Mucho me equivoco, o la mayoría de las familias con niños, que van a trabajar, y a llevar a sus hijos al colegio, no tienen tiempo de preparar un desayuno tradicional por las mañanas. Un vaso de leche con cacao, y unos cereales o galletas, ya apurando mucho.
El ritmo de vida que llevamos no nos permite que nuestros hijos tomen otra cosa, porque supondría hacerles levantar muy pronto para desayunar, pero en el fin de semana es otra cosa.
Podemos empezar la mañanita del sábado, preparando un excelente desayuno entre todos.
Será rico, diferente y los peques nos pueden ayudar a prepararlo.
Me refiero a un desayuno tradicional, que nos preparaban nuestras madres cuando éramos pequeños, y antes se las prepararon sus madres a ellas.
Estoy hablando de las famosas torrijas.
Como se hacen las torrijas.
1. Para empezar debemos hacer rebanadas de pan. Sirve perfectamente el pan que ha sobrado del día anterior o de hace dos días. Está muy bien porque así podemos aprovechar el pan que se nos ha quedado viejo sin consumir. No usarlo cuando está demasiado duro porque se haría migas, y ya no podríamos hacer rebanadas
2. Batimos en un plato un par de huevos y le añadimos leche.
3. Ponemos a mojar en la mezcla, las rebanadas de pan. Se dan la vuelta para que se empapen bien por los dos lados. Aquí es donde pueden colaborar los niños, empapando las rebanadas de pan en la mezcla de leche y huevo.
4. Ponemos una satén al fuego, con aceite que cubra el fondo. No echar demasiado aceite, porque el pan lo chupará todo y si echamos demasiado coge un sabor muy aceitoso, además de no ser demasiado saludable. Normalmente soy partidaria del aceite de oliva, pero en este caso me gusta más el aceite de girasol, porque el de oliva, le da un sabor demasiado fuerte. Poner el fuego a temperatura media, para que no se queme demasiado, y echamos las rebanadas empapadas en leche y huevo a freír. Cuando vemos que están bien doradas por un lado, las damos la vuelta para que se hagan bien por el otro.
5. Cuando estén doraditas las sacamos y las colocamos en una fuente.
6. Con una cuchara les vamos echando azúcar por encima de cada una de ellas. Esto también lo pueden hacer los niños. De hecho les encanta.
Ya podemos disfrutar de un desayuno diferente toda la familia, sin prisas, compartiendo risas y pequeñas confidencias, y participando todos, tanto en la elaboración como degustándolo después.
Así podéis tomar de un excelente desayuno, complementándolo con un vaso de leche, o una estupenda merienda junto con un vaso de chocolate. Además estaremos tomando un alimento sano y completo.
Buen provecho.