padres tienen derecho a hablar con el profesor siempre. Por supuesto que sí.
¿Los docentes son malos profesionales por no saber algo?
No comporto ni mucho menos, el comportamiento de muchos con los profesores que, oh dioses, castigadles, se han equivocado. Algunos de vosotros me diréis que son excepciones, pero creedme: desafortunadamente no lo son. Comentarios como “eres un mal profesor”, “¿no se supone que has estudiado la asignatura que impartes?” “deberías ser más profesional”, tienen que escuchar en muchas ocasiones los docentes. Y lo digo con certeza (es lo que tiene estar rodeada de maestros).
Muchas personas se creen que lo de ser profesor es un cachondeo. Que no hacen absolutamente nada. Y que están apalancados en su “sillón de oro”. Pero eso está increíblemente lejos de la realidad. Puede que algunos lo estén. Pero otros muchos dan lo mejor de sí mismos en las aulas. Y bastantes intentan sacar a la luz todos los talentos de los estudiantes.
Mucha gente no tiene en cuenta la maldita burocracia, ni todos los exámenes ni trabajos que tienen que corregir. Sin ir más lejos, mi amiga tenía que tener listos cuánto antes más de sesenta exámenes en un par de días. Y todavía hay padres y madres, que se sorprenden de que se equivoque en uno de ellos. Vamos, lo que digo siempre: ¿hasta dónde vamos a llegar, queridos?
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