Al momento de mi cuenta de que esos gritos procedían de un piso cercano y que se trataba de una madre que regañaba a su hij@. No fue algo que duró segundos o apenas unos minutos, no, la bronca se alargó media hora. Tampoco es que yo estuviera con la oreja puesta, de hecho aún sin saber de qué piso provenían los gritos, y a pesar de estar en una avenida con mucho tráfico al otro lado de la acera, los gritos prevalecían sobre el ruido de los coches que pasaba.
Fue una media hora en la que, sin escuchar a la perfección la conversación, se oía claramente decir cosas como "explícame que no lo entiendo, "en qué momento se te ha ocurrido decir eso", "que sea la última vez que me haces algo así", " a ver cuándo vas a ser responsable de una vez". Se oía a una madre realmente enfadada.
No la voy a juzgar porque la única información que tengo son esas frases que alcancé a entender entre gritos, cláxones y motores de coches. No la voy a juzgar porque no se su vida, sus circunstancias ni los motivos para llegar a semejante punto. No la voy a juzgar porque entiendo cuán difícil es esto de ser madre.
Sin embargo, no he podido evitar sentirme identificada con esa madre. No, nunca me he visto en una situación tal, pero nadie me puede asegurar que alguna vez no sea yo la que acabe perdiendo los estribos con una bronca monumental a alguno de mis hijos. No puedo poner la mano en el fuego por decir que nunca jamás me veré en una así.
No es la primera vez que siento complejo de "Madre Ogro". Si hay algo que llevo mal de esta tri-maternidad a full time-full job, o lo que viene siendo "todo para mi solita", es precisamente que por el cansancio, los nervios, el no tener ayuda, relevo, apoyo, tener que lidiar con todas y cada una de las circunstancias con respecto a mis hijos desde que se levantan hasta que se van a la cama, es que todo ello me haga perder la paciencia, el humor y los nervios, descargando mi frustración sobre ellos. La cara B de la maternidad es una auténtica putada.
Podría decirse que en más de una ocasión ellos tienen la culpa pero no es así. No es que sean niños perfectos que no rompen jamás un plato, todo lo contrario, son niños normales y corrientes, y como tal corren, saltan, gritan y me hacen más de una vez y más de dos alguna trastada de libro.
Pero se positivamente que si mi actitud, mi carácter y mi paciencia fueran otros, manejaría las situaciones que provocan mi descalabro mental de una manera más respetuosa y conciliadora. Y eso sería positivo para todos.
Sin embargo el cansancio mella mi paciencia y mi ánimo, de tal manera que muchos días voy de mal humor aún antes de dar tiempo a mis hijos a hacer alguna trastada de las que se me llevan los demonios. Soy consciente de que muchas veces pienso en cómo podrían ser las cosas si tuviese algo más de ayuda, de apoyo y cuando me doy cuenta yo misma me he encabronado de tal manera que hablo mal a mis hijos sin merecérselo. Vaya, nunca se lo merecen, pero cuando ni siquiera han dado pie a una regañina, menos.
Me veo a mi misma como a un ogro, todo el día enfadada con el mundo, encabronada conmigo misma, con mis circunstancias, enfadada con mis hijos, regañándolos por tonterías, castigándolos por menudencias que de otra manera seguramente ignoraría.
Y no me gusta nada. No me voy a justificar porque se positivamente que actúo mal. Tampoco me voy a flagelar porque no es la solución. Pero tengo claro que no es el tipo de persona ni el tipo de madre que quiero ser para mis hijos.
No quiero que me recuerden como una madre gritona. No quiero que me recuerden como una madre regañona. No quiero que me recuerden como una amargada de la vida que no les dejaba ni abrir la boca para hablar. Ese recuerdo es una mierda y no lo quiero para mis hijos.
Quiero que recuerden a una madre cariñosa, paciente y templada. Aunque me cueste la vida lograrlo. No quiero ser un puñetero ogro. No ya solo por ellos, porque no se lo merecen, sino por mi, porque esto se lleva por delante mi salud mental, seguro.
Hoy esa madre me ha hecho un favor porque me ha hecho verme a mi de una manera que no quier, me ha hecho pararme a pensar si eso es lo que quiero para mis hijos, para mi, y gracias a ello creo que puedo hacer toma de conciencia y replantearme cómo enfrentar mi día a día como madre sin que se me vayan sapos y culebras por la boca.
Espero y deseo de verdad que esa madre y es@ hij@ a estas horas se hayan dado un abrazo, un beso, y que esa bronca sea cosa del pasado. Espero y deseo encontrar la fuerza necesaria para tomarme aunque sea 10 segundos y respirar antes de explotar.
Firmado, una madre que tiene a un bebé llorando a grito pelado, una niña soplando a todo pulmón una flauta dulce y un niño aporreando el piano en volumen máximo. Señor dame paciencia, aunque si me das un millón de euros, casi mejor. Que no sea por no ponerle humor al asunto.