Ser madre es una de las cosas más maravillosas de la vida. Es un milagro de Dios traer a esas pequeñas criaturitas que son parte de ti al mundo. Después de coger en brazos a tu bebe te invade el amor, la ternura y por qué no decirlo, también los miedos: a ser buena madre, a protegerlo, a alimentarlo bien, etc. Y en este último punto, muchas madres estamos a la expectativa porque aunque hayamos tenido clases de preparación con la matrona sobre este tema nada está dicho hasta el mismo momento de tener a tu hij@ en tu regazo.
Antes de contar mi experiencia y mi posición sobre la lactancia, quiero dejar claro que cada madre, independientemente de la opción que elija a la hora de alimentar a su crio ( lactancia materna, biberón, o mixta) tiene todo el derecho del mundo a adoptar lo que mejor le convenga a su bebé y a ella misma. Ya bastante has pasado durante el parto. ¡Todas somos unas campeonas! En mi caso, mi opción siempre fue darle el pecho a mi hijo. Desde antes que naciera tenía claro pegarlo a mi seno y amamantarlo hasta que él quisiera ( bueno en realidad mi tope máximo era darle pecho hasta el año y medio).
La verdad que en mi caso no hubo complicaciones a la hora de amamantar a mi pequeño, inmediatamente después que me hicieron la cesárea lo pusieron sobre mi cuerpo para tener el contacto piel con piel y después de pasar por las revisiones correspondientes me lo ‘enchufaron al pecho’ e instintivamente empezó a mamar. Dicen que es importante el primer contacto cuerpo a cuerpo entre el bebe y su madre para que se sienta seguro y sobre todo con confianza para succionar. Aunque no sacara nada de leche las primeras horas, me dijeron que esto era bueno para estimular a la ‘bajada’ de la leche.
El primer día el bebé aún tiene las reservas de lo que comía estando en la panza de la mami, pero el segundo día, uff, el segundo día es fatal. El bebé empieza a desesperarse porque no encuentra alimento. En esta ocasión una buena amiga mía me recomendó que por nada del mundo le diera el biberón para que no se acostumbrara a él. Que si le daba leche de fórmula se lo diera en jeringuilla para calmar su hambre. Así lo hice. Pero al ver que esto no calmaba su apetito, pedí el biberón con leche artificial. Con todo el temor del mundo pensado que ya no querría más mi pecho y que se acostumbraría a lo fácil ( como decían las matronas). Pero no fue así. Mi hijo sació su hambre y luego cuando mis pechos empezaron a producir leche se enganchó a ellos sin ningún problema. Es que este pequeño gran bebe que nació con 4, 200 gr. tenía tanta hambre siempre que le daba igual de donde saliera su comida, siempre y cuando le alimentara jajaja.
Los nervios, la impaciencia y la inexperiencia no son buenos compañeros
Los posteriores días, cuando ya volvimos a casa, las cosas no fueron tan idílicas. Mi hijo empezó a desesperarse un poco porque quería comer y quería que su alimento llegara rápido. Se desesperaba al no poder tener la leche velozmente en su boquita. Además, uno de los senos dicen que siempre es más vago que el otro. Y puedo dar fe de ello. Hay que tratar de no desesperarse, tener mucha, pero mucha paciencia y tratar de que el pequeño succione de ambos pechos para que se estimulen por igual y generen leche. Esto es fácil decirlo, pero conozco mujeres que se han sentido sobrecogidas por el llanto de frustración de sus bebes al no conseguir su alimento rápido y han cedido a la tentación de enchufarle el biberón que los sacia más que la leche de mamá. Yo tuve mi semana de desesperación también, al punto de llorar y llorar pensando que no estaba haciendo bien esta tarea, que no servía para esto, que mi hijo no se saciaba con mi leche, que no se estaba alimentando bien con él, etc. Dicen ‘las expertas’ ( matronas, enfermas, asociaciones pro lactancia) que todas estas ideas que se nos vienen a la cabeza a las primerizas no son ciertas, que todas las mujeres son capaces de generar leche suficiente para su hijo, que no hay ninguna mujer que no la pueda producir. Sinceramente, yo en este punto ya no sé qué pensar. Conozco amigas que han intentado por todos los medios dar el pecho a sus hijos, pero éstos no cogían peso y a algunas incluso no les abundaba la leche.
Mi suegra y mi bisabuela política siempre me han dicho en tono de broma que tengo leche de buena calidad en abundancia, jajaja. Yo le llamaba “la leche de los Andes“, jajaja. Me sentía halagada pero a la vez reconozco que no ha sido un camino fácil, porque he tenido mis bajones. En una oportunidad acudí a un grupo a favor de la lactancia porque creía que no amamantaba bien a mi bebe, esas mujeres me ayudaron a adoptar la postura correcta para que el bebe pudiera succionar de manera correcta el pezón. Es que aunque no lo creas esto de amamantar es todo un mundo que las que nunca lo habíamos hecho aprendemos en la marcha.
Dando el pecho frente al mar
Lo malo
Y qué me dices acerca del dolor que se siente cuando se te ponen los pechos super duros- como piedras-porque se te acumula la leche, leche que tu querido hijo no come y que hace que los conductos mamarios se obstruyan. Han sido un par de veces las que he tenido que tirar de mi marido y mi suegra llorando para ayudarme a descongestionar esta zona. Usé paños húmedos calientes, duchas calientes, peines para cepillar los pechos ( consejo de mi mami) y hasta un sacaleches que fue el que más me ayudó para quitarme todo ese peso de encima y sobre todo aliviarme el dolor que esto producía. La leche que extraje la congelé para cuando dejara a mi hijo con mi suegra y se lo tuviera que dar en biberón ( como ves conforme pasó el tiempo dejé de lado mis temores sobre el bibe) o para hacerle papillas. Tengo que destacar que tener un gran compañero, mi marido, en esta aventura ha hecho que los momentos complicados sean más llevaderos. En equipo solucionamos mejor las cosas.
Lo bueno
Aparte de estas complicaciones mi camino en el mundo de la lactancia ha sido normal. Eso sí, siempre cargada de paciencia. No cambiaría por nada la sensación de sentir a ese pedacito de mi pegado a mi pecho extrayendo su comidita. Son momentos muy íntimos entre madre e hijo. Especiales. Llenos de contacto y de amor. Y el tiempo pasa tan rápido que te das cuenta que ya no eres su fuente de alimentación y muchas veces se añoran esos instantes echados en la cama, contemplando su carita inocente.
Bueno si no ha quedado claro soy pro la lactancia materna, porque es más que beneficioso para la salud física y emocional de tu bebe. Lo que tiene la leche materna no lo pueden suplantar todas las leches artificiales del mundo. Les da defensas Por cierto, mi bebe dejó el pecho solito al cumplir los 11 meses. Ya comía su comida y el pecho ya no era su principal fuente de alimento, así es que fui introduciéndole el biberón, al inicio con mi leche y luego con leche de fórmula.
¿Por qué sí a la leche materna?
La leche materna tiene muchísimos componentes que no se pueden encontrar en las leches artificiales y es que cada leche materna es única porque depende de cada mamá.
Archivado en: Crianza, madre Tagged: amamantar, bebés alimentándose, beneficios de leche materna, dar el pecho, lactancia, Semana de la Lactancia Materna