Te despiertas con el grito de alguno de tus Minis (tú ya hace tiempo que no necesitas despertador). Y saltas como un resorte de la cama. Es el escopetazo de salida a un día que sabes como empiezas, pero no como vas a terminar. De ahí en adelante, todo son prisas. Estás vistiéndote y tu cabeza va a mil por hora. Se han acabado los pañales. ¿Qué preparo hoy para almorzar? Además tengo cita con el pediatra, a ver si consigo ser puntual. Corres, corres, pero no llegas a ningún sitio. Al final del día, te desplomas en el sofá y de ahí ya no hay quien te mueva. Tus Minis duermen (si ha habido suerte ese día) y tú no puedes con tu alma. Te sientes exprimida y tu ánimo no mejora al pensar que mañana te espera un plan similar. Sientes que has entrado en bucle y no ves el final. Si un relato similar podría describir tu día a día. Presta atención. Quizá estés sufriendo el síndrome de agotamiento extremo de la maternidad.
A continuación describo algunos síntomas y qué hacer para evitarlo.
Síndrome de agotamiento extremo
Síntomas emocionales
¿Tareas que en circunstancias normales no te supondrían ningún problema, de pronto se te hacen un mundo? ¿Estás cansada desde que te levantas, sin importar las horas que hayas dormido?¿Actividades que antes te gustaban y entretenían, ahora te dan igual? ¿Vives con la sensación de estar corriendo sin moverte del sitio?
El síndrome de agotamiento extremo es, en el terreno de la maternidad, lo que el burn out en el terreno profesional. Personas sometidas a niveles de estrés altos y constantes durante un periodo prolongado de tiempo, empiezan a notar que pierden el control. La falta de descanso. El insomnio que en ocasiones se apodera de nosotros. O la falta de ocasiones para desconectar de nuestro yo maternal para seguir cultivando nuestro yo personal, nos llevan poco a poco a esta situación. Ser madre veinticuatro horas no es fácil y puede llegar a pasarnos factura.
A pesar de lo desconocido del nombre, es una situación que se presenta en muchas mujeres que, llegado un punto, se hallan sobrepasadas. Sobrepasadas no sólo por su rol como madres, sino también por los roles que junto a éste siguen desempeñando: esposa, empleada, amiga. El nivel de saturación puede llegar hasta tal punto, que puedes empezar a aislarte. A sólo querer estar sola. A que te entren ganas de llorar sin tener un motivo aparente y a que la sensación de frustración te invada.
Síntomas físicos
Físicamente también lo vas notando. ¿Te levantas por las mañanas con agujetas por todo el cuerpo, aunque no has hecho deporte? Un día suelto puede que nos haya pasado a cualquiera. Pero si es una sensación que se prolonga en el tiempo, ponte alerta. A pesar de que siempre has contado con un buen sistema digestivo, ¿de pronto notas que tienes trastornos intestinales? Es posible que sea un simple virus, pero piensa que las casualidades no existen y que quizás tu cuerpo te este queriendo decir algo. Dolores de cabeza recurrentes son otra de las señales que te deberían poner alerta.
¿Qué hacer?
Si sospechas que puedes estar sufriendo este síndrome de agotamiento extremo, toma medidas. No es ninguna tontería. Piensa que para que tu familia esté bien, tú tienes que estar bien. Si te pasas el día cuidando de tus Minis pero estás amargada, ellos lo terminaran notando. Si además trabajas fuera de casa también, tu estado de ánimo repercutirá en tu trabajo. No seas tozuda y pide ayuda.
Tu píldora de la felicidad
Quizá el padre de tus Minis esté demasiado ensimismado en su día a día y no se esté dando cuenta de lo que te pasa. Házselo saber. Establece rutinas en las que él se haga cargo de los niños y tú tengas tiempo sólo y exclusivamente para ti. Ya sea darte un baño, irte de compras o quedarte en casa mirando el techo. Reserva veinte minutos de microfelicidad al día. Ese tiempo es sagrado y será gran parte de tu medicina.
Cuida tu alimentación
Mens sana in corpore sano. Cuida tu cuerpo con una alimentación sana. No abuses de las pizzas congeladas, las bolsas de patatas o los dulces. Ya sé que es muy socorrido y que quitan el hambre sin ensuciar la cocina. Pero no es una solución para todos los días. Cómo te sientes depende en gran medida de lo que comes, si no me crees haz la prueba. Dedica un rato del fin de semana a organizar las comidas de la semana. Aprovecha lo que cocines esos días para reservarte una fiambrera en el frigorífico que sólo tengas que calentar el día que vayas a comerla. Tu cuerpo y tu estado de ánimo lo agradecerán.
Haz deporte
Ligado con lo anterior. Ya sé que la vida apenas si te da para ducharte con lavado de pelo incluido. ¡Cómo para pensar en ir al gimnasio! Querer es poder así que busquemos alternativas. Ya sea una hora de Pilates o Yoga a la semana (menos da una piedra) o haciendo deporte en casa aprovechando una de las siestas de tu Mini. Lo importante es dedicarte un ratito a otra tarea que te saque de la rutina de las papillas y los pañales. Y que además llene tu cerebro de endorfinas.
Paseo diario
De pronto ves que se está haciendo de noche y ¿aún no has salido de casa ese día? Un paseo de media hora te renovará las pilas para lo que quede de jornada. Combínalo con algún recado como hacer al compra o pasar a comprar pañales, si es que necesitas una excusa.
Amigas en tu misma situación
No eres la única que se siente así. Creo que casi todas las madres nos hemos sentido alguna vez en esta situación. Queda con amigas y comparte tus pensamientos, frustraciones y claro que sí, también las alegrías. Te consolará saber que hay más mujeres que se sienten o han sentido como tú. Quizá haya alguna que ya haya superado una situación similar y pueda ayudarte con su experiencia.
Y como siempre, relativiza
Es fácil decirlo, pero lo dicen todas las madres y por algo será. Disfruta de tus Minis todo lo que puedas, a pesar del agotamiento. Crecen rápido y antes de lo que piensas no te necesitarán tanto. Lo cual te dará margen para hacer más tu vida, dejando seguro un sentimiento de nostalgia a su paso. Siéntete orgullosa hoy de lo bien que lo estás haciendo y en el futuro, de haber sacado el máximo provecho a esta etapa con tus Minis.
¿Conocías el Síndrome de agotamiento extremo? ¿Cuáles son tus rutinas para “desconectar” de la maternidad?