Qué fácil sería si pudieras recargar la paciencia como las pilas, si existieran tiendas que vendieran paciencia para ir a comprar cuando vemos que se agota, ojalá pudiéramos repostar paciencia como quien reposta por gasolina.
Porque hay días en los que uno corre de un lado para otro, y cuando llega a casa ya no puede más. Estás cansado, y se te olvida que tus hijos también lo están. Y entonces entre unos y otros, la montaña crece y la paciencia desaparece.
O quizás necesitas terminar algo que requiere tu concentración (hay días que no soy capaz de sumar 7+8) y tienes a un pequeño tirándote del pantalón “mami mami mami mami”. Y te concentras más, y él sube el volumen para llamar tu atención.
A lo mejor acabas de terminar de limpiar el salón y tu hija tira un vaso entero de zumo (a poder ser de un sabor radioactivo de esos que tiene demasiado colorante y se queda todo pegajoso)
O estás intentando mantener la calma y bañar a dos terremotos y pisas una pieza de lego (lease pieza de lego, o zapatito de tacón de barbie, o esas mil piezas traidoras de múltiples juguetes que seguro campan a sus anchas por tu salón)
Estas y tantas otras situaciones ponen a prueba nuestra paciencia. Eso siento yo. Hace algo más de un año yo me sentía un ogro demasiado a menudo. Y decidí que iba a desterrar los gritos de mi casa. Unos meses después, cuando los gritos estaban desterrados, me di cuenta que aun gruñía y resoplaba: y me propuse un objetivo: siempre siempre siempre, mostrar respeto; nada de gritos, ni resoplidos, ni gruñidos. Calma y respeto.
Una de las cosas que me ayudó es esconderme el teléfono mientras estoy con mis hijas por las tardes. Así no tengo distracciones y no siento que me interrumpen. Pero aunque una se proponga hacerlo bien, y lo haga durante mucho tiempo. Hay días y días. Y a veces, una falla y siente que no sabe hacerlo bien. En mi caso, pasado un año de desterrar al ogro, sé que mi punto débil es la falta de sueño. La falta de sueño debilita mi paciencia, los desvelos nocturnos me hacen caminar la cuerda floja.
Por eso, cuando supe que Edúkame proponía 7 días de paciencia infinita en su Reto de la Paciencia, no dudé en apuntarme. A partir del 1 de Julio, y durante 7 días, desde Edúkame nos darán 1 truco para mejorar la paciencia que nos ocupará 5 minutos. ¿La verdad? Tengo ganas de empezar. Quiero conocer esos trucos, quiero superar el reto.
Porque se empieza por 7 días, y después pasito a pasito se convierte en hábito. Así que estoy impaciente por conocer esos trucos.
Si quieres apuntarte, haz click aquí! Ya hay más de 6700 personas apuntadas!