Porque sí, todo tiene que ser ahora en esta casa, y hay días que me eso me vuelve un poco loca. Y de eso tenemos culpa los adultos, estoy segura: que si lávate los dientes ahora, no no no no, después de la tele no, ahora; que si vamonos ya que sino hacemos tarde; que si espabilate que no se qué; que si recoge porque sino después…toda esa urgencia, todo ese espavilarse, correr, apresurar…se nos vuelve en nuestra contra cuando tus hijas lo aprenden tan superhiperrápido que en tu casa pasa esto:
Mama entra por la puerta, viene de trabajar. El padre de las criaturas ya le ha enviado el mail de “que suerte que ya te vas para la casa!” y entro con un hambre de buey y empezamos (cada niña es un color): “mamiiiiiiiiiiiiiiiiiii, hemos pintado en la pizarra y en unas hojas y después nos hemos pintado nosotros y míranos” “nos hemos pintado mami mirame” “mírame mami aun no me has mirado a mi no mires a la chiqui mira como llevo la espalda pintada, tengo tattoos como tu” “mami tatu tu” “alguna quiere darme un beso?” “y míra la chiqui ha desordenado todo esto porque” “nono, yo nooooooo” “bueno, las dos, me puedes leer este cuento que no lo se leer yo sola” “niñas voy a comer algo y después leemos cuentos o pintamos o lo que queráis” “no mami vaaaaa, solo un cuento, ahora, después es mucho rato me lo lees ahora?” “es muy tarde y quiero comer; puedes esperar un poco” (consigo sentarme; la enana se escaquea a ver la tele) “tengo sed mami” “tráeme tu vaso y te pongo agua” “no. quiero zumo en vaso de cars” “bueno, ahora me levantar锓mami es que tengo mucha sed necesito AHORA el jugo porque tengo la boca seca”“quiero juuuugoooooo maaaaaamiiiiiii””quiero piña en vaso de pinchecha” “cuando vaya por el postre pongo todos los zumos” (y aparecen con los vasos vacíos y sin la botella de zumo)
y cuando pide una cosa y pide otra al segundo: mami me pones un vaso de jugo (el vaso aun no esta lleno y como has cumplido con una cosa) “mami puedes bajarme los puzzles para jugar”. “espera y tómate el jugo primero” “es que no puedo esperaaaaaaar”
Solo han pasado 40 minutos desde que he llegado. No sigo porque el texto debe agotar lo que me agota a mi algunos días. Otros días respondo de forma automática y puedo terminar de comer antes de las mil peticiones AHORA. Hay días que tanta petición a la vez y con urgencia me vuelve loca y me dan ganas de esconderme un rato en el armario (me encuentran fijo en menos de 5 minutos). Hay días, lo confieso, que si están jugando en su habitación paso sigilosamente a comer antes que se den cuenta que he llegado…(malamadre que es una a veces que se esconde sin saludar) Pero insisto, agotan pero convencida estoy que lo han aprendido de nosotros…¿o no? siempre les estamos urgiendo con que hagan algo, todo hoy en día se suele hacer con prisas.
Otro ejemplo:
Llegamos a cualquier lugar donde identifica algo entretenido…como un restaurante con puerta giratoria. “Mami después podremos ir a girar a esa puerta”. Sí, después. Mami puede ser ahora. No, hemos quedado que después. Mami es que no puedo después tiene que ser ahora. Después de comer. Mami, el baño está pasando esa puerta giratoria? “si” (ERROR!!) “mami tengo muchiiiiisimooo pipí no puedo aguantarme podemos ir a hacer pipí ahora” conclusión final: apenas me había sentado en la mesa donde estaba yo? En la puerta giratoria por supuesto. Esa y otras 5 veces durante la comida…porque las necesidades del baño (inoportunas siempre como os contaba aquí) pueden multiplicarse si hay una puerta giratoria de por medio.
y, para daros un ejemplo de la pequeña, si se despierta por la noche pidiendo una leche (porque se olvidó de tomársela antes de dormir o porque quiere desayunar) hay que cruzar los dedos para que se duerma al instante. Porque si le dices “espera un poquito que es de noche. estamos todos durmiendo, incluso el sol. cierra los ojos 5 minutos y cuando te despiertes ya será de día” puedes escuchar “nooooooooo, mamiiiiiiiiii nooooo, 5 minutos noooooo, quiero mi leche y quiero tele y no quiero dormir….no quiero esperar al sol, quiero de noche” y ya la tienes liada…porque tiene tan mal humor como yo cuando se despierta por la noche…
Así es mi casa hoy, pero quiero cambiarlo. Quiero cambiarlo porque quiero reírme con esas peticiones impacientes a mil por hora y a la vez, y que no me vuelvan loca. Ser capaz de ver la magia que tiene eso. Llevan un rato sin verme y todo lo que quieren es mi atención. Y, por otro lado, bajarles a ellas las revoluciones, no hacerlas ir rápido por todas partes. Que no corran por llegar a la hora, que disfruten el camino. Y, así, aprendan a tener paciencia
Así, desde hace un tiempo, intento no hacerlas correr ni decirles que llegamos tarde a todas partes. Me sigo escondiendo algunos días al llegar a casa para tener una pausa y poder comer comida caliente sin levantarme 20 veces, pero también he practicado reírme de la situación cuando me piden 20 cosas a la vez.
Además y paralelamente, intento que todos les tengamos más paciencia a ellas. Que dé igual que tarden una hora en comer, o que les cueste levantarse por las mañanas. Que si tengo que pedirles a ellas que aprendan a esperarme 5 minutos cuando quieren “galletas/zumo/juegos/pinturas, etc” podamos esperarlas nosotros 5 minutos cuando se quieren dar media vuelta en la cama, o no se han peinado como querían, o se quieren cambiar de calcetín.
Creo que es una prueba tan difícil para ellas como para nosotros. Pero si yo ya he decidido que no quiero ir corriendo a todas partes, que es mejor tomarse las cosas con otro ritmo, con más calma, qué menos que dejar de hacer que ellas vayan con prisa por el mundo.
Igual que con el aburrimiento sistemático, en unos meses más os cuento como nos ha ido. A ver si hemos ganado todos en paciencia en casa.