Bueno, me imagino que si habéis llegado hasta aquí es porque estáis tan desdesperad@s como lo estaba yo hace unos meses (o años) y quiero ayudaros. Siento si el título de la entrada os ha resultado algo pretencioso pero aviso desde ya, que no existe una fórmula mágica para que vuestr@ retoñ@ caiga rendido en los brazos de Morfeo.
Mi hija me ha convertido en una experta en la materia. Dormir a Claudia para mí ha resultado una auténtica tortura durante el primer año de vida hasta que di con el kit de la cuestión: asumir la situación, respirar profundo y dejar que el tiempo haga lo que tiene que hacer, en este caso, dejar que madure a su ritmo y adquiera ella sola las herramientas necesarias para conciliar el sueño. No creáis que no he hecho nada por el camino. Voy a proponeros algunos trucos que sí me han ayudado, que han marcado un antes y un después y que han conseguido que reine (un poco) la paz en casa.
Cuando estaba embarazada solo pedía una niña que durmiera. Me daba igual si era mala para comer o cualquier otra cosa, solo quería que no me torturara por las noches, y por supuesto, me tocó justo lo contrario. La primera noche en el hospital se la pasó llorando y dormimos una hora. La segunda fue peor porque las grietas en el pecho ya habían hecho acto de presencia y le dimos fórmula unas horas. No obstante, y para estimular la subida de la leche, me tiré la noche entera arrastrando la cuna a la zona de lactancia cada 2 horas para enchufarme el maldito sacaleches y cada hora y poco para darle a ella de comer en una jeringuilla. La tercera noche vino una enfermera al rescate y se la llevó dos horas para que yo durmiera un poco. Cuando fui a por ella estaba llorando como una poseída, igual que las noches anteriores. Os podéis imaginar que el panorama en casa fue peor.
Cuando conseguimos establecer la lactancia después de 3 semanas muy duras, empezó a dormir un poco durante el día. ¿Sabéis la idílica imagen de un recién nacido dormido en el pecho de su madre/padre tumbad@ en el sofá? Bien, no supimos lo que era eso hasta que nació Noah