Cuenta la historia que por estas fechas era tradicional quemar en el hogar un tronco, para celebrar el solsticio de invierno y el nuevo año a punto de comenzar, tronco que debía arder durante tres días, manteniendo su fuego con vino o aceite. Como muchas tradiciones paganas fue asumida por la religión católica, conviertiéndose en otro de los símbolos de la Navidad (gracias Wikipedia por mantenernos infomad@s).
Es un breve resumen del por qué de este postre tan característico que pretende emular ese tronco que daba calor al hogar en estas fechas tan especiales. En realidad es un postre muy sencillo de realizar, que admite muchas vaciaciones según gustos, y que puede hacer las delicias de los comensales.
Cada postre tiene una historia y es importante conocerla si pretendemos preparalo, pues es su alma y nos llevará a entenderlo y prepararlo mejor.
Yo nunca lo había preparado aunque es de los postres de mi lista para la cena de nochebuena. Pero Madresfera y Albal me han puesto el caramelito en la boca y no he podido resistirme a prepararlo. Por eso y porque yo por un robot batidora MA-TO.
He querido salirme un poco de la receta tradicional y adaptarla al gusto de mis pequeñuelos. Sabéis que en esta familia somos chocolate-adictos y cualquier receta de repostería que prepare debe llevar chocolate porque si no me se de dos que no le darían el aprobado.
Así que, buscando una receta que lleve chocolate por doquier sin cansar, se me ocurrió hacer el bizcocho genovés de chocolate, una crema mousse de chocolate blanco para el relleno y la cobertura de ganaché de chocolate negro. Preparaciones muy muy sencillitas con un resultado espectacular. Además, usaremos un almíbar para dar jugosidad al bizcocho y que la crema se agarre bien. Pero vamos a lo principal.
Ingredientes:
Para el bizcocho:
6 huevos
150gr de azúcar
125gr de harina
30gr cacao en polvo
30gr aceite de oliva
10gr de levadura (opcional)
Para la crema mousse de chocolate blanco:
250gr de chocolate blanco para postres
500gr de nata para montar
100gr de azúcar
Para la ganaché de chocolate:
200ml de nata líquida
200gr de chocolate negro para postres
Para el almíbar:
200ml de agua
125gr de azúcar
esencia al gusto
Debemos tener en cuenta que la temperatura es fudamental para la crema de relleno y la cobertura, por lo que lo ideal es tenerlas preparadas con algo de antelación, para un mejor resultado. Así que lo primero será ponernos manos a la obra con ellas antes de preparar el bizcocho. Yo lo hice todo por la tarde-noche, lo dejé reposar en la nevera toda la noche y realicé el montaje la mañana siguiente.
Cómo preparamos la crema mousse de chocolate blanco
Esta mousse es una solución ideal para hacer un relleno (o frosting, según vayamos a usarla) diferente, es suave, cremosa y al ir montada tiene una textura ideal para ir entre capas de bizcocho.
Ponemos a calentar la nata líquida y, sin dejar de remover, añadimos poco a poco el chocolate blanco a trocitos y el azúcar. Una vez esté bien fundido e integrado, retiramos del fuego, dejamos enfriar y lo metemos en la nevera.
Para aplicarla debemos montarla bien fría para que adquiera consistencia y textura de mousse.
Cómo preparamos la ganaché de chocolate negro
La ganaché es una crema que se usa habitualmente en rellenos y coberturas, con una textura suave y cremosa, realmente deliciosa y sobre todo, muy sencilla.
Ponemos al calentar la nata líquida y una vez comience a hervir, la retiramos del fuego, añadimos poco a poco el chocolate troceado mientras mezclamos bien con una varilla, hasta que esté totalmente fundido e integrado. Dejamos enfriar y lo metemos en la nevera.
Cuando vayamos a usarlo puede estar demasiado compacto, mi consejo es darle un pequeño golpe de microondas, unos 30 segundos aproximadamente, lo justo para que se solidifique un poco, sin llegar a calentar. Bastará remover para que adquiera la textura y brillo propios de ganaché.
Cómo preparamos el bizcocho
El bizcocho genovés es un bizcocho básico y clásico en repostería, usado para multitud de pasteles y preparaciones: brazos de gitano, pasteles de varias capas y bases de tartas, también en pasteles y brazos de gitano salados (¡me encantan!). Lo que viene siendo la plancha de bizcocho que podemos encontrar preparada en muchos supermercados. Su principal característica es que no lleva levadura, pues no necesita subir, aunque a mi sí me gusta ponerle para que sea más esponjoso.
Precalentamos el horno a 180º. En un bol, mezclamos los huevos con el azúcar hasta que blanqueen. Añadimos el aceite, tamizamos la harina con el cacao y la levadura si decidimos usarla y lo añadimos poco a poco, en último lugar.
Preparamos una bandeja de horno, ponemos papel vegetal, engrasamos (yo uso spray desmoldante ya que es fácil, práctico y garantiza que el bizcocho no se pegue), vertemos la masa extendiéndola a lo largo de la bandeja y horneamos 10-15 minutos aproximadamente.
Una vez fuera del horno, lo sacamos de la bandeja ayudándonos del papel vegetal y dejamos que enfríe completamente. Cuando esté frío lo ponemos sobre papel film o un paño húmedo y lo enrollamos de la misma manera que lo haremos cuando lo rellenemos.
Cómo montamos el tronco
Una vez bien frío el bizcocho y montada la crema de relleno, extendemos con cuidado la plancha de bizcocho sobre una hoja de papel vegetal o sobre papel film, para que no se nos pegue. Almibaramos bien y extendemos la crema mousse de chocolate blanco por toda la superificie.
Con ayuda del papel film o papel vegetal, lo enrollamos y envolvemos en papel film bien apretadito. Dejamos reposar al menos una hora para que no pierda la forma y al crema se asiente.
Posteriormente, una vez recuperada la textura de la ganaché de chocolate negro, cubrimos con ella todo el pastel. Lo mejor es dejarla caer sobre el pastel de tal manera que sea la crema la que vaya cubriendo poco a poco toda la superficie. Si nos quedan huecos sin cubrir con una cuchara recogemos el sobrante de ganaché y volvemos a dejalo caer sobre el bizcocho. Para esto es importantísimo que el pastel esté sobre una superficie limpia (lo ideal es sobre una hoja de papel vegetal nueva) para así poder aprovechar el sobrante de ganaché para seguir cubriendo. Con una espátula o lengua no nos quedará igual de bien, mejor que la crema busque su sitio.
Y ahora toca la parte más creativa, la decoración.
La decoración es al gusto, recordando que debe parecer un auténtico tronco. Así que podemos dejar volar nuestra imaginación. Mis hijos han querido participar activamente en ella y hemos aprovechado la crema de relleno (añadiéndole 200 ml más de nata montada) para hacer la nieve entorno al tronco y que se note que estamos en Navidad. Luego se nos ocurrió coger unos adornos del árbol que son muy tiernos, estos precioso muñequitos de madera que no se ya la de años que llevan conmigo, y ponerlos en el tronco como si fueran habitantes de un bosque mágico. Y para rematar, un poco de purpurina y perlitas azules para que la nieve sea aún más mágica.
La decoración ha sido lo más divertido, sin duda. Ahí no me dejaron meter mano y en seguida mi hijo mayor se hizo dueño y señor de la manga pastelera. La peque ayudó a hacer las vetas de la madera con un tenedor y decidieron dónde colocar cada copo de nieve y cada muñequito. No se si será la decoración más artística pero para mis hijos es el Tronco de Navidad más bonito del mundo mundial, porque lo han hecho ellos (¡qué rápido me quitan el mérito!").
Os podéis imaginar cuánto duró este tronco navideño. El tiempo de hacer las fotos y poco más, en seguida quisieron meter cuchara para probarlo, no me dejaron ni sacar fotos al corte. ¡Si es que con estos niños no se puede!.
Y hasta aquí la receta. Espero que os guste pero sobre todo que os animeis a hacerla porque es muy sencilla y el resultado es espectacular, ya que es muy suave y nada empalagoso. De verdad que os lo recomiendo porque seguro que es un éxito, al menos entre el público amante del chocolate.