Desde mi segundo mes de embarazo de Gabriel me “captaron” en el centro de salud para ser parte de un estudio sobre “la obesidad infantil” en el que nos evaluaban, cada cierto tiempo, a las mamás gestantes y luego al bebé hasta los dos años de vida. Y es que en España uno de cada tres niños tiene exceso de peso. Es la cifra más alta de toda Europa y sitúa a España entre los países del mundo con la tasa más elevada de sobrepeso y obesidad infantil.
Y es por eso que los especialistas hacen mucho hincapié en este tema y hacen este tipo de reuniones con las madres. Hace unos días tuvimos nuestra quinta reunión y compartimos junto con los especialistas: pediatras, enfermeros pedíatricos, matronas ( obstetras) nuestras inquietudes sobre hábitos de vida saludable, alimentación, sueño, actividades físicas de nuestros bebés y todo lo relacionado con ellos. De todos los temas que tocamos, hubo uno en particular que generó polémica: los aparatos electrónicos y teléfonos móviles que usamos para entretener o distraer a nuestros peques. Ya sea para que coman, para que nos den tregua y nos dejen hacer las cosas de la casa o trabajar, para que se enteetengan, etc.
Los especialistas estaban de acuerdo en que un bebé no debe estar expuesto a estos aparatos, no deben verlos, ni utilizarlos, ni manipularlos. Pero todas las madres que estábamos en la reunión aunque sabíamos que no era beneficioso, opinábamos que a veces sí era necesario. Algunas contaban que sus hijos solo comían viendo la tele o los dibujos en la tablet o móvil. Otras, que tenían que ponerles frente a estos aparatos para ir a cocinar, hacer las cosas del hogar, o simplemente tomarse un respiro o hasta ir al baño.
La Sociedad Española de Cirugía Ocular Implanto-Refractiva (SECOIR), ha alertado de que el uso de dispositivos electrónicos está aumentando la incidencia de la miopía entre la población, especialmente entre los niños, al no estimular correctamente la visión lejana.
Los expertos también dicen que los niños deben desarrollar una habilidad muy compleja, que es la de controlar su atención y dirigirla no sólo a aquellos estímulos que se mueven, sino también a los que están quietos o son más aburridos.
Dicen los médicos que más tiempo frente al televisor se traduce en menos paciencia y autocontrol, peor desarrollo de la atención y mayores tasas de fracaso escolar. Y es que cuando el niño juega o dibuja su cerebro dirige la atención a los estímulos o personas con los que interacciona, pero cuando se sienta frente a la tele es ésta la que atrapa el interés del niño y hace todo el trabajo.
¿Quién no ha puesto el móvil o la tele al niño para que se distraiga y acabe la papilla? ¿O para que se quede quieto cuando espera en el pediatra? Cuando hacemos esto, el cerebro del pequeño aprende que cada vez que tiene que esforzarse, concentrarse o esperar quieto, tiene permiso para distraerse.
Si somos capaces de prestar atención y eliminar otros estímulos que intentan distraernos tendremos múltiples ventajas como detectar detalles, aprender idiomas o reducir los niveles de estrés, dicen los expertos en el tema.
En mi caso, trato de dosificar el tiempo que mis hijos-si mis hijos porque es inevitable que el bebé no vea lo que ve su hermano mayor-, ven la tele. El tema de coger los aparatos electrónicos, eso sí que lo tenemos mi esposo y yo muy claro: Andrés, el mayor, no puede cogerlos sin permiso de nosotros. Si usa el Ipad o el móvil ( celular) es con permiso previo y bajo nuestra supervisión. El bebé a veces quiere estos aparatos para morderlos, pero vemos poco a poco el interés que le pone cuando su hermano mira sus dibujos o canciones preferidos, así es que vamos con ojo avisor. Cuando alguna vez hemos visto que el pequeño ha tomado de la mesa o del sofá alguno de nuestros teléfonos y se lo quitamos, se desespera, llora, se tira al suelo y eso alguna vez-debo admitirlo- me da miedo. No quiero que sean dependientes de estos trastos, pero como decía la pediatra es difícil que no estén en contacto con ellos porque han nacido en una era donde estas cosas predominan, donde los niños de tres años (como mi hijo mayor) aprenden en el nido a usar el ordenador. ¡¡Eso yo lo aprendí siendo adolescente!!!! ¡Qué rápido avanzan estas nuevas generaciones!
¿Y ustedes creen que estos aparatos afectan a los niños? ¿Los usan para distraerlos? ¿Cómo dosifican su utilización?
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