Un refuerzo es aquello que cambia la aparición de, ya sea una buena conducta o una mala. Pueden ser objetos, hechos o palabras entre otros.
El Servicio de Orientación Educativa del Instituto de Tecnologías Educativas (ITE) del Ministerio de Educación Español, afirma que la conducta es un aprendizaje que se va modificando por la aparición de reforzadores. Si a una conducta le sigue una consecuencia agradable, la probabilidad de que se repita aumentará debido a la asociación que se da entre la conducta y la consecuencia.
Conocemos por castigo la ausencia o retirada de un estímulo agradable tras la realización de una conducta inadecuada.
Como padres, antes de poner o de dictar un castigo tenemos que tener en cuenta una serie de aspectos como: distinguir una mala conducta de una llamada de atención; antes de sancionar al niño debe existir una norma breve, clara y que el niño ha comprendido para que pueda entender que la ha incumplido y que por eso le castigamos; marcar un objetivo claro para que puedan entender el motivo de su sanción; y sobre todo, si les decimos que están castigados tenemos que ser firmes con nuestra decisión y hacer que cumplan el castigo o con la siguiente advertencia no nos tomarán en serio y no servirá de nada.
Por otro lado, encontramos el refuerzo positivo, que pretende la repetición de una conducta mediante un estímulo agradable. La consecuencia de una conducta buena, es algo que le guste al niño, una recompensa.
Con las consecuencias positivas hay más probabilidad de que se repitan las conductas, como de afianzar y mejorar la autoestima de los niños haciéndoles sentir que hacen las cosas bien y que son capaces de hacerlas de manera correcta.
En este tipo de refuerzo, tenemos que ser capaces de espaciar las “recompensas” para que cada vez el niño las necesite menos y llegue a actuar sin ellas.
Pero no siempre estos refuerzos actúan de la misma manera. En este artículo de Eduardo Punset podemos apreciar la diferente reacción entre niños y adolescentes ante estos tipos de refuerzo: los bebés y niños responden mejor al positivo, mientras que los adolescentes al castigo.
¿Cuál utilizas más? ¿Estás de acuerdo con Punset?
Fotos: : depsicologia.com